“And here you stand no taller than the grass sees”. Jon Anderson.
En una semana cargada de mensajes voluntaristas, ha pasado relativamente desapercibido que las estimaciones de recuperación de la economía española recogidas por Focus Economics se han rebajado de nuevo en diciembre.
Además, para un gobierno que se vanagloria de cumplimiento, el informe de Bloomberg Intelligence “Economies That Beat Covid-19 in 2020” suspende a España en gestión de la pandemia, confianza en el gobierno y desempeño económico.
La estimación de recuperación de la economía española para 2021 cae un 0,2% en diciembre con respecto a las previsiones del panel de analistas mundial de noviembre. Que esta rebaja de expectativas ocurra cuando ya están incorporadas las noticias positivas sobre vacunas, acuerdo de Brexit y fondos europeos debe, como mínimo, preocuparnos.
Merece la pena resaltar varios factores:
De las cuarenta casas de análisis que conforman el consenso recopilado, solo dos se encuentran medianamente cerca del nivel de optimismo que refleja el cuadro macroeconómico del gobierno español.
El balance de riesgos se mueve claramente a la baja. España registraría un rebote insuficiente de un 5,8% en 2021 tras un desplome sin precedentes -el mayor de la Unión Europea- en 2020. Los principales riesgos vienen del efecto depresor del crecimiento por la alta deuda, el elevado desempleo, una recuperación pobre del sector servicios y los aumentos de impuestos.
Recordemos que las cifras de noviembre fueron las peores desde mayo y que ambos sectores continúan recortando empleo
Otro de los factores de riesgo es el presupuesto. Con un fuerte aumento de gasto y de impuestos, alertan de que las estimaciones de crecimiento del gobierno son optimistas y que los planes anunciados de gasto podrían disparar la alta carga de endeudamiento, mientras que el gobierno “ha estado desmantelando algunas de las reformas que contribuyeron al éxito económico antes de la pandemia” (“the government has been dismantling some of the reforms that contributed to its pre-pandemic economic success”).
No podemos ignorar el riesgo de la mala utilización de los fondos europeos. Los analistas aún conceden un impacto muy positivo en el PIB de estos fondos, pero no podemos ignorar que, si se utilizan de manera política y en gastos sin rentabilidad económica real, el impacto será bajísimo, como ya ocurrió con el Plan Juncker y el Plan de Crecimiento y Empleo de 2009.
Un gobierno que tiene un historial de muy pobre efectividad en la gestión de ayudas europeas no debería asumir como base un efecto multiplicador en PIB de casi un 2% anual, porque la probabilidad de fallar es altísima.
A estos riesgos a la baja se añade el pobre desempeño del sector servicios y manufacturero en la recuperación. Recordemos que las cifras de noviembre fueron las peores desde mayo y que ambos sectores continúan recortando empleo.
El empleo es la clave.
España cierra 2020 con más de 3,8 millones de parados y 750.000 personas en ERTE a finales de noviembre, la peor cifra de paro de la Unión Europea con Grecia. Si no se facilita la creación de empresas y el crecimiento del tejido empresarial, será muy difícil absorber el paro creado en 2020 y los ERTE enquistados.
El elevadísimo endeudamiento público se refleja en las estimaciones de consenso que muestran una deuda sobre PIB superior al 120%
La estimación más optimista de tasa de paro para 2021 asume un 16%, y la más pesimista un 20%. El consenso, por lo tanto, no espera una mejora del empleo sustancial en 2021 ni con el rebote anunciado y preocupa especialmente que estime que el paro se sitúe en el 17,7% de media en 2021 y en 16,5% en 2022. Recuperación en datos agregados, pero sin empleo.
Teniendo en cuenta que para 2021 se han aprobado más subidas de impuestos, especialmente a la inversión y nueva subida de cuotas a autónomos, no se va a hacer fácil a los creadores de empleo salir del agujero de 2020.
El elevadísimo endeudamiento público se refleja en las estimaciones de consenso que muestran una deuda sobre PIB superior al 120% incluso con estimaciones de rebote económico voluntaristas. España ha tenido un espacio fiscal sin precedentes concedido por la Unión Europea que se nos ha dado para crecer y crear empleo.
Desafortunadamente, se ha usado para perpetuar desequilibrios estructurales y gasto corriente en su inmensa mayoría.
Los mayores retos a los que se enfrenta España en 2021, por lo tanto, son:
• Evitar el mal uso de los fondos europeos y que se conviertan en otra oportunidad perdida.
• Atraer inversión y capital para absorber el paro enquistado en un entorno en el que la inversión mundial se orientará a los países con mayor seguridad jurídica e inversora.
• No caer en el triunfalismo ante un rebote por efecto base y abandonar la política de la cigarra que lo fía todo al BCE y el salvavidas europeo. El salvavidas no sirve de nada si el gobierno se empeña en mantener al país bajo el agua.
Utilizar el apoyo fiscal y monetario para evitar reformas estructurales y, lo que es peor, imponer contrarreformas, nos puede costar muy caro
No piensen ustedes que estas previsiones son en ningún caso pesimistas. El consenso eleva el rebote de inversión al 7,6% en 2021, la producción industrial a un 7,7% en 2021 y el consumo privado se mantiene sin cambios, recuperándose un 6,7% el próximo año. Aunque ya se considera el efecto positivo de vacunas, acuerdo de Brexit y ayudas europeas, el impacto de las contrarreformas y el alto paro disminuyen el efecto positivo en la recuperación.
Es importante analizar esto porque, al contrario de lo que a veces pensamos, las expectativas de los analistas internacionales no son catastrofistas o cautelosas, sino significativamente diplomáticas y optimistas.
Un país con el apalancamiento operativo y potencial que tiene España no puede ser un país donde se recortan las estimaciones de recuperación incluso con el efecto vacuna y de Europa añadido.
Decía Disraeli que hay que prepararse para lo peor si queremos conseguir lo mejor. El gran error del gobierno y de las empresas españolas con respecto a 2021 es caer en el triunfalismo y la propaganda y volver a desperdiciar el apoyo mundial como ocurrió en 2009-2011. No nos lo podemos permitir, porque en 2021 la inmensa mayoría de nuestros socios mundiales estarán ocupados solucionando sus desequilibrios locales.
Utilizar el apoyo fiscal y monetario para evitar reformas estructurales y, lo que es peor, imponer contrarreformas, nos puede costar muy caro. España tiene oportunidad, potencial y apoyo. Lo único que necesita para volver a ser un ejemplo de recuperación es que no le pongan la zancadilla desde el gobierno. Lo único que necesitamos es un gobierno facilitador.