Al inversor español se le avecina una avalancha verde en forma de salidas a bolsa de negocios renovables. A las ya conocidas iniciativas por parte de Acciona y Repsol de desprenderse de parte de su actividad renovable, hay que sumar las ya confirmadas colocaciones de Ecoener y OPDEnergy. En total estamos hablando de unos objetivos preliminares de captación, que no de valoración, de 8.000 millones de euros.
Sin entrar en el debate del potencial de cada una de estas compañías, la pregunta es obligada ¿tiene el inversor capacidad para absorber cuatro salidas a bolsa en un plazo de tiempo tan limitado? La respuesta es que a priori, parece complicada.
Históricamente, el Ibex-35 ha sido un índice dominado por Telefónica y los bancos, cuyo peso hoy no tiene nada que ver con el de las últimas décadas. La decadencia de Telefónica y la situación estructural de la banca, han posibilitado esa circunstancia. Aunque es evidente que la intención de colocar estos negocios verdes no tiene nada que ver con la idea de dotar de un espíritu renovador al Ibex-35, parce que nos encontramos ante un Green New Deal bursátil.
El sector eléctrico, tanto el renovable como el convencional, representa algo más de una cuarta parte de la capitalización bursátil de nuestro índice superando en un par de puntos porcentuales el peso de la banca. Este cambio se constató en 2020, un ejercicio en el que toda Europa se vio inundada por una marea verde.
No hay eléctrica que no haya anunciado planes de una mayor incursión en generación renovable en los últimos tiempos. La mayor compañía europea por valor de mercado, la italiana Enel, cuenta con un ambicioso plan de inversión de 150.000 millones de euros dominado por las energías renovables. Iberdrola, solo superada en tamaño en España por Inditex, seguirá ese mismo camino. La francesa EDF, siempre ligada de forma exclusiva a la generación nuclear, ha anunciado un giro radical hacia un mix de negocio más renovable que, cómo no, tendrá una próxima colocación en mercado de esta actividad.
Las bolsas viven un boom renovable. Y como siempre ocurre, cuando hay una fiebre por algo, ese efecto se ve repercutido en los precios. Las utilities fueron las grandes protagonistas durante 2020 en las bolsas europeas y el sector vinculado con la parte más de energías renovables lo hizo especialmente bien. Hablamos de las compañías dedicadas a la generación y producción de energía solar, eólica y cualquier otro origen renovable, como de los fabricantes de componentes para el sector, Siemens Gamesa, Vestas o Prysmiam por poner algunos ejemplos.
Sin embargo, el sector experimenta un repliegue este año. ¿Se ha agotado la fiebre verde? Es evidente que no pero su condición de proxy a los tipos de interés le ha pasado factura. Al sector le sienta especialmente mal este debate de mayores tipos de interés debido al elevado peso de la deuda que arrastra por la demanda masiva de proyectos renovables en todo el mundo. Si la prima de riesgo se normalizase es claro que el sector no iba a quedar inmune porque además las mayores compañías europeas están en el cono sur del continente.
Y la valoración. Alphavalue Research ve al sector cotizando de media a 15x beneficios. Se podría decir que con una valoración apropiada y justa. Pero si miramos a las compañías con un mayor peso en energías alternativas, ese multiplicador de beneficios se duplica. El sector no está barato.
La avalancha que colocaciones que se nos viene tiene otras implicaciones. Es evidente que cada compañía argumentará a su favor las virtudes de su propio negocio, que bien podrá ser la diversificación geográfica, de negocio (la moda ahora es el offshore) o el pipeline de desarrollo. Pero eso obliga a la banca de inversión que abandera estas colocaciones a una intensa campaña de marketing para convencer a los inversores de que no hay saturación.
Este tema de la banca de inversión y sus bonus ya lo he mencionado en numerosas ocasiones. Cuando el ciclo bursátil entra en su fase más alargada, el sobrecalentamiento del mismo se aprecia en la presión que los bancos ejercen para poder participar en operaciones que cada vez tiene más difícil justificación. Ya no es tanto una colocación tan forzada como la de Deliveroo, cuyo fiasco era más que previsible y aun así se consiguió “colocar” entre inversores, sino que en este caso particular los argumentos parece entrar en bucle.
Además tenemos la fiebre de las SPAC, que amenazan el siempre lucrativo negocio de las OPV monopolizado por los bancos. Su irrupción en Europa ya ha empezado a pequeña escala con compañías de bajo tamaño, desconocidas y de proyectos ambiciosos pero modestos. Lo que es indudable es que, hasta su pinchazo, es cuestión de tiempo que la sombra pase a ser una amenaza.
En definitiva, este nuevo paradigma verde de los mercados amenaza con sumarse al capítulo de burbujas que tenemos en curso. Hay saturación de argumentos, eso es evidente, y empezamos a tener un mercado donde es muy posible que, salvo elevados descuentos cosa difícil por lo que estamos viendo, cada colocación haya que sudarla. Y mucho.
***Alberto Roldán es socio de Divacons-Alphavalue.