No voy a negar que este tipo de eventos, como lo fue en 2020 el petróleo cuando los futuros descontaron un precio de entrega negativo, son intelectualmente divertidos. En mi opinión, además de sacarnos de la monotonía informativa, alientan un debate estimulante sobre lo que de verdad ocurre en este superper ciclo alcista.
Con bastante seguridad se puede afirmar que no estamos ante un grupo de foreros hípster inconformistas, que aburridos por el confinamiento y sin saber en qué gastar el cheque semanal cortesía del Gobierno, han diseñado una especie de rebelión subversiva para atacar un hedge fund. Otra cosa son los comentarios que se extraen de Reddit -aprovecho para negar la mayor a los que piensan que es una especie de web “borroka”- que sí van en esa línea. Nada de esto habría ocurrido sin una maniobra bien orquestada por alguien que conoce el mercado y sabe operar.
Sobre el papel, las herramientas utilizadas son una manera perfectamente válida de buscar un beneficio económico que, además, no es nueva. En 2008, algo similar ocurrió con Porsche y Volkswagen. Las acciones de Volkswagen experimentaron un short squeeze que permitieron a Porsche, principal accionista de la marca de la VW, ganar miles de millones mientras algunos hedge fund los perdían por culpa de una estrategia de cortos que buscaba sacar rédito de una más que sobrevalorada Volkswagen.
Lo que pasó esta semana con GameStop tiene dos lecturas.
Primero, alguien ve la oportunidad de atacar el venerado principio de la eficiencia de mercado (hello? Anybody home? Think Eugene Fama think) de forma que se comparte la idea de que la estrategia de venta corta es errónea y que hay una forma de sacar partido de ello.
El siguiente paso es difundir la información necesaria para que de forma coordinada usando un bróker, digamos Robinhood, se aliente al público minorista a comprar unas acciones que escaseaban por su bajo free float. Principio básico de microeconomía: mayor demanda en un contexto de escasa oferta implica demanda en un contexto de escasa oferta implican un precio más alto. Todo eso también significa que el mercado está funcionando, no que esté quebrado.
De nuevo, un grupo de inversores utilizando una estrategia con opciones sobre un activo escaso no indica que el sistema en sí esté roto.
En segundo lugar, debido a la forma en que compraron las acciones utilizando opciones, se pudo generar mucha más demanda de compra de la que justificaría su inversión real. Los detalles son técnicos pero de forma breve, cuando alguien compra una opción no compra el subyacente sino un derecho sobre el mismo siendo el vendedor de la opción quien compra acciones para limitar su exposición. Cuantas más opciones, más compra de subyacente. De nuevo, un grupo de inversores utilizando una estrategia con opciones sobre un activo escaso no indica que el sistema en sí esté roto.
¿Por qué el pánico?
Algunos de los titulares han hablado del daño causado a otros participantes del mercado, en particular a los hedge fund, habituales en este tipo de estrategias. Citadel, propietario de Melvin Capital, tuvo que inyectar hasta 2.750 M$ en su fondo de cobertura por esta circunstancia. El daño, aunque real, también es parte del juego. Los responsables de una estrategia por la cual pierden dinero no son una señal de que el sistema esté roto.
Otra cuestión es que de alguna manera los mercados se han vuelto menos confiables debido a las desaforadas subidas de precios que se han presenciado y la narrativa que se ha generado en torno a este suceso. Tal vez sea así, pero el auge de las puntocom no destruyó los mercados de capitales y las distorsiones eran mucho mayores entonces que ahora. La cuestión es que si hay una vía lícita el sistema demuestra que funciona.
Todo lo que está sucediendo ahora se ha visto antes, forma parte de una práctica habitual de mercado y, de ninguna manera, nos hace caer en la idea de que el mercado esté quebrado.
Precisamente cuando se habla de legalidad es cuando cambia radicalmente el fondo del debate. De hecho, Robinhood no cesó la operativa en GameStop por una cuestión de solidaridad ni de control de la volatilidad sino porque, según un artículo de Bloomberg, el 40% de sus ingresos vienen generados por Citadel y digamos que todo se le fue un poco de las manos. De hecho, el asunto fue llevado a debate a la Cámara de Representantes y la propia Nancy Pelosi manifestó que se iniciaría una investigación del tema.
Por tanto, a mi modo de ver, todo lo que está sucediendo ahora se ha visto antes, forma parte de una práctica habitual de mercado y, de ninguna manera, nos hace caer en la idea de que el mercado esté quebrado. La pregunta es ¿podría esto haber roto el sistema?
Mi respuesta es rotunda, no. Otra cosa es que este comportamiento irracional de los precios (de nuevo aludo a Fama) nos esté dando otra señal, la enésima, de que el ciclo alcista ha tocado fondo (o alto). Es algo sobre lo que vengo advirtiendo desde hace años. Es cierto que el mercado se puede mantener más tiempo irracional que nuestro bolsillo solvente (Keynes), pero como expuso brillantemente el Nobel de Economía, Richard Thaler, es más fácil predecir una burbuja que saber cuándo explotará.
La ausencia de rendimientos y el efecto llamada de esta colosal burbuja, alienta comportamientos irreflexivos de un inversor desesperado por encontrar retorno en un mundo dominado por tipos bajos o negativos. Lo que es innegable es que todo lo que acontece en torno a los mercados es indicativo de que estamos llegando al final del camino.
** Alberto Roldán es partner de Divacons-Alphavalue.