Desde que se convocaron elecciones a la Comunidad de Madrid sobrevuelan por encima de nuestras cabezas todo tipo de misiles dirigidos contra el Gobierno conjunto del Partido Popular y Ciudadanos, que ha sido el que ha gestionado la región desde hace dos años, y que se ha enfrentado a la pandemia y a las contradicciones y confusiones del Gobierno de la nación.
Uno de esos misiles apunta a la poca ayuda a la hosteleria. No deja de sorprender esta acusación cuando apenas hace días se acusaba al Gobierno madrileño de permitir la apertura de bares y restaurantes, desmarcándose de las estrictas medidas de otras comunidades autónomas.
Las acusaciones, que apuntan a Ayuso en concreto, y que intentan minar su popularidad, se refieren a que las ayudas directas no son específicas a la hostelería, y que hay otras ayudas específicas pero que no son directas, sino avales para la concesión de préstamos.
Hace pocos días, la actriz Marisa Paredes, entrevistada por la periodista Cristina Pardo, afirmaba que el modelo de Ayuso es "hacer trabajar" a la hostelería en lugar de "hacer fábricas, hospitales, escuelas y carreteras". También reconocía que España es "un país fundamentalmente turístico, lamentablemente", y que "eso hace que no se desarrolle todo lo demás: la ciencia, la investigación..., lo que hace la base de un país para no depender, como pasa ahora, de otros". Se erige en defensora de los trabajadores a quienes mira a la cara y parece decirles: "Te dejo en la calle, pero lo hago por ti".
La actriz Marisa Paredes parece decir: 'Te dejo en la calle, pero lo hago por ti'
No pasaría de ser una desafortunada declaración de alguien que no sabe de economía (y a lo mejor tampoco tiene por qué saber), si no fuera porque sus palabras son compartidas por personas a quienes sí se les supone más conocimiento de los rudimentos de la economía, y que toman decisiones públicas.
Me sorprende que interprete que no prohibir es lo mismo que obligar. Permitir que abran los locales y que los trabajadores del sector principal de nuestro país mantengan empleo y actividad ya es una gran ayuda de lo más directa.
No obstante, parece que la actriz tiene una idea bastante clara de lo que es el concepto de costes de oportunidad. Y eso es un paso de gigante en la comprensión de los fenómenos económicos.
Es verdad que al invertir o gastar en una cosa entraña una pérdida no evidente que consiste en lo que habrías ganado (en beneficios o en satisfacción) si lo hubieras invertido o gastado de otra manera. El dinero de una subvención directa a la hostelería o a la cultura, deja de ser invertido en residencias de ancianos, o en investigación para combatir el cáncer, o en educación especial.
A pesar de ello, la comparación del trabajo en hospitales, educación y hostelería, como si se tratara de un factor homogéneo es inaudito viniendo de alguien que, sin duda, realiza maravillosamente un trabajo tan único como la interpretación.
Mucho más complicado me parece la profesión de médico, sinceramente. O la de psicólogo geriatra. Y, sin embargo, nunca se me ocurriría reclamar al Gobierno que cierre los cines y teatros y que deje de hacer trabajar a los artistas para que haya más trabajo en el sector sanitario.
Las ayudas ofrecidas por la Comunidad de Madrid no generan dependencia. Al revés, permiten que los bares, restaurantes, pero también pequeños comercios, supermercados, peluquerías, y muchos otros trabajadores y pequeños empresarios, sigan adelante con su negocio.
Son una válvula de escape, una ayuda, no un enganche que termina haciendo depender a los trabajadores y empresarios de la buena o mala disposición del político de turno.
Las ayudas ofrecidas por la Comunidad de Madrid no generan dependencia. Al revés, permiten que sigan adelante los negocios
Y, por supuesto que no se refieren solamente a la hostelería. No hay sectores privilegiados porque, como expone Marisa Paredes, Madrid es algo más que bares y restaurantes, somos más que sector turístico.
Son ayudas a autónomos, esos trabajadores empresarios de sí mismos a los que el gobierno de Sánchez e Iglesias subieron la cuota de impuestos en plena pandemia, nada más acabar el confinamiento. Para ellos, los autónomos, del sector hostelero o no, iba destinado el Plan Impulsa de ayudas directas, y el Plan Continúa, para el abono de las cotizaciones sociales de los meses de marzo y abril del 2020. El total de ayudas directas a la economía en el año 2020 ha sido 85 millones de euros.
Además, la Comunidad ha avalado líneas destinadas a préstamos rápidos de 50.000 euros, en plazos de dos años y medio a cinco años, por un valor de 44 millones de euros. En medio de la crisis post pandemia, el asegurar que el banco te va a dar crédito no es cualquier cosa. Tal vez nuestra actriz nunca se ha visto en la situación de que nadie confíe en ti porque eres pequeño.
Igual le extraña a Marisa Paredes que se den ayudas destinadas al pago de nóminas y seguros sociales al pequeño comercio, de productos relacionados con la Covid y para el pago de alquileres dependiendo del número de trabajadores. Tal vez imaginaba a los gestores de la Comunidad subidos en una carroza repartiendo dinero, un dinero que no llueve del cielo ni es de la Comunidad de Madrid, sino que es de los madrileños, y en último caso de todos los españoles.
En lugar de eso, se ha preferido incentivar la autonomía del pequeño y micro empresario, y por tanto, de todas esas familias que, sí, como señala en tono negativo, pueden atender en una terraza, en lugar de verse obligados a no trabajar y engrosar las filas del paro. Ojalá, Marisa Paredes no tenga que vivir en una familia donde el paro se instala para pasar una temporada. Quienes lo hemos pasado sabemos lo mal que se pasa y lo que se valora el trabajo, de camarera, de limpiadora, de profesora, de médico o incluso de actriz.
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