Lejos de ponerlo en entredicho, la pandemia de la Covid-19 ha reforzado la idea de que las mejores entidades financieras serán aquellas que sepan hacer convivir la atención presencial y personal con la digital y personalizada, en un entorno en el que la batalla por la eficiencia y la rentabilidad es y será constante. Este enfoque va a agudizarse, a la vez que sus respuestas y consecuencias serán aún más rápidas y contundentes.
El sector bancario, especialmente en el ámbito del servicio de la banca generalista o universal, ha sido uno de los más afectados en esta crisis, que ha acabado de profundizar de forma drástica su deterioro en valoración bursátil.
Como muestra un botón: las recientes fusiones bancarias en España, anunciadas, frustradas o en perspectiva, se presentan como antesala de otras operaciones corporativas.
Por lo tanto, por el lado de la supervivencia, la búsqueda inmediata de nuevos partners o el impulso de operaciones que generen una mayor dimensión de negocio con la mayor rapidez -y, además, si puede ser, con la consecución del liderazgo en algún ámbito clave-, junto con la reducción de costes y la digitalización son ya una prioridad absoluta.
También es cierto que el escenario no es exactamente el mismo en todos los modelos del negocio financiero. La banca privada, pese a tener los mismos problemas inherentes a la elevada competencia que la banca comercial, afronta con más solvencia los asfixiantes obstáculos derivados de la falta de rentabilidad.
De hecho, la necesidad de los clientes de contar con asesoramiento profesional y personalizado es ahora aún mayor si cabe que antes de la crisis, lo que continúa haciéndola un segmento atractivo.
La necesidad de los clientes de contar con asesoramiento profesional y personalizado es ahora aún mayor si cabe que antes de la crisis
Para verlo claro, solo hay que recordar los aumentos registrados en los índices bursátiles norteamericanos, con subidas sensibles en los primeros meses de pandemia.
Los inversores han acudido al mercado y han reconocido qué empresas o valores tendrían recorrido en esta crisis y cuáles no. Pero en la suma/resta, los mercados financieros bursátiles han aumentado sensiblemente su valor.
Ciertamente, paradojas de esta situación.
Pese al lógico pesimismo reinante en el ámbito económico, la realidad es que posiblemente -y pese a la enorme tarea que tendremos para recuperarnos- las personas, consumidores, empleados, clientes y accionistas (¡ojo!, muchos lo somos todo a la vez) quizás no lo vemos siempre todo tan mal en todos los cestos.
Quizás nuestra capacidad de resiliencia, de ver brotes de nueva vida empresarial y económica, y de deseo de optimismo y fe en el futuro son mayores de lo que muchos creen.
Siempre hemos sido capaces de seguir adelante, y aunque ahora también será difícil, nadie puede dudar de que lo conseguiremos, pese a que implique asistir -más bien antes que después- a un "nuevo mundo de oportunidades y realidades". Un mundo diferente; quiero creer que aún mejor en términos de bienestar para todos. Siempre hemos avanzado, aunque "hoy" nos toque resistir.
*** Joan R. Mas es director de Transformación Digital Clientes de Crèdit Andorrà.