“As leaders look to you, attacking”, Jon Anderson.
Una de las grandes falacias que se repite constantemente es que hay que subir impuestos para reducir la deuda. España no bajó ni un impuesto en 2020 y, además de recaudar mucho menos que países comparables, cerró el año con el dudoso honor de ser el país de la eurozona que menos apoyo fiscal dio al tejido productivo y el que mayor déficit generó.
Subir impuestos no implica recaudar más. El déficit no se reduce subiendo impuestos porque incluso si recaudan algo, el gasto crece más que los ingresos. El déficit es siempre y en todo lugar un exceso de gasto.
La administración no está para decirnos cuánto tenemos que hundir nuestra renta disponible según lo que desea ingresar, sino para administrar, de ahí su nombre.
“Es por la pandemia”, nos dicen. Pues no. El gobierno de España ya había disparado el gasto corriente en 2019 y ya estaba incumpliendo sus propios objetivos de déficit en los primeros meses de 2020. Todos los países de nuestro entorno han sufrido la pandemia y ninguno, ni siquiera países con más exposición al turismo, han tenido un agujero similar en las cuentas.
El déficit no se reduce subiendo impuestos porque incluso si recaudan algo, el gasto crece más que los ingresos
El déficit se ha disparado a 113.172 millones de euros (el 10,09% del PIB), 77.557 millones más que en 2019, cuando el déficit ya subió a un 2,64% del PIB. Los déficits de Portugal y Grecia, más expuestos al turismo, fueron del 5,7% y el 7,9% del PIB. Ni Francia, con enormes ayudas a empresas, superó el 92% del PIB.
Los gastos aumentaron en 53.070 millones de euros frente al año anterior. Según el gobierno, el 85% de esta cifra corresponde a medidas adoptadas para mitigar los efectos de la pandemia. Sin embargo, la realidad es que se han mantenido o aumentado todos los gastos que ya se habían disparado en 2019 y a ello se han sumado los estabilizadores automáticos, algo que no tiene nada que ver con el gobierno. Es más, los ERTE no son “gasto por el Covid”.
Los ERTE son una ayuda de los empresarios al gobierno, porque esas personas aumentarían mucho más el gasto si estuvieran en paro, casi el doble. No olvidemos que el gobierno llama ayudas al tejido productivo a los préstamos ICO, que ni computan en este déficit (no son un gasto) ni son gratis (además de altos intereses, el ICO cobra por avalarlos).
De hecho, podemos concluir que menos de un 30% de esos gastos que denominan “para luchar contra la pandemia” son medidas especificas fuera de lo que salta automáticamente al dispararse el paro por el cierre forzoso e incompetente impuesto.
Ojo al nivel de expolio fiscal en un año de desplome de tantos sectores, año en el que el consumo de las familias cae más de un 12%, la inversión más de un 11% y los ingresos de las empresas se han hundido. El valor añadido bruto (VAB) en 2020 en construcción se desplomó un 14,5%, en servicios un 11,1%, y la industria y energía un 9,6%... Pues bien, la recaudación fiscal cayó en 21.674 millones, solo un 7,8% inferior.
Los impuestos indirectos un 11% y los directos, un 3%. En cambio, las cotizaciones sociales han crecido un 0,8%, es decir, el hachazo fiscal ha sido enorme en medio de la pandemia que ha devastado sectores completos.
En 2020 ya han disparado la presión fiscal, un aumento de… ¡dos puntos de PIB! En medio de una crisis brutal. La presión fiscal -porcentaje de ingresos tributarios del Estado respecto al PIB- marcó un récord histórico del 36,6% del PIB en 2020. No olvidemos que la presión fiscal es una ratio recaudatoria, no un indicador real del nivel de impuestos que pagamos. Lo que a usted y a mí nos importa, que es la cuña fiscal (lo que pagamos de impuestos con respecto a lo que cobramos), ya había subido en 2018 y 2019 y se vuelve a disparar en 2020.
En 2016, la cuña fiscal total sobre el trabajo para jóvenes entre 16 y 24 años con una renta de 12.637 euros era de 31,90%
En 2016, la cuña fiscal total sobre el trabajo para jóvenes entre 16 y 24 años con una renta de 12.637 euros era de 31,90%. De 25 a 34 con renta media de 18.911 era de 35,76%. De 35 a 44 con 23.417 euros era de 39,25%. De 45 a 54, con renta media de 25.008, un 39,63%. Entre 2018 y 2020, ha subido en todos los tramos, especialmente para los jóvenes, y eso antes de considerar las subidas de impuestos indirectos. Esta tendencia no solo aumenta en 2021, sino que presentan toda una batería de impuestos de los cuales el 80% afectan a todos los consumidores y trabajadores.
Ahora le van a cobrar impuestos incluso a los trabajadores en ERTE que no han cobrado… Eso sí, te dan la posibilidad de periodificarlo, algo que ya existía.
En vez de tener una fiscalidad atractiva orientada a aumentar y atraer bases imponibles, empleo e inversión, lo único que hacen es expoliar a los pocos supervivientes de cada crisis.
La obsesión por recaudar lo que sea de aquello que quede del expolio con una fiscalidad confiscatoria y extractiva es una de las razones por las que España no ha tenido un presupuesto equilibrado incluso en crecimiento. No olvidemos que ya en 2019 el gobierno se saltó su propio objetivo de déficit y lo aumentó al 2,7% con la economía creciendo y creando empleo.
La excusa del déficit para subir impuestos es una falacia pueril. Todos sabemos que en periodo de crecimiento consumen más de lo ingresado porque “hay que crecer” y en crisis mucho más porque “hay crisis”. El engaño de que todo esto lo pagarán los ricos y las grandes empresas se desmonta fácilmente. El que piense que 90.000 personas y 35 empresas van a pagar 113.000 millones más de lo que ya pagan en impuestos, se merece el hachazo que les va a caer.
El déficit y la deuda no vienen de ayudas a empresas, ni de lejos. Sin empresas y sin sector privado no hay sanidad ni sector público.
El déficit no se reduce subiendo impuestos, especialmente cuando su objetivo es seguir disparando el gasto, se reduce creciendo más y atrayendo más empleo e inversión. Si se ponen más escollos de los que ya hay con la falacia de que recaudamos poco, cuando la causa es el altísimo paro y la economía sumergida, no que los impuestos sean bajos, lo único que van a conseguir es destruir lo que fingen proteger.
La próxima vez que los destructores de crecimiento potencial les digan que defienden “lo público” expoliando a los sectores productivos y poniendo zancadillas a la inversión, recuerden que lo que están haciendo es destruir eso que dicen defender.
La gran lección de esta crisis es que el mal llamado “escudo social” te lo van a cobrar euro por euro de vuelta y sin tocar uno solo de los aumentos de gasto político e innecesario.