El entorno laboral ha cambiado para siempre. Las restricciones sin precedentes a los viajes y las interacciones físicas impuestas desde que comenzó la pandemia de la Covid-19 continuarán, previsiblemente, en el futuro.
Si bien esto ha acelerado la adopción de plataformas de colaboración virtual, como Zoom y Microsoft Teams, ha quedado claro que la implementación de estas tecnologías requiere una mejor inclusión a largo plazo y una experiencia más humanizada. Mientras algunos regresamosa la oficina otros seguiremos interactuando de forma remota, por lo tanto depende de la tecnología reunir a las personas de manera segura y reducir la brecha mediante una presencia virtual mejorada.
Antes de la pandemia el concepto de teletrabajo había tenido problemas para establecerse de forma masiva, ya que las compañías se preocupaban por su impacto en la productividad y en la cultura de empresa. De hecho, según datos de McKinsey, solo alrededor del 30% de las compañías disponían de algún tipo de compromiso con el teletrabajo antes de la Covid-19. Además, según el estudio sobre trabajadores de Jabra de 2018, el 47% de los empleados tenían permitido trabajar desde casa, aunque solo un porcentaje muy pequeño lo hizo.
Ahora más del 75% de las empresas han desarrollado una estrategia de trabajo en remoto y, aunque esa tasa puede disminuir ligeramente después de la pandemia, se espera que se mantenga por encima del 50%, lo que indica que el modelo de trabajo flexible ha llegado para quedarse.
Una mejor digitalización y automatización, una mayor demanda de trabajadores independientes y un aumento del teletrabajo tienen, en su conjunto, el potencial de ofrecer una mayor productividad, una bajada de costes y una mejor capacidad de recuperación.
Tras la Covid, algunos regresaremos a la oficina otros seguiremos interactuando de forma remota. Depende de la tecnología reunir a las personas de manera segura
Dada esta nueva realidad las empresas y los empleados deben adaptarse al trabajo híbrido para mantener la productividad en entornos seguros y, al mismo tiempo, garantizar el máximo retorno de la inversión en recursos inmobiliarios y en tecnología de oficina. Según datos recientes de PWC, el 56% de los CFO afirman que las inversiones en tecnología harán que sus empresas sean mejores a largo plazo.
La vuelta al trabajo presencial no implica solo la necesidad de crear entornos seguros socialmente distanciados; los equipos deben sentirse seguros y estar incluidos virtualmente.
Es en este proceso que debemos reconocer que existe un puente entre las configuraciones temporales de trabajo remoto que hemos adoptado con resiliencia y las estructuras culturales y tecnológicas a más largo plazo que debemos implementar para virtualizar completamente nuestras organizaciones.
El proceso implica equipar a los empleados con la combinación correcta de software y hardware para trabajar juntos de manera productiva, independientemente de si están en la oficina o necesitan permanecer incluidos desde ubicaciones remotas.
La falta de proximidad física, un lenguaje corporal difícil de leer y una reducción en el rango de señales visuales y de audio han dejado a muchos sintiéndose más fatigados y aislados de sus organizaciones. Al avanzar la colaboración virtual la tecnología necesita profundizar en el sentido de presencia virtual, asumiendo así la carga cognitiva que actualmente disminuye nuestra concentración y que conduce a esta fatiga.
El audio de alta definición, el vídeo y la IA, así como otros elementos como el audio espacial pueden empezar a cerrar la brecha. Recientemente Nvidia anunció su servicio de videoconferencia con inteligencia artificial en la nube, Maxine, que resuelve problemas como la alineación y la resolución de rostros, y que ya ha sido adoptado por algunas empresas, entre ellas uno de nuestros socios: Avaya
Mirando nuestra vuelta a la oficina hay una perspectiva positiva sobre el futuro de las salas de reuniones y los espacios comunes. Y aunque las consideraciones de recuperación son totalmente únicas entre las organizaciones, las dos preocupaciones principales en todas las industrias son uniformes: seguridad y productividad.
Con la predicción de que al menos un participante de la reunión siempre estará a distancia será esencial que el video prolifere en todas las salas para permitir una participación equitativa. A medida que disminuimos la densidad de los espacios para permitir el distanciamiento social necesitamos descubrir cómo reducir los costes inmobiliarios e implementar tecnología que permita que la gente se sienta segura.
Ante la necesidad de implementar el vídeo en todas las reuniones, el uso de dispositivos de video con campo de visión de 180° comienza a hacerse latente. Para los usuarios finales, principalmente, permite distanciarse de manera segura de los demás en las reuniones mientras todos permanecen a la vista.
Desde la perspectiva de un administrador IT tomar decisiones sobre la configuración de las salas es un desafío en sí mismo. Utilizando la misma tecnología anónima de conteo de personas el software puede ayudar a monitorear y hacer cumplir las capacidades de llos ocupantes en las salas, administrar los sistemas de reserva, liberar de manera inteligente los espacios no utilizados y complementar los avances del software para brindar experiencias de reuniones humanizadas y sin contacto, sin importar dónde se distribuyan los equipos en cualquier parte del mundo.
Una interacción de video y audio de alta calidad como esta permite una vuelta segura al trabajo y una participación inclusiva, al tiempo que alimenta nuestra confianza digital, reduce la fatiga y mejora el sentido de conexión entre los trabajadores. Esta es la base que toda compañía necesita para facilitar los cambios culturales necesarios que nos permitan prosperar hacia un nuevo mundo laboral.
*** Miquel Geeraerd, directivo de Jabra en España y Portugal.