El pasado julio el presidente del Gobierno pidió a los españoles que aprendiéramos a convivir con el coronavirus. En los últimos 12 días he tenido la oportunidad de hacerlo, de manera literal, y es mejor no cohabitar con la Covid-19.
Con la tercera ola desbordada -aunque empiece a ceder la curva- y con la cuarta ola anunciada, trabajar para atajar los contagios sin esperar a que las vacunas funcionen debería ser crucial para las autoridades sanitarias.
Sin embargo, aunque se han producido avances desde que hace poco menos de un año la pandemia irrumpió en nuestra normalidad, el sistema para combatir la Covid hace aguas y sellar sus fugas podría salvar muchas vidas, empleos, empresas y es posible que también muchos casos de fracaso escolar en el futuro.
El sistema para combatir la Covid hace aguas y sellar sus fugas podría salvar muchas vidas y empleos
Once meses después de la llegada de la pandemia, el rastreo de los casos es más que deficiente, pese a la amabilidad y paciencia de los rastreadores. La mala calidad de los datos que se recogen complica la adopción de medidas que garanticen un equilibrio entre salud y economía, que van de la mano.
Es lógico que los datos digan que las reuniones familiares o la convivencia con un contagiado son el principal foco de contagio porque hasta que el virus no entra en un hogar, no comienza el rastreo. Pero no deberíamos olvidar que en un porcentaje muy importante de casos, me atrevería decir que en la mayoría, es muy difícil conocer el verdadero origen del brote.
Esto explica también que los contactos laborales y los centros educativos sigan en ese listado. Es más difícil que en la conversación con el rastreador salga a relucir la visita que hizo el contagiado a un centro comercial o a una cafetería unos días o semanas antes del positivo que su paso por la oficina o por el colegio.
Es evidente que ese sistema es insuficiente. Solo se dedica a perseguir al virus, pero no a adelantarlo y ni siquiera lo hace con garantías de poder frenarlo. Pongamos un ejemplo básico. Imagine un comercial que está a punto de cerrar varias operaciones y tiene Covid-19, ¿ofrecerá de forma voluntaria la información de contacto de sus clientes para que les den la mala noticia de que deben confinarse 10 días por su visita?
El único modo eficaz de obtener esa información sería con una app que funcionara de manera anónima y que una importante masa de población tuviera instalada en su dispositivo. Es decir, podría tratarse de Radar Covid. Pero los datos reflejan que la aplicación que diseñó el Ministerio de Economía y Transformación Digital solo cuenta con 6,9 millones de descargas y solo ha permitido identificar el origen de 48.824 contagios.
Todos los ciudadanos deberíamos instalarnos esta app. Pero para ello es imprescindible que las autoridades la hagan funcionar. ¿Qué autoridades? Llegamos a los vacíos de la cogobernanza para que nadie asuma la responsabilidad de que solo un 2% de los casos hayan sido detectados gracias a Radar Covid.
Esta app, que tardó meses en diseñarse y estuvo operativa en agosto, arrancó dando numerosos problemas técnicos en los teléfonos móviles. Sin embargo, seis meses después, debería mejorarse para que fuera más eficaz en muchos otros aspectos.
Todos los ciudadanos deberíamos instalarnos Radar Covid. Pero es imprescindible que las autoridades la hagan funcionar
Uno crucial, en la velocidad de activar la alerta. En la Comunidad de Madrid, por ejemplo, desde que a una persona le informan de que ha dado positivo en un test de antígenos o una PCR hasta que recibe el código de activación para que la app lance el aviso pasan al menos 24 horas. Algo que no se entiende en la era de la digitalización y el Big Data.
En esas horas, los contactos cercanos a ese positivo anónimo pueden seguir haciendo su 'nueva vida normal' sin saber que portan el virus y permitiendo que la Covid se esparza a sus anchas.
Y aquí viene otro elemento preocupante. El virus sigue expandiéndose sin que sepamos con certeza a cuántos ha contagiado. Según un estudio de Fedea, la estadística de 2,9 millones de contagiados confirmados es falsa. Con el análisis de la información disponible, los economistas que coordinan Florentino Felgueroso y Ángel de la Fuente calculan que casi 6,5 millones de españoles se han contagiado ya de la Covid-19.
El virus sigue expandiéndose sin que sepamos con certeza a cuántos ha contagiado. Podrían ser casi 6,5 millones
Tampoco sabemos con certeza a qué tipo de cepas nos enfrentamos en cada caso, ya que el análisis de las PCR es aleatorio
Pese a que la vacunación avanza de forma mucho más lenta de lo prometido, el proceso está en marcha. A estas alturas carece de sentido buscar la inmunidad de rebaño desde el punto de vista social y económico.
La economía necesita certezas y garantías de que se protege la salud para funcionar. Y como también advierte Fedea, la Covid-19 está teniendo efectos notables sobre la salud mental de la población. Esto también tendrá un coste. Por no hablar de la pérdida de vidas, de empleos, el aumento de la brecha educativa y un largo etcétera.
Es mucho más barato hacer funcionar Radar Covid que permitir que las olas dejen a su paso el paisaje de un tsunami con muertes, problemas de salud derivados del virus y devastación de riqueza. Háganlo, para que la cuarta ola solo llegue a la orilla.