La irrupción de la pandemia de la Covid-19 abocó a los Gobiernos de todo el mundo a la implementación de medidas excepcionales como parte de los esfuerzos por contener su propagación. España no fue la excepción.
Las restricciones (en particular en la fase más severa, que duró desde la aprobación del estado de alarma el 14 de marzo hasta principios de mayo) paralizaron la producción de bienes y servicios de buena parte de los sectores productivos, lo que se tradujo en un impacto sin precedentes en la actividad económica y en el empleo. Así, en el primer trimestre del año, el PIB se contrajo un 5,2% y los afiliados a la Seguridad Social se redujeron en casi 800.000 personas entre febrero y abril.
Pero el impacto a nivel provincial fue bastante heterogéneo en la fase de mayor confinamiento. Las provincias insulares y las de la costa mediterránea resultaron ser las más afectadas, registrando en abril una contracción interanual de la afiliación que duplicó a la del conjunto nacional (4%). En sentido contrario, en provincias del norte del país como Navarra, Vizcaya o Guipúzcoa, la caída apenas superó el 1%.
Pero, ¿qué factores estuvieron detrás de esta heterogeneidad en el impacto a nivel provincial? Eso es lo que intenta aclarar BBVA Research a través de un análisis reciente basado en el uso de Árboles de Decisión, una de las técnicas estadísticas más populares en el área de la ciencia de datos.
En el documento se evidencia que la diferencia en la estructura productiva entre las provincias españolas representó uno de los determinantes fundamentales de esta respuesta asimétrica, en línea con lo sugerido por el Banco de España. En particular, el mayor o menor peso de un determinado sector productivo en la economía de una provincia se habría asociado a una caída anual más acentuada de la afiliación en la primera y más severa fase de las medidas de restricción (abril de 2020).
El impacto a nivel provincial fue bastante heterogéneo en la fase de mayor confinamiento. Las provincias insulares y las de la costa mediterránea resultaron ser las más afectadas
Los resultados muestran que la hostelería habría sido el sector con mayor poder discriminante a la hora de explicar las diferencias territoriales. La caída de la afiliación fue mucho más fuerte en las provincias más dependientes de ese sector. Este es el caso de los principales destinos turísticos de España, como las islas y la costa mediterránea.
El mayor grado de afectación de estas zonas es bastante evidente si se considera que las restricciones a los movimientos por la Covid-19 han impactado de forma diferencial a los sectores de la economía más ligados a los flujos de personas, como el turismo y la restauración.
Pero la hostelería no fue el único sector responsable de un retroceso más agudo en el mercado laboral. En la misma línea, el elevado peso del sector agrícola, ganadero y pesquero habría provocado una mayor debilidad de la afiliación en las provincias del centro-sur.
Lo anterior pudo estar asociado tanto a una mayor temporalidad del empleo del sector como al cierre de fronteras y la consecuente menor llegada de jornaleros provenientes de otros países. A pesar de haberse visto más afectadas en el arranque de la pandemia, las provincias agrarias habrían mostrado en los meses siguientes una recuperación más rápida, probablemente, como consecuencia de declarar la agricultura como actividad económica esencial.
Finalmente, la caída de la afiliación fue más marcada también en las provincias con un peso notable de los servicios profesionales y aquellos de menor valor añadido. Se trata de territorios con áreas urbanas medianas (gran parte de Castilla y León, Cantabria y Castellón), cuyo menor enfoque hacia los servicios más avanzados y dependientes de las profesiones liberales y de empresas de menor tamaño podrían estar detrás de esta caída más profunda del empleo.
Por el contrario, la presencia de otros sectores habría permitido una mayor fortaleza en ciertas áreas del país. Por un lado, la menor dependencia de las actividades comerciales y un mayor grado de industrialización atenuó la caída de la afiliación en las provincias del noreste, como consecuencia también de una menor temporalidad laboral, la mayor resiliencia de la industria, y el mayor recurso a instrumentos de protección laboral.
De la misma forma, las economías de servicios más diversificadas con presencia de actividades de mayor valor añadido -financieras, inmobiliarias, de información y comunicación- se vieron menos afectadas por la posibilidad de implementar, de forma más extendida, el trabajo en remoto. Es el caso de las provincias que albergan las grandes áreas urbanas del país, como Madrid, Barcelona, Sevilla, Valencia, Zaragoza y Vizcaya.
La menor dependencia de las actividades comerciales y un mayor grado de industrialización atenuó la caída de la afiliación en las provincias del noreste
Pero, ¿fueron estos sectores los más relevantes a la hora de explicar también otras crisis como la financiera de 2008? La respuesta es: solo parcialmente. Si se aplica la metodología de los Árboles para explicar la crisis anterior, los resultados difieren de lo obtenido en 2020.
En el arranque de la crisis de 2008, las provincias más afectadas fueron las que presentaban un peso del sector público limitado. Estas coinciden en gran medida con los territorios más turísticos (Illes Balears y la costa mediterránea), donde además fue más fuerte el papel del boom inmobiliario. Lo anterior podría estar ligado a la menor volatilidad del empleo público en momentos de crisis y a su papel suavizador de los ciclos económicos.
Por el contrario, la escasa presencia de las actividades financieras e inmobiliarias habría permitido a las provincias de interior poco pobladas y alejadas de los centros económicos y poblacionales del país registrar caídas de la afiliación inferiores.
Finalmente, el peso del sector industrial identificó tres grupos distintos. Las provincias poco industriales y también aquellas muy dependientes del sector secundario y marginalmente de la hostelería (noreste) se vieron más afectadas. Al revés, las provincias con un peso reseñable de la industria y de la hostelería experimentaron una mayor resistencia.
En definitiva, lo anterior apunta a que las provincias turísticas y las más diversificadas tienden a mostrar un comportamiento homogéneo en las crisis, más negativo en el primer caso y menos en el otro. Por el contrario, la respuesta a los shocks de los otros territorios depende en mayor medida de la naturaleza de cada crisis.
Los resultados de este análisis evidencian que el impacto de la composición sectorial es relevante a la hora de explicar la contracción de la actividad económica y del empleo provincial durante las crisis. Es evidente, por lo tanto, la necesidad de desarrollar políticas públicas que incluyan esta particularidad para que las medidas implementadas sean efectivas y permitan una recuperación más intensa.
*** Angie Suárez y Giancarlo Carta son economistas de BBVA Research.