Después de la fusión Caixabank-Bankia parecía lógica la de BBVA-Sabadell. La concentración bancaria es un imperativo actual en el negocio bancario de retail. A principio de año los expertos esperaban un aumento de los tipos de interés en 2021, la pandemia y sus efectos ha hecho necesario que los Bancos Centrales (BCE, Reserva Federal, Banco de Inglaterra,...) mantengan el Quantitative Easing (QE).
Lo que gráficamente se expresa como la utilización del helicóptero que reparte dinero por toda la geografía y una de sus políticas básicas es mantener tipos de interés bajos, bajísimos. En esas condiciones la banca de retail solo tiene una solución: economías de escala aumentando su volumen para reducir el porcentaje de gastos generales y de operación sobre el margen financiero (la diferencia entre los intereses que cobran por los prestamos y los que pagan por el dinero).
Por eso la ruptura de las negociaciones entre BBVA y Sabadell va contra los vientos de la economía, tal como soplan ahora y parece que soplarán durante tiempo. Esa ruptura no debe haber sentado bien en el Ministerio de Economía y el Banco de España. El Ministerio no puede intervenir directamente ya que somos una economía de mercado, pero si puede "aconsejar" decisiones que introduzcan el criterio del bien común del país.
La ruptura de las negociaciones entre BBVA y Sabadell va contra los vientos de la economía, tal como soplan ahora y parece que soplarán durante tiempo.
Lo del Banco de España es otro cantar. Cómo responsable de la estructura del sector bancario español ahora debe no sólo aconsejar, sino también impulsar la concentración bancaria. La historia de la institución indica que no es neutral, ni debe serlo a la hora de ordenar el sector bancario en el país. Cómo tampoco lo debe hacer la CNMV en las empresas cotizadas. De hecho algunos de los problemas que ha tenido ese sector se deben, en parte, a la falta de diligencia de sus decisiones en tiempos atrás.
La historia de las Cajas de Ahorro y su derivada o de la desaparición de algunos bancos o absorciones y fusiones pudo ser diferente si se hubiera hecho más caso a los servicios de inspección y estos hubieran perfilado más sus propuestas. Es mejor prevenir que curar y en los últimos años en la banca española se ha curado más que se ha prevenido.
Curaciones necesarias para defender a los ciudadanos que confían en sistema; curaciones adecuadas para mantener esa confianza necesaria para el funcionamiento de la economía; pero curaciones que han costado dinero a los contribuyentes, accionistas y personas que confiaron sus ahorros a fórmulas varias. Algunos las han recuperado a costa de aportaciones de fondos públicos, como en Bankia, otros las perdieron como en el Banco Popular.
Lo curioso es que ninguno de los gobernadores del Banco de España, ni presidentes de la CNMV hayan sido analizados, demandados o interpelados políticamente, con más intensidad, por estos resultados. No tanto por lo que hicieron, que como sanitarios aplicaron la cirugía, sino por lo que no hicieron; por la medicina preventiva que no aplicaron en el tiempo debido.
Por eso, el Banco de España, que tiene delegadas competencias de ordenación bancaria del BCE, no debería permitir el carpetazo a la negociación BBVA/Sabadell. Si en el futuro tiene que aplicar medicina curativa será por no haber hecho lo posible para aplicar medicina preventiva ahora.
El Banco de España, que tiene delegadas competencias de ordenación bancaria del BCE, no debería permitir el carpetazo a la negociación BBVA/Sabadell
Las noticias indican que el problema de la ruptura de las negociaciones se ha debido a una discrepancia en la valoración relativa de las acciones de un banco respecto al otro. Es poco creíble. Cuando se negocia esas fusiones las causas de ruptura suele ser por factores cualitativos y personales. Los cuantitativos es cuestión de sentarse y aproximar posiciones.
Por eso, si la razón de precio fuera cierta, la solución es volverse a sentar y seguir negociando. A lo mejor, debe hacerse fuera de los focos, evitando la presión mediática, alrededor de una mesa. El anfitrión ya lo he señalado: el Banco de España. Una vez resuelto el escollo será la ocasión para iniciar la 'liturgia' pública de la negociación. Pero no antes de tenerlo todo atado y bien atado.
Si de verdad no se rescata esta fusión y luego hay que aplicar medicina curativa, que no se diga que no lo avisé.
*** J. R. Pin Arboledas es profesor del IESE.