La pandemia de la Covid-19 y las restricciones a la movilidad, reunión y aperturas comerciales puestas en marcha para intentar frenar su avance han propiciado que 2020 haya sido un año muy complicado. La contracción se cebó con la economía española, cuyo PIB se redujo en un 11% el año pasado, superando la caída en el conjunto de la Unión Europea (7%) o del mundo (3%).
La contracción en 2020, y el hecho de que fuera mayor en España, se explica por dos razones: la primera, porque fue uno de los países con mayor impacto sanitario en la primera oleada, lo que llevó a imponer medidas más restrictivas. Y la segunda, por la especialización sectorial de la economía española, en la que pesan más las actividades de servicios personales o ligadas a consumos realizados de forma social.
Este segundo punto en particular también explica que, de acuerdo con las previsiones de BBVA Research, las diferencias en el crecimiento por comunidades autónomas sean mucho más elevadas que en otros momentos.
Así, aquellas regiones más especializadas en actividades industriales o agrarias vieron cómo su actividad se recuperaba de forma relativamente rápida al levantarse el confinamiento y progresivamente retornaba la demanda de bienes. Castilla-La Mancha, Extremadura, Cantabria, Aragón y Galicia formarían parte de este grupo, para el que se espera que el PIB se hubiera contraído menos del 10% en 2020.
Por el contrario, las regiones dependientes del turismo, especialmente las orientadas al visitante extranjero, son las que se habrían visto más afectadas, ya que la oferta de servicios a las personas sigue viéndose directamente perjudicada por las restricciones que continúan imponiéndose para contener la propagación de la pandemia: en Baleares y Canarias, el PIB habría caído más de un 15%, y en Andalucía y Cataluña también se habría observado una contracción algo más intensa que en el conjunto de España.
Y estas caídas habrían sido aún más intensas si no fuera por la política monetaria expansiva y por algunas medidas fiscales y de renta contundentes, como los avales del ICO o los ERTE, que han impedido que la disminución de la actividad se trasladara con la misma intensidad que en otras crisis al cierre de empresas o a las cifras de empleo.
La llegada de las vacunas y su inoculación a la población es la clave de bóveda sobre la que se sustenta la recuperación de la economía en 2021 y, sobre todo, en 2022. Aunque en el arranque del año seguimos viendo un elevado número de contagios y restricciones a la actividad y movilidad en muchos puntos del territorio, se espera que la mejora mundial y europea continúe tirando de las exportaciones de bienes, y a medida que se extienda la vacunación, se puedan relajar así las restricciones aún vigentes.
La llegada de las vacunas y su inoculación a la población es la clave de bóveda sobre la que se sustenta la recuperación de la economía en 2021 y, sobre todo, en 2022
Esto permitirá recuperar parcialmente la actividad turística, y que las comunidades que más cayeron en 2020 experimenten una mayor recuperación en 2021 si, tal como contemplan nuestras previsiones, la movilidad se recupera parcialmente para la temporada de verano.
Además, cuando la pandemia sea ya historia en los países desarrollados, el empuje al turismo podría ser aún mayor, permitiendo que este dinamismo de las comunidades turísticas se repita. Este es el factor principal que determina la velocidad de recuperación en el próximo bienio en las distintas comunidades.
Un segundo factor a tener en cuenta es el margen que permite la capacidad de producción actualmente no utilizada. Frente a lo sucedido en otras crisis, en las que parte del capital existente se pierde, en la actual la capacidad de reaccionar cuando se recupere la demanda se mantiene virtualmente intacta, lo que permitirá recuperar el ritmo de producción rápidamente en cuanto aumente la demanda.
El margen es ahora mayor en los territorios que tienen una mayor especialización en turismo y servicios sociales (esencialmente, las islas y la costa mediterránea), y en los que la industria es puntera y podría aprovechar el aumento de la demanda de bienes de inversión tanto dentro como fuera de España.
Finalmente, el tercer factor que impulsará el crecimiento son las extraordinarias medidas que se han puesto en marcha por parte de las autoridades. Por un lado, la ampliación de algunas de ellas que se iniciaron en 2020, como la flexibilización de los créditos ICO o la continuidad de los ERTE existentes para los próximos meses limitan la contracción del consumo de los hogares.
El tercer factor que impulsará el crecimiento son las extraordinarias medidas que se han puesto en marcha por parte de las autoridades
Por otra parte, las nuevas medidas que se aproximan de la mano de la mayor inyección fiscal, con la puesta en marcha de presupuestos expansivos, y los fondos europeos del Next Generation EU, que para España pueden alcanzar, en promedio, del orden de 1,5 puntos por año entre 2021 y 2023.
Cabe destacar, que las preasignaciones estimativas que aparecen en los Presupuestos Generales del Estado son solamente una parte de los fondos que pueden gastarse durante este año y, además, habrá que ver cuántos de los que finalmente se aprueben se lograrán gestionar.
Entre lo que ya se conoce, el reparto del Fondo de Reactivación REACT-UE prima, por ahora, a Canarias, Castilla-La Mancha y Andalucía. Aunque la incidencia territorial de los fondos podría cambiar en función de donde se realicen las inversiones específicas, principalmente teniendo en cuenta unos criterios en los que primarán de forma relevante la digitalización y la sostenibilidad medioambiental.
En todo caso, este escenario presenta una elevada incertidumbre, y en él prevalecen tres riesgos importantes: en primer lugar, que no se produzcan retrasos en el proceso de vacunación, ya que la incidencia de la Covid-19 limita la recuperación del consumo.
Segundo, que aparezcan problemas de solvencia y supervivencia empresarial si las ayudas con las que están sobreviviendo finalizan antes de que se recupere su demanda. Aquí, las regiones con empresas de menor tamaño son las que más se juegan por su menor capacidad financiera.
Y tercero, es imprescindible que se adopten las reformas necesarias para mejorar el potencial de la economía. Independientemente de la condicionalidad que incorporen los fondos europeos, estas reformas -principalmente en digitalización, mercado de trabajo y transición energética- permitirán una recuperación más vigorosa y sostenible y una sociedad más inclusiva.
Si se llevan a cabo, mejorará el potencial del crecimiento y podrían salir más favorecidas las comunidades que cuentan con mayores retrasos. Sin duda, no aprovechar esta oportunidad para realizar las reformas, en cambio, podría dañar la credibilidad de las instituciones y, a la larga, disminuir también el crecimiento.
*** Pep Ruiz es economista de BBVA Research.