La economía española se encuentra en un momento crucial. Tras un año de pandemia, que ha provocado una severa crisis en la economía española con consecuencias devastadores en su tejido empresarial, nos enfrentamos a un futuro algo más esperanzador por la disponibilidad de las vacunas, aunque también colmado de retos.
En una coyuntura caracterizada por la incertidumbre es obligado acertar en las decisiones de política económica que tienen que irse implementando en los próximos meses.
En el momento actual resulta prioritario combatir la pandemia, al tiempo que se deben mantener o incluso ampliar, todas aquellas medidas destinadas a preservar y fortalecer el tejido empresarial y a ayudar a los colectivos más afectados o vulnerables.
Este es el primer paso para afianzar la recuperación en 2021, cuya intensidad en buena medida está ligada al proceso de vacunación y a la consiguiente normalización de la actividad y la movilidad.
En este mismo año, pero con continuidad de futuro, también contaremos con los fondos europeos. No cabe duda de que estos recursos procedentes de Europa constituyen una oportunidad histórica para abordar las transformaciones y reformas necesarias para modernizar nuestra economía.
Por ello, es de vital importancia que España realice un correcto aprovechamiento de estos fondos, tal y como estamos apoyando desde CEOE, donde hemos creado una oficina técnica para ello y hemos planteado al Gobierno un proyecto, del que nos sentimos especialmente orgullosos, integrado por 21 iniciativas estratégicas para la recuperación y transformación de la economía española.
Estos recursos procedentes de Europa constituyen una oportunidad histórica para abordar las transformaciones y reformas necesarias
Los empresarios españoles pensamos que estos fondos deben destinarse a la realización de inversiones productivas que contengan una visión estratégica a largo plazo y que aumenten nuestra potencial de crecimiento a largo plazo.
Se debe apostar por los grandes ejes marcados por la Comisión Europea, como son, la transformación digital y ecológica, que están, a su vez, intrínsecamente ligadas, con otras palancas clave, como la I+D, la innovación, la industrialización o la educación.
Y para lograrlo, el sector privado tiene mucho que aportar. Las empresas españolas cuentan con una información más detallada de su entorno y, por tanto, su participación, ya sea en la decisión, ejecución, o, al menos, gestión, incrementa las probabilidades de que los proyectos abordados sean oportunos, útiles y generadores de valor añadido.
Una probabilidad que también se ve incrementada al condicionar el proceso decisorio al cumplimiento de dos filtros complementarios: el público y el privado. Todo ello conseguirá que el efecto arrastre de estos recursos sea mayor y que no se produzcan pérdidas en las inversiones de estos fondos en términos de costes de oportunidad.
Junto a las grandes líneas de inversión y la colaboración público-privada, la otra gran prioridad de la economía española es llevar a cabo un programa de reformas estructurales. Una necesidad que vienen reclamando desde hace años diferentes organismos e instituciones nacionales e internacionales para mejorar la competitividad de la economía española y corregir los desequilibrios, pero que ahora se tiene que materializar, porque es un requisito necesario para el desembolso de los fondos.
No es nada nuevo afirmar que, si se llevan a cabo las reformas necesarias, se aprovechan mejor estos fondos europeos, aumentando su efecto tractor y acelerando la recuperación.
La otra gran prioridad de la economía española es llevar a cabo un programa de reformas estructurales
Si con la llegada de estos fondos y a la realización de las reformas, el marco regulador crea un clima más favorable para la actividad económica y la empresa, la posibilidad de lograr un dinamismo económico sin precedentes gana fuerza.
En opinión de las distintas instituciones nacionales e internacionales, la economía española será una de las que más tarde en recuperar los niveles de actividad y empleo anteriores a la pandemia.
Por ello, todas aquellas medidas destinadas a generar confianza constituyen un factor clave para la inversión empresarial y la actividad económica. Y más precisamente, en un momento en el que algunos retos pendientes, como la consolidación fiscal, se han aplazado hasta que se consolide la recuperación.
En definitiva, en este momento crucial para la economía española, los empresarios españoles queremos sumar en este proyecto de transformación de nuestro tejido productivo, que nos va a llevar hacia un modelo económico más digital, ecológico, vertebrador y competitivo.
Lo podemos hacer aportando nuestra visión estratégica y nuestra experiencia en gestión y eficacia en la ejecución de proyectos de inversión en cualquier dimensión, grande o pequeña. Y sin duda, contando con todos los participantes del diálogo social.
*** Antonio Garamendi es presidente de la CEOE.