"Circumstance has forced my hand to be a cut price person in a low budget land" Ray Davies
El ciudadano medio español empieza el año con fuertes subidas de precios en una cuesta de enero que se muestra muy complicada. El paro presenta su peor dato desde 2009 y por si fuera poco, los trabajadores en ERTE volvieron a subir en diciembre.
Todo ello mientras el gobierno nos deja un regalo: nueva subida de cuotas a los autónomos, subida de impuestos al gasóleo y el biodiésel, subida del IBI, subida del IVA a las bebidas azucaradas, a las tasas de Correos... También subida en el impuesto de matriculaciones y en las tasas de las primas de seguros. No se preocupen, que solo lo pagan “los ricos”.
Mientras los miembros del 'Club de la Impresora' les cuentan que hay que seguir imprimiendo porque “no hay inflación”, los combustibles suben un 11%, el gas natural un 6%, los alimentos frescos más de un 4%. Y a todo ello se suma la batería de impuestos antes mencionada.
Esa falta de respeto al coste de la vida de los ciudadanos era evidente en los datos de inflación de la eurozona de diciembre. Suben los alimentos frescos y la inflación se desploma por una caída del 6,9% del componente de energía cuando ningún ciudadano europeo ha visto su factura energética mensual caer de esa manera, incluyendo impuestos y cargas.
Como explica Marshal Reindorf del FMI “infraestimar la ponderación de alimentos y sobreponderar el transporte son las principales causas de estimar incorrectamente la inflación”. Jochen Moebert, por su parte, estima que se infraestima el coste de la vivienda al hacer medias nacionales que disfrazan el aumento en las ciudades más pobladas. Cavallo, en cambio, estima que la inflación real en la era Covid es hasta tres veces superior a la oficial, especialmente para las personas más desfavorecidas, algo que refleja Bloomberg.
En el Wall Street Journal, James Mackintosh, mostraba que la inflación se dispara en los bienes que realmente compramos y el IPC oficial disfraza esa subida con ponderaciones obsoletas, el impacto de bienes replicables y poniendo en la misma cesta cosas que compramos cada día y de las que no podemos prescindir, con ocio, tecnología y cosas que son esporádicas.
La inflación se dispara en los bienes que realmente compramos y el IPC oficial disfraza esa subida con ponderaciones obsoletas
Y ante ese panorama, se dispara el precio de la luz.
¿Qué ha ocurrido? Lo que ocurre siempre en periodos de temperaturas extremas. El mercado diario ha marcado un precio medio de 88,93 €/MWh, una subida muy agresiva en medio de un invierno muy duro.
La energía solar y eólica no aportan casi nada en este periodo por poco viento y por la nieve. La energía eólica funcionaba con solo un 17% de factor de utilización y la solar todavía menor.
Con la caída de la producción eólica y solar -intermitentes y de menor factor de utilización-, se compensa con aumento de las energías de base, aquellas que pueden funcionar hasta un 100% del tiempo, la nuclear, la hidráulica, el gas natural y el carbón, que han estado funcionando a tope.
Los precios del gas natural se han disparado en Europa por la ola de frío hasta 38,9 €/MWh y también por el incremento del precio del gas natural en Asia. Este elevado precio también ha provocado que se incremente la programación de carbón en las centrales que se mantienen operativas hasta 42 GWh (31% de factor de utilización).
Además, el precio del CO2 -que es un impuesto encubierto- se ha disparado a 33,5 €/tn, frente a los 25 €/tn medios de 2019-2020.
Esta situación contrasta con la que se daba hace 10 días (el 28 de diciembre) cuando el precio medio diario fue de tan solo 20,04 €/MWh, debido a la fuerte utilización de energía eólica (del orden del 65% de factor de utilización).
¿Qué nos muestra esto?
El precio del CO2, que es un impuesto encubierto, se ha disparado hasta los 33,5 euros por tonelada.
Los precios mayoristas están sujetos a una creciente volatilidad que además aumentará a futuro según se incremente la cuota de renovables.
Recordemos que el precio de la luz son 60% impuestos y cargas reguladas, decididas por el gobierno.
Recordemos que es el gobierno también el que decide qué mix de energías y qué tipos de tecnologías suministran.
Recordemos que la luz tiene IVA de 21% que el gobierno se niega a bajar.
Y, para aquellos que dicen la sandez de “es el mercado”, recordemos que el coste de CO2, que es un impuesto encubierto, se dispara porque los gobiernos de la UE han intervenido el mercado para que subiera.
Si algo debemos aprender de todo esto es la importancia de un sistema eléctrico equilibrado.
En días de frío extremo, la energía solar y la eólica no pueden aportar casi nada. La nuclear, hidráulica y gas o carbón (energías de base que pueden funcionar 100%) cubren el máximo de la demanda.
Sin energías de base en el sistema, hoy España tendría cortes de luz y precios astronómicos en pico.
Si algo debemos aprender de todo esto es la importancia de un sistema eléctrico equilibrado.
Ahora imaginen por un momento si se hubiese desmantelado toda la energía térmica y si la electricidad la suministrase un ente público. Hoy no podrían leer ustedes este artículo porque la decisión ideológica de crear un sistema volátil con energías intermitentes llevaría a enormes cortes de luz y además a enormes subidas de tarifas para cubrir el exceso de coste.
Es por ello que es fundamental reforzar un sistema renovable con respaldo de gas natural y poner como objetivo la seguridad del suministro y la eficiencia en un sistema eléctrico diversificado y competitivo.
El sector eléctrico es el más intervenido de todos. Y la clave para que el precio de la luz sea realmente competitivo es más competencia, más tecnología y menos intervención. Decir que el mercado eléctrico está liberalizado cuando sufrimos la intervención en el suministro, impuestos a la nuclear, hidráulica, subvenciones y costes de CO2 impuestos por intervención política es, como mínimo, hilarante.
Afortunadamente, la subida de la luz de estos días tendrá un impacto mucho menor en la inmensa mayoría de consumidores que no están sujetos a esa volatilidad gracias a la competencia y la eficiencia de los suministradores.
Desafortunadamente, los mismos que se benefician de que se dispare la inflación para su objetivo intervencionista les dirán que sería mejor que el suministro lo controlaran los políticos.
Va a ser una cuesta de enero muy dura para muchos ciudadanos. Y es otra prueba más de que no tenemos inflación argentina gracias a que los que gobiernan no controlan ni la política monetaria ni las empresas energéticas. Lo triste es que muchos ciudadanos verán esa ristra de subidas de impuestos y precios y seguirán pensando que el gobierno defiende a “los de abajo” y que “no hay inflación”.