Cada vez que se produce una crisis financiera vienen los ataques de arrepentimiento entre los protagonistas de la vida en los mercados. Ahora parece que estamos a punto de entrar en una crisis más, con características inesperadas, y los golpes de pecho ya han comenzado.

Desde comienzos de año hemos venido comentando (y la semana pasada insistíamos especialmente en ello) que el mes de enero de 2021 recordaba mucho al mes de enero de 2018 y que las coincidencias abarcaban desde la cotización del euro contra el dólar (que estaba en niveles prácticamente idénticos a los de entonces) hasta el pinchazo de la subida desaforada de la cotización del bitcoin, junto con el estancamiento de los precios de los metales industriales en los dos últimos dos meses.

Solo faltaba, para completar las semejanzas, que las bolsas cayeran con la fuerza y el estrépito con que cayeron entonces, y nos preguntábamos si el catalizador de esa caída, en caso de producirse, sería la caída del precio del bitcoin, tal y como había sucedido entonces, sin acabar de tener muy claro si eso había sido así realmente en aquel momento o si había sido una pura casualidad que bolsa y bitcoin cayeran a la vez.

La semana última ha despejado parte de las dudas: las bolsas han iniciado una caída que ha arrancado con brío, aunque, como sucede con cada bajada de precios, nunca esté del todo claro hasta donde va a llegar. La bajada se inició el martes de la semana pasada y, por ahora, no asusta por sí misma (-3,66% para el índice S&P 500 de la Bolsa de EEUU) sino por lo que está haciendo salir a la superficie y por las repercusiones que todo ello pueda tener.

En una coincidencia más con enero de 2018, el índice que mide la volatilidad o riesgo de mercado ha subido de manera brusca. Ese índice, llamado VIX, pasó a mediados de semana de 23 a 37, en tan solo un día y bruscamente, con lo que la similitud con enero de 2018 no podría ser más llamativa, aún estando todavía lejos de la variación que experimentó en 2018: pasó en solo tres días de 13 a 50.

¿Qué significa la subida de ese índice? En realidad, solo es una manera diferente de decir que la bolsa de EEUU, medida por el índice S&P 500, cayó un 2,5% el mismo día (el miércoles) en que el índice VIX tuvo esa subida tan fuerte. El que eso sea así, es algo de lo más normal ya que el índice VIX (también llamado índice del miedo) suele moverse en dirección inversa a los índices de bolsa; es decir, sube cuando las bolsas caen y baja cuando suben.

Pero, en este caso de la semana pasada, el VIX añade algo de alarma a la situación: cuando las bolsas caen con pánico, el índice del miedo lo refleja con una subida de su temperatura superior a cuando una caída de Bolsa de la misma magnitud no está preñada de la posibilidad de que se produzca una catástrofe. Así, por hacerse una idea, el 23 de septiembre pasado el índice S&P 500 cayó un 2,4% y el índice del miedo subió un 6,4%. Sin embargo, este miércoles último, para una parecida caída de bolsa, el índice del miedo subió un 62%.

El pánico comprador se produce cuando los precios en vez de bajar, suben, con lo que los fondos que vendieron las acciones tienen que correr a recomprarlas, antes de que se los coman las pérdidas.

¿Y por qué ese plus de miedo añadido? Por lo mismo que provocó una crisis en enero de 2018: el pánico comprador de los “fondos de inversión bajistas” que, según su naturaleza, habían realizado, entonces y ahora, “ventas en descubierto” (es decir, ventas de acciones que no se tienen y que, para poder venderlas, ha habido que pedirlas previamente prestadas, con la expectativa de que se producirá una gran caída de precios, se podrán recomprar a precio mucho más bajo y se podrán devolver las acciones tomadas a préstamo después de haber materializado una ganancia importante).

El pánico comprador se produce cuando los precios en vez de bajar, suben, con lo que los fondos que vendieron las acciones tienen que correr a recomprarlas, antes de que se los coman las pérdidas. Para hacerse una idea, la víctima más sonada de este pánico comprador de la semana pasada ha sido el fondo Melvin Capital Management, que puede haber perdido 2.750 millones de dólares en el empeño. De hecho, ha tenido que ser salvado por otros dos fondos.

El pánico comprador en esta ocasión lo ha provocado una coalición informal de pequeños inversores indignados con las prácticas “abusivas” de los fondos de inversión bajistas. La coalición se fraguó en una red social de pequeños inversores descontentos y enrabietados, dentro de la web Reddit.com, como en una especie de Fuenteovejuna, en la que decidieron dar un escarmiento, a los fondos bajistas que estaban deprimiendo la cotización de una empresa, GameStop, cuyo modelo de negocio se ha quedado obsoleto (venden videojuegos en tiendas, cuando ya se compran online).

Para tener la capacidad de tiro suficiente con que lograrlo decidieron actuar “todos a una”, comprando no tanto las acciones de la empresa castigada por los fondos bajistas (lo que sería utilizar pólvora como munición) sino un instrumento financiero llamado “opciones de compra sobre acciones” que vendría a ser el equivalente a usar dinamita, por la manera en que multiplica ese efecto comprador que querían provocar.

Y lograron su objetivo: la casi quiebra del fondo bajista. El problema es que este Fuenteovejuna financiero y americano está poniendo en solfa la estabilidad del sistema, hasta tal punto que el pánico se ha desatado no solo en bolsa, sino entre las autoridades financieras de EEUU y del resto de mundo.

Los pequeños inversores ya parecen aquellos campesinos enloquecidos a los que León Trotsky veía como “escapados de los claustros de la Edad Media”, liderados por Thomas Müntzer y aterrorizando al propio Lutero, que los había enardecido para lanzarse a la lucha.

El problema es que este Fuenteovejuna financiero y americano está poniendo en solfa la estabilidad del sistema, hasta tal punto que el pánico se ha desatado no solo en bolsa, sino entre las autoridades financieras de EEUU y del resto de mundo.

Pequeños inversores enfadados y envalentonados por el éxito de la "operación GameStop” tras la que han lanzado el ataque sobre fondos bajistas vendedores de las acciones de otras empresas: AMC (salas de cine), Blackberry, etc. Y no es que esto tenga nada de malo en sí, pero está poniendo en riesgo las crujías del sistema: desde la capacidad de las cámaras de compensación y liquidación para hacer frente a la avalancha, hasta la solvencia de las sociedades de valores preferidas por los “millennials” para realizar sus compraventas desde el teléfono móvil, como es el caso del bróker online Robinhood.

El alud que puede estarse desatando tiene proporciones de crisis financiera potencial: fondos de inversión bajistas que quiebran; que no pueden cumplir, por tanto, sus compromisos y provocan la quiebra de otros; que tienen que realizar ventas obligadas para poder atender las peticiones de reembolso de sus partícipes, haciendo caer las Bolsas, y así sucesivamente.

Con suerte, si la comparación con 2018 prevalece, las caídas acumuladas del S&P 500 no deberían superar el -12%.

La conmoción es tal que ya comienzan los llantos y las quejas por parte de los mismos que han contribuido a llevar las cosas a estos extremos: desde Citron Research, una empresa especializada en hacer análisis para ser utilizados por fondos bajistas, ya han anunciado que cesan en esa actividad que favorece la caída de las cotizaciones de empresas en dificultades.

El resto de Wall Street muestra también su consternación y se divide entre quienes se suman a la nueva fiesta y quienes, más convencionales, intentan contener la marea. Otros, como Elon Musk, el gran emprendedor y líder de Tesla, que tiene escoceduras por cómo le han tratado los fondos bajistas en el pasado, se ha puesto al frente de la revuelta y actúa de Thomas Müntzer esta vez…

Cuando todo esto haya pasado, todo el mundo se preguntará compungido, como en los años 1998, 2000, 2008, 2012, 2016 y 2020 si habremos aprendido algo. Creo que la respuesta está bastante clara y es… que no.