En este 2020 que está dejando tan maltrecha a la banca tradicional, no es ningún secreto que ahora que los depósitos no remuneran satisfactoriamente al ahorrador – o incluso lo penalizan- y que las hipotecas se están contratando a precios muy competitivos como consecuencia del entorno de tipos de interés muy bajos por mucho tiempo, los fondos de inversión y los planes de pensiones son los productos de los que está tirando la banca para poder alimentar sus maltrechos márgenes de beneficios.
De hecho, el 58% de entidades que comercializan planes de pensiones están cobrando a sus partícipes la comisión de gestión máxima que permite la ley, en un mercado en el que los cuatro grandes grupos bancarios controlan el 65% de toda la oferta de planes de pensiones individuales.
Es más, la proporción de planes ofertados que cobran la comisión máxima llega hasta el 98% de toda su gama, al tiempo que estos productos están generando rentabilidades que no consiguen batir a sus índices de referencia, a pesar de ser vendidos como productos de gestión activa.
Pero los atropellos a los que están continuamente expuestos los partícipes de planes de pensiones no se quedan aquí. Basta con indagar en los productos que están a la venta: muchos no están adecuadamente diversificados, a pesar de que la estadística y las matemáticas han demostrado de manera consistente los beneficios de la diversificación, sobre todo cuando estamos hablando de horizontes de inversión de muchos años vista.
Nos encontramos con entidades que han caído en la tentación de incluir productos propios en su oferta de planes de pensiones, lo que supone en la práctica cobrar dos veces al partícipe vía comisiones, la del producto ofertado y la de los fondos subyacentes.
Resulta cuanto menos llamativo este sesgo haca productos de la casa, porque bajo nuestro punto de vista no se está ofreciendo al cliente el mejor producto posible, sino el que aporta más beneficios a la entidad que lo está vendiendo, aflorando claros conflictos de interés.
Esta época del año es, además, en la que normalmente se concentra todo el esfuerzo comercial de la banca para captar patrimonio en planes de pensiones, ofreciendo a todo el que entre por la puerta de su sucursal bancaria un plan de pensiones que tiene una bonificación por traspaso.
La sorpresa para el ahorrador viene después, al leer las condiciones de permanencia que vienen en letra pequeña; condiciones que nadie hoy en día posiblemente aceptaría si en vez de un banco, estuviera tratando con una compañía telefónica, por ejemplo.
La sorpresa para el ahorrador viene después, al leer las condiciones de permanencia que vienen en letra pequeña; condiciones que nadie hoy en día posiblemente aceptaría
Pensamos que el conflicto de interés entre la gran banca y sus clientes es, por tanto, evidente: se están ofreciendo productos caros, mal diversificados y con rendimientos pobres, con bonificaciones por traspaso cuya letra pequeña esconde condiciones desfavorables para los consumidores.
Lo que nos tememos es que esta tendencia vaya a más: hace unas semanas veíamos publicado que el BCE invita a que continúe la consolidación bancaria en España como principal vía para garantizar la solvencia de unos bancos ya maltrechos. Si se cumple esta hoja de ruta, resultará en un mercado controlado por tan solo cuatro o cinco ‘superbancos’, que tendrían aún más poder para seguir aprovechándose de su público cautivo, los partícipes de sus planes de pensiones.
Aunque parezca obvio, en este escenario tan perjudicial para el ahorrador final, vemos necesario recordar que hay vida más allá de los bancos.
En España ha emergido en los últimos años todo un ecosistema de empresas financieras independientes que utilizan la tecnología para ofrecer productos más convenientes y efectivos para el consumidor: los gestores automatizados (en inglés 'robo-advisor') son empresas que han aprendido de los errores de la banca, poniendo al cliente en el centro de todo mediante un servicio de inversión tecnológico, transparente y más competitivo en costes.
Ahora los clientes "de toda la vida" sí tienen un sitio a dónde ir si terminan cansándose del servicio de la banca. De hecho, dar el paso hoy es más fácil que nunca ya que no hace falta ni dirigirse a una oficina: con tener un móvil, conexión a internet y voluntad para informarse, los ahorradores e inversores que quieran soluciones más eficientes para proteger y hacer crecer su patrimonio ya tienen la mitad del camino hecho.
*** Giorgio Semenzato es CEO y cofundador de Finizens.