El pasado jueves el BCE daba un jarro de agua fría a las expectativas económicas para 2021 en la Zona Euro. Bajaba la expectativa de crecimiento de su PIB dejándola en el 3,9%. Afortunadamente estamos acostumbrados a los errores en las previsiones económicas. Esta vez también están equivocadas. Aunque muchas veces las he acusado de pasarse de optimistas, ahora creo que son demasiado pesimistas.
La razón de los errores de prospectiva es que en sus previsiones tienen gran peso los cálculos econométricos de origen estadístico. Estudian las tendencias que se deducen del funcionamiento de una serie de variables, que se supone que actuarán sobre el PIB cómo lo venían haciendo históricamente. Hipótesis que no tiene porque cumplirse. Menos aún cuando ocurren circunstancias no comunes.
La primera circunstancia, que pocas veces se ha producido en la historia (salvo en Japón), es la permanencia de tipos de interés bajos mucho tiempo. Europa nunca ha tenido un periodo tan largo de política monetaria laxa y abundancia de liquidez compatible con una inflación que no crece.
Inflación baja, bien porque la demanda no es demasiado fuerte, bien porque la productividad reduce los costes y por tanto los precios. Por tanto el BCE no está presionado para subir los tipos de interés. Eso permite esperar abundancia de dinero bastante tiempo; en contra de lo que los expertos pensaban el año pasado. Y si hay dinero habrá alegría.
Alegría alimentada por la reducción de los efectos de la Covid-19 dadas las esperanzadoras noticias sobre las vacunas. Si tienen efecto aumentará la movilidad y todos los sectores derivados de ella, como el turismo, crecerán. Una gran esperanza.
Por si fuera poco al crecimiento del consumo por los dos factores anteriores se une en Europa la inversión del fondo de Reconstrucción de la UE. Hasta 750.000 millones de euros, desbloqueados este jueves, de los que a España corresponden 140.000. Para 2021 ya se presupuestan 27.000 para proyectos de desarrollo como: digitalización, equilibrio ecológico, energía limpia, educación, infraestructuras varias...
Consumo e inversión que van a coincidir con la aceleración digital en empresas y familias, ambas con más liquidez que nunca por los ahorros hechos este año. Aceleración debida en parte al impulso de la pandemia que ha quitado miedos y eliminado barreras antes insalvables. Aceleración que aumentará la productividad de las empresas y el gasto de las familias.
Son cuatro esperanzas: circulación monetaria abundante, presupuestos de inversión europeos, vacunas eficaces y digitalización acelerada ¿Hay algún riesgo? Sí.
El riesgo es que salvo la digitalización acelerada, las otras tres esperanzas dependen de decisiones políticas; de los Gobiernos nacionales y en España del Gobierno PSOE/UP y sus aliados. Estos Gobiernos no van a influir en la circulación monetaria que depende del BCE. Pero sí en que y cómo se van a repartir los fondos europeos. Si se hace con equidad y rigor creará riqueza. Si no, generará dos posibles cánceres: ineficacia y corrupción. Por eso que la decisión dependa exclusivamente del Gobierno produce suspicacias.
Que la decisión del reparto de fondos de la UE dependa exclusivamente del Gobierno produce suspicacias
Por otra parte si el Gobierno encarece el factor trabajo con la subida excesiva del SMI (Salario Mínimo Interprofesional) o aventuras como la jornada de cuatro días a la semana o el desmontaje de la Reforma Laboral de 2012, las inversiones se dirigirán a sustituir trabajo por capital, ahora de coste muy bajo. Eso hará que se cree riqueza pero no puestos de trabajo.
Seguirá sin disminuir el paro, que es la mayor lacra de nuestra sociedad. Aumentará la desigualdad de rentas a pesar del IMV (Ingreso Mínimo vital) y otras subvenciones.
Por tanto, las cuatro esperanzas pueden frenarse según las decisiones del Gobierno y su aplicación por la Administración, sean o no eficientes, transparentes y razonables. De eso y no de las corrientes econométricas depende el PIB de 2021. Esperanzas las hay, riesgos también.
De momento el Presupuesto 2021 es solo de izquierdas y la Ley de Educación -la Ley Celáa- es solo de izquierdas. Esto último indica que dentro de unos años habrá otra ley de Educación. Vaiven que hacen que los alumnos españoles salgan mal en ciencias y matemáticas, materias de futuro. Ahora el Ministro de Universidades quiere hacer lo propio uniformando las instituciones de educación superior a su gusto. Es decir estropeándolas. Malos augurios.
*** J. R. Pin Arboledas es profesor del IESE.