El mercado laboral es reflejo de la economía de un país. En el caso de España, pararse a reflexionar sobre las cifras de paro permite ver hasta qué punto el coronavirus va a forzar un cambio de nuestro modelo productivo y va a dejar un país en el que el sector público tiene un peso cada vez más potente en la economía, frente a un sector privado que va a sufrir más que en otros lugares del mundo desarrollado, como ha recordado de nuevo esta semana la OCDE.
Los datos de paro del mes de noviembre arrojan varias claves en este sentido. De hecho, fueron el sector público y la Educación (que en gran medida depende de él) los que tiraron de la afiliación a la Seguridad Social.
La afiliación en la Administración Pública y Defensa sumó 12.953 ocupados más. Mientras, los nuevos docentes y personal contratado para los colegios para poder cumplir con las medidas sanitarias necesarias para impartir clase hicieron que el sector de la Educación sumara 31.582 trabajadores. Ese mapa se completa con las Actividades Administrativas, que agregó otros 12.984 afiliados.
Con esos datos, la CEOE estima que gracias al sector público la afiliación ha conseguido sumar 60.000 personas, lo que ha sido clave para que vuelva a superar la barrera de los 19 millones de cotizantes que perdió por la pandemia.
Con una fotografía fija de los datos del noviembre de la Covid frente al de 2019, España tiene hoy 354.877 trabajadores menos que hace un año. Sin embargo, la caída no ha sido mayor por los efectos de los ERTE sobre las estadísticas.
Este mecanismo, que tendrá que ser prorrogado el 31 de enero -probablemente con la vista puesta, primero en la Semana Santa y, después, en el verano-, tiene bajo su paraguas a cerca de 747.000 personas (en sus distintas modalidades). Se trata de asalariados que también dependen del Estado para llegar a fin de mes, aunque el pago de su sueldo llegue con retraso en muchos casos.
La economía española es así cada vez más dependiente de su sector público. Algo que también está ocurriendo en otros países como Alemania, con el matiz de que en esas otras economías los Gobiernos han sido más disciplinados y han aprovechado los años de bonanza para sanear sus finanzas.
Cuando pase la pandemia, será el sector privado el que tenga que financiar la factura de esta crisis. Y en el caso español, ese coste tendrá que ser asumido por los contribuyentes y por un tejido empresarial muy distinto al que teníamos antes de esta crisis.
De hecho, si algo muestran los datos del paro es que la recuperación es muy heterogénea y la hostelería va a tener complicado aguantar hasta el final de la pandemia para seguir con su actividad en las mismas condiciones que venía haciéndolo antes de esta crisis.
A no ser que se intensifiquen las ayudas a este sector con la inyección de fondos de manera directa, como piden las patronales de los empresarios. Pero esto sería también dotar de más peso al sector público y seguir engordando la deuda de España. Un país en el que una de cada 10 empresas podría verse abocada a la liquidación, según alertó este martes el Banco de España en su Central de Balances trimestral.
Los datos del paro muestran que la recuperación es heterogénea y la hostelería va a tener complicado aguantar hasta el final sin ayudas públicas
Esa encuesta refleja el dilema de muchos empresarios que están valorando si cerrar ya su negocio o esperar a que la vacuna funcione. Eso sería vital para recuperar la actividad y el empleo en la hostelería y la restauración, que dependen de que vuelva el turismo y se normalicen las actividades de ocio.
Los datos de paro del Ministerio de Trabajo muestran cómo los servicios siguen siendo el gran destructor de empleo y explican, en gran medida, el aumento del paro en más de 25.000 personas en el peor noviembre desde 2012.
Esas cifras que completa el Ministerio de Seguridad Social enseñan cómo la hostelería ha perdido casi 78.000 ocupados en el Régimen General y más de 3.100 en el Régimen de Autónomos como consecuencia de la segunda ola de coronavirus.
Por cierto, que en Madrid, donde este nuevo brote de Covid se ha combatido con la economía más abierta que en otras regiones, el paro bajó un 0,14%.
La fotografía final se completa con el balance de 3,8 millones de parados, que también dependen del sector público para subsistir en un país en el que el coronavirus se está cebando con el desempleo entre los jóvenes (entre los que tienen menos de 25 años el paro ha subido más de un 37% interanual). Son precisamente esos jóvenes los que tendrán que terminar de pagar la deuda que España y Europa emitan para abonar la factura de esta pandemia.