El Gobierno socialista achaca el alto déficit fiscal español a que la presión fiscal es baja. No le falta razón. El Estado recauda poco en relación a su PIB. Concretamente, el 39% respecto al 46% de la media de los países del Eurogrupo. Pero además del concepto de "presión fiscal" existe el llamado "esfuerzo fiscal" donde el Gobierno pierde sus argumentos.
El esfuerzo fiscal es la relación entre la renta per cápita y lo que se recauda de media por cada ciudadano. Ahí ocurre lo contrario. El español medio paga un 8% más que el alemán o el sueco. Es decir, que según estos datos: España recauda poco, pero el español medio paga demasiado. Una paradoja no fácil de explicar.
Una paradoja debida, entre otras causas, al alto volumen de paro y, en consecuencia, el bajo salario medio respecto a otros países de la UE. Cuando se gana poco se paga poco o nada. Por tanto, los que pagan tienen que pagar mucho más, pero no se recauda suficiente. El resultado es que, de media, en función de las rentas salariales el español paga mucho.
Ese paro se debe, en parte, a que en España hay un impuesto sobre el trabajo alto: las cargas de Seguridad Social (por todos los conceptos incluyendo las cotizaciones para pensiones). Por tanto, ese trabajo tiene un coste excesivo que disminuye su productividad. No le resulta rentable al empleador contratarlo y eso aumenta el desempleo. Otra paradoja porque, a pesar de ello, las cuentas de la Seguridad Social y las pensiones son deficitarias.
La solución es crear más puestos de trabajo y mejor remunerados. Para eso hay que, entre otras cosas, reducir la presión fiscal de las empresas. Por el contrario, el Gobierno ha presentado a Bruselas un plan para que las empresas paguen el 15% mínimo sobre sus beneficios, quitando desgravaciones y ayudas fiscales ¿Cómo vamos a competir con Irlanda, por ejemplo, que lo tiene en el 12,5%?
La solución es crear más puestos de trabajo y mejor remunerados. Para eso hay que, entre otras cosas, reducir la presión fiscal
A medio plazo la mejora salarial no viene por los decretazos del Salario Mínimo Interprofesional, cuyas subidas suponen más paro y poca recaudación porque en esos niveles no se paga IRPF. Viene por una mejor cualificación de los trabajadores. Eso exige una cultura del esfuerzo y la educación, contra lo que va la ley Celaá de educación.
Al contrario de lo que indica todo este análisis el Gobierno se propone subir los tipos de impuestos en casi todos los niveles, incluyendo las cargas de Seguridad Social a los autónomos. IRPF, Sociedades, Impuestos especiales, Patrimonio, Sucesiones y Donaciones, … hasta un impuesto por circular por autovías.
Una política que el Gobierno sabe que agravaría la paradoja tributaria. El español medio pagaría más y el Estado recaudaría menos. Por eso, dice a Bruselas que lo hará en 2023 o 2024, cuando la legislatura estará acabada. En esa campaña electoral Sánchez hará un "Gabilondo Fiscal" y aunque lo haya prometido a la Unión Europea para ganar votos afirmará que no subirá los impuestos en dos o tres años, como hizo su candidato a la Comunidad de Madrid.
La otra forma de mejorar la situación es: reducir los gastos de las Administraciones Públicas, hacerlos más eficientes. Entonces con la recaudación actual, o incluso menor, mejoraría el déficit público, que se le está disparando al Gobierno. Pero de eso hay muy poco en el plan que se ha presentado a la Unión Europea.
Cómo ese gasto no se reduce, el Estado aumenta los impuestos, eso hace que el español medio pague más, se genera desempleo, se reduce la recaudación tributaria y exige más aumento de impuestos en un círculo vicioso infernal ¿Cómo romperlo?
Sólo lo puede hacer un Gobierno donde no esté presente UP partidaria de políticas absurdas que agravan la paradoja fiscal. Sánchez puede ir a Bruselas y decir que ya no está Iglesias (el chivo expiatorio como él mismo se definió). No es suficiente. Sánchez debe pactar con el PP políticas de Estado ¿Le dejarán sus socios independentistas? Esa es una paradoja política que Iván Redondo tiene sobre la mesa. Un dilema que de momento no parece saber resolver para desgracia de los españoles.
José Ramón Pin, profesor del IESE.