España ha vivido los dos últimos años con un Presupuesto obsoleto, aprobado en 2018 por un Gobierno distinto al que lo elaboró. En 2021 todo va a cambiar para que no cambie nada porque las cuentas públicas de María Jesús Montero han quedado desfasadas cuatro semanas después de su entrada en vigor.
Ya lo advirtieron la AIReF, el Banco de España o la Comisión Europea: la recaudación estimada por el Gobierno era demasiado optimista. Pero se quedaron cortos. Los rebrotes han convertido las previsiones de la ministra de Hacienda en una quimera asentada en un cuadro macroeconómico que ningún organismo respalda.
Entre el avance del PIB del 9,8% que preveía el Gobierno para 2021 y el 5,9% que estimó ayer el FMI hay una diferencia de más de 43.000 millones de euros en términos de crecimiento. Un bocado del PIB que equivale, nada menos, que al gasto de medio año en pensiones de jubilación.
Escribo "preveía" porque la vicepresidenta económica del Gobierno, Nadia Calviño, ya no está cómoda con esa estimación de crecimiento. Ni sus compañeros del 'área ortodoxa' que diría Unidas Podemos. Ahora, la previsión 'oficial' del Gobierno se sitúa en el rango bajo del cuadro macro que presentó Calviño para elaborar las cuentas públicas. En en el entorno del 7%, un dato que en otoño no incluía los fondos europeos, pero ahora sí parece incluirlos... y aún así es optimista.
Lo cierto es que la llegada de las vacunas supuso una inyección de esperanza económica en la recta final del 2020. Sin embargo, las complicaciones en la producción, distribución y administración de las dosis, mientras avanza imparable la tercera ola, han traído de vuelta el pesimismo.
De aquí a junio, el crecimiento de la economía española será muy débil. Se espera que hacia verano, los progresos en la vacunación ya sean relevantes y la llegada de fondos de la Unión Europea empiece a animar el consumo y la inversión.
Todo esto, tiene un efecto directo en la recaudación con la que se prevé financiar el Presupuesto que más ha disparado el gasto social en la historia.
AIReF y muchos economistas ya advirtieron que el Gobierno solo podría recaudar dos de cada tres euros de lo prometido por Montero porque sus subidas de impuestos no tendrían el impacto estimado y porque el crecimiento del PIB era demasiado optimista.
Muchos economistas ya advirtieron que el Gobierno solo podría recaudar dos de cada tres euros de lo prometido por Montero
El problema -añadido- es que esas valoraciones que ya fueron críticas en otoño han empeorado este invierno. En las últimas semanas, los servicios de análisis no han dejado de revisar a la baja su estimación de crecimiento económico para España en los próximos meses.
De BBVA Research (5,5%), al panel de Funcas (6,3%) o al FMI (5,9%). Todos incorporan los fondos europeos y a nadie le salen las cuentas que presentó el Gobierno para justificar su recaudación.
Un Presupuesto se compone de ingresos y gastos. La primera partida empieza con mal pie. Y la segunda con omisiones tan importantes como el pago de los ERTE hasta mayo. Si el Gobierno incorporó para esta partida 1.150 millones de euros, la prórroga pactada con los agentes sociales y aprobada este martes en Consejo de Ministros eleva ese gasto a 5.500 millones de euros.
Con unas 'cuentas de la lechera' en vigor, hay que empezar a pensar ya en el Presupuesto de 2022. Y sobre él se ha pronunciado el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. Será un año en el que habrá que avanzar en reducir el déficit heredado de la crisis de 2008 y de la de 2020 y en el pago de los intereses de deuda.
Sánchez confía en que España podrá hacer esos deberes porque los fondos europeos harán que nuestro "crecimiento potencial" sea "más sólido y vigoroso". El FMI rebaja ese brío a un avance económico del 4,7% en 2022.
Esta pandemia nos ha hecho más pobres, aunque cuando hay que subir el gasto, los políticos quieran hacernos pensar que somos cada vez más ricos.