La pelea entre el PSOE y Unidas Podemos en el Gobierno no es puntual. Sus estrategias difieren radicalmente. Sánchez e Iglesias tienen visiones distintas de lo que puede ocurrir en los próximos años y buscan objetivos diferentes.
El presidente Sánchez, después de las elecciones catalanas y las posibles madrileñas, puede centrarse en mejorar la economía puesto que, pasado el 4 de mayo, los próximos comicios, serían los andaluces a finales de 2022. Más de año y medio de secano electoral sin presión política.
Para reanimar esa economía Sánchez confía en dos palancas: a) la inyección de los Fondos de Reconstrucción de la Unión Europea; y b) la recuperación del turismo cuando la pandemia remita. Con ello piensa cubrir en 2022 el déficit fiscal y el paro que van a dejar 2020 y 2021.
Para cubrir el déficit fiscal necesita el crecimiento recaudatorio del IVA, IRPF e Impuesto de Sociedades. Eso no ocurrirá hasta bien pasada la mitad de este año, para recuperarse definitivamente en 2022. El mercado laboral tampoco se arreglará en 2021. Los turistas extranjeros no vendrán como en años anteriores. El paro registrado se mantendrá. Si algunos de los cuatro millones de personas registradas en el SEPE encuentran trabajo, los que están trabajando, o parte de los 900.000 que están en el ERTE, aumentarán el paro después de la oleada de EREs que se avecina.
Conclusión: Sánchez sabe que la economía no empezará a remontar de verdad, si lo hace, hasta otoño. Cuando normalmente se desacelera por el final de la campaña turística. Por tanto, no se creará trabajo en este año. Sólo Canarias se aprovechará de la desaparición del miedo a la Covid-19 ya que su temporada alta empieza en octubre.
Sánchez sabe que la economía no empezará a remontar de verdad, si lo hace, hasta otoño
Con estos datos sobre la mesa, Sánchez espera que 2022 sea el año de creación de puestos de trabajo y eso le permitiría ir holgado a las elecciones que se producirían a partir de 2023 (andaluzas, autonómicas, locales y generales...). Las afrontaría con triunfos económicos para seguir gobernando, a ser posible en solitario. Es la estrategia socialdemócrata de la parte socialista del Gobierno. Lo que parece que no ve Sánchez es la estrategia de la otra parte del Gobierno, la de UP.
El vicepresidente Iglesias espera que la población llegue con su economía agotada y subvencionada en gran parte a 2023. En ese momento para sobrevivir la Administración Pública, cada vez más grande, succionará más recursos del resto de la población activa ocupada vía impuestos.
Una población activa ocupada que, según UP, se irá reduciendo poco a poco para concentrarse en grandes empresas. Empresas que necesitarán la ayuda del Estado porque sus clientes estarán subvencionados, tendrán poca capacidad de consumo, y sólo la Administración tendrá recursos.
Iglesias espera que entonces el Estado, a cambio de ayudas, podría intervenir en esas empresas. Primero introduciendo miembros en sus consejos de administración, luego convirtiéndose en mayoritario para controlarlas. El final de su estrategia es concentrar el poder económico en una élite política que definirá el destino del resto.
El final de la estrategia de Iglesias es concentrar el poder económico en una élite política que definirá el destino del resto
Puede que usted, querido lector, piense que esto es un cuento para desacreditar a UP. De lo que no estoy tan seguro es que Iglesias no lo lleve en su mochila de manera discreta, pero persistente. De momento, pretende empezar dominando los medios de comunicación privados. Eso sí lo ha dicho con claridad. Sería su primer paso.
Luego, según su estrategia, el Estado iría controlando sectores enteros. Con los medios de comunicación "secuestrados" y gran parte de la población viviendo de los Presupuestos del Estado, la sociedad acabaría considerando el proceso natural e irreversible. Poco a poco, inexorablemente el poder económico confluiría en el político. Por eso UP que no quería trasladar las ayudas directas a las empresas a las Comunidades Autónomas donde tienen menos poder que en el Gobierno.
Su objetivo parece irrealizable; se puede calificar de distopía. Y esa es su ventaja. El PSOE no la ve, los demás partidos no se la creen. Por eso no hacen nada para frenarla. Iglesias sabe que esa incredulidad es su fuerza. Si consiguiera sus objetivos, todos dirían: ¿Pero como hemos llegado a esto? Es lo que se preguntan en estos momentos los venezolanos.