El pasado 3 de noviembre de 2020, el Consejo de Ministros aprobó la “Estrategia a Largo Plazo (ELP) para una Economía Española Moderna, Competitiva y Climáticamente Neutra en 2050”. La ELP marcará el camino hacia la descarbonización y servirá de guía para orientar las inversiones en los próximos años.
El proceso de descarbonización es urgente y hay que abórdalo rápidamente considerando todo el abanico de posibilidades tecnológicas de las renovables eléctricas y térmicas, entre las cuales la energía geotérmica.
Y es que Europa ya viene apostando firmemente por esta energía desde hace años, a través de políticas concretas, proyectos I+D+I u otros mecanismos de incentivación y promoción reconociendo su papel estratégico en la transición energética en todas sus vertientes: generación eléctrica, usos directos y sistemas de intercambio con bomba de calor geotérmica.
La energía geotérmica es un recurso natural y una fuente de energía renovable, autóctona y eficiente. La hace particularmente interesante respecto otras fuentes ya que no depende de la disponibilidad de sol o de viento y por tanto tiene un factor de uso anual muy elevado.
Los recursos de geotermia superficial (sistemas de intercambio geotérmico) aprovechan la inercia térmica del terreno en los primeros metros para generar frío, calor y/o agua caliente sanitaria gracias a la acción de una bomba de calor geotérmica acoplada con intercambiadores de calor enterrados en el subsuelo, o ‘hidrotermia’ cuando se acopla a una captación de agua subterránea.
España se encuentra a la cola en redes de climatización equipadas con geotermia profunda y es inexistente en las estadísticas de generación eléctrica.
Se emplea para climatización en el sector doméstico, terciario, industria o agroalimentario. Por otro lado, la geotermia de origen profundo tiene dos posibilidades de aprovechamiento: el uso directo del calor contenido en reservorios geológicos para generar energía térmica (recursos de baja entalpia hasta 100ºC) o para generación eléctrica (con recursos de media entalpia entre 100-150 ºC y alta entalpía a partir de 150ºC).
En España, el grado de implementación de la geotermia varía en función del tipo de recurso. En cuanto a los sistemas superficiales de intercambio, si bien ya llevamos 20 años de mercado, actualmente es cuando se está produciendo una expansión más rápida.
Aunque España es todavía uno de los países europeos con menor potencia térmica instalada, según el último informe de la EGEC (European Geothermal Energy Council) para el año 2019, es el país que, comparando los datos del 2018, tiene mayor tasa de crecimiento situándose en el 20%.
Este valor coincide con los valores estimados en el último boletín informativo de julio 2020 de la base de datos de instalaciones geotérmicas superficiales que elabora el Instituto Cartográfico y Geológico de Catalunya (ICGC) en colaboración con el Grupo de Trabajo de Geotermia del Clúster de l’Energia Eficient de Catalunya (CEEC) y el Instituto Catalán de la Energía (ICAEN) para el mercado de las instalaciones en Catalunya. En la nueva ELP, la tecnología de la bomba de calor geotérmica se contempla explícitamente como una solución positiva en cuanto a que permite electrificar la demanda tanto de frío como de calor, y por ello se espera con gran expectativa que se produzca un relanzamiento del mercado.
Pero el mercado de la geotermia superficial también podrá despegar gracias a que se está produciendo un cambio de paradigma energético donde las soluciones agregadas mediante redes de climatización urbanas modernas, eficientes e inteligentes han pasado a ser el modelo clave para la descarbonización del sector térmico en las ciudades.
En esta línea la ELP indica de forma remarcada que “es interesante valorar las soluciones más eficientes a escala de distrito como las redes de calor y frío con energías renovables”. Atendiendo al continuado incremento de la demanda de frío en nuestro país, es necesario avanzar hacia una “nueva” generación de redes capaces de producir frío, calor y ACS de forma simultánea.
Estas se deberían basar en una hibridación de tecnologías renovables existentes in-situ de alta eficiencia. Y precisamente este es el caso de la geotermia, la cual podría tener un rol como fuente térmica principal, acoplada con otras renovables térmicas y/o eléctricas - como la solar/fotovoltaica - más un sistema de recuperación de excedentes de calor – con gran potencial en zonas urbanas - y sistemas de almacenamiento. Por tanto, también se espera que la geotermia pueda beneficiarse del nuevo modelo de redes de climatización multi-energía.
Sería recomendable lanzar un nuevo Plan para realizar los estudios e investigaciones pendientes acompañado de proyectos demostrativos de plantas geotérmicas.
En cuanto a la geotermia profunda, la situación en España es completamente diferente. Si bien en los años 70 y 80, el Instituto Geológico y Minero de España elaboró el primer inventario general de manifestaciones geotérmicas de España, el cual sirvió de base para posteriores estudios que determinaron las áreas más interesantes como la cuenca de Madrid, Catalunya o las Islas Canarias, la realidad es que hoy día no ha habido un avance.
Según las estadísticas del citado informe del EGEC (2019), el país se encuentra a la cola en redes de climatización equipadas con geotermia profunda y es inexistente en las estadísticas de generación eléctrica. Las razones son numerosas, pero hay tres factores clave: la falta de inversión estatal en exploración e investigación geotérmica des de hace más de 40 años a diferencia de otros países que sí la mantuvieron; la inexistencia de un esquema de mitigación al riesgo geológico para geotermia profunda que motive a inversionistas como sí ya existe en otros países como Francia desde hace décadas, o una regulación tarifaria para esta fuente.
El año 2009 el IDAE (Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía) elaboró el estudio técnico ‘Evaluación del Potencial de Energía Geotérmica’ donde se realizó una primera estimación de los recursos para toda España siguiendo un enfoque regional. Este apuntaba entre otras recomendaciones la de llevar a cabo por las Administraciones los estudios e investigaciones encaminados a la mejora del conocimiento geotérmico del subsuelo.
Los resultados se incorporaron en el Plan de Energías Renovables 2011-2020. No obstante, tras 10 años, el país no ha podido avanzar. Por ello, aprovechando los fondos del Mecanismo de Recuperación y Resiliencia, como un nuevo instrumento europeo que proporcionará a los Estados miembros apoyo financiero para aumentar las inversiones públicas hacia la transición ecológica, sería recomendable lanzar un nuevo Plan para realizar los estudios e investigaciones pendientes acompañado de proyectos demostrativos de plantas geotérmicas en zonas con importantes demandas de energía.
Precisamente el ELT considera los sistemas geotérmicos directos, como una tecnología a considerar para la substitución de combustibles fósiles en el sector de las instalaciones térmica.
Por tanto, en el marco de la nueva ELT, se espera que habrá una nueva oportunidad a la geotermia, una energía hasta el momento olvidada en los planes nacionales. Esperemos entonces que estemos delante de la nueva “década de la geotermia 2021-2030”.
*** Ignasi Herms, Jefe del Área de Recursos Geológicos, Instituto Cartográfico y Geológico de Cataluña (ICGC). Subcoordinador del Grupo de Trabajo de Geotermia, Clúster de l'Energia Eficient de Catalunya (CEEC)