En este último fin de semana no ha parado de hablarse del décimo aniversario del 15-M, sin que nadie dedicara ni un recuerdo piadoso a su precursor y pariente pobre, el 14-M, que ha cumplido 15 años y, por tanto, tiene mucha más veteranía y caché (además de ser mucho más interesante).
"¡Qué pása, qué pása, que no tenemos cása...!". Así, con el acento ortográfico sobre el prosódico, para transmitir la fuerza del lema coreado por los jóvenes en Cibeles, camino de la “sentada” en la Puerta del Sol, aquel domingo, 14 de mayo de 2006.
Otros preferían el hip-hop y se encaminaban al concierto de “Los Violadores del Verso” en el Festival de Cultura Urbana que se celebraba en el Matadero de Legazpi (por los altavoces se recordaba a los asistentes que no estaban permitidos ni los sprays ni los rotuladores).
En las paredes aparecían pintadas que recordaban la película “Con V de Vendetta”: “Con V de Vivienda”. Era un movimiento que se perfumaba con el aire de los tiempos: las hipotecas subprime (“hipotecas basura”, concedidas a personas sin capacidad de generar recursos para reembolsarlas) hacían furor en EEUU y las cajas de ahorro españolas vivían el sueño de una noche de verano en el que algunas crecían el 35% anual en préstamos hipotecarios mientras en depósitos de clientes crecían solo al 3%. La receta para el desastre.
Su Obra Social, que debería haber dado respuesta, siquiera simbólica, a las demandas del 14-M, se evaporaba entre las fantasías de presidentes con ansias de ser los mecenas (tirando con pólvora del rey) de nuestra época.
Nadie recuerda ya las bobadas a las que dedicaban sus recursos, desde conferencias absurdas denominadas “sabiálogos” (aviones fletados al efecto en Madrid, rumbo a Navarra, en que se juntaba a personas a las que no les daba vergüenza que los llamaran sabios) hasta conciertos megalómanos a mayor gloria de su vanidad. Todo ello mientras los “guardianes del faro” (partidos de todo el espectro político y sindicatos de clase) aplaudían al son de la fanfarria, con un ¡viva el vino! prematuro y precursor del de Rajoy.
Los “sabiálogos” reunidos, mientras extramuros se oía el “qué pása, qué pása, que no tenemos cása…” Esa era la España de la burbuja inmobiliaria…
Con la llegada de la crisis financiera en el verano de 2007 y la quiebra de los primeros “hedge funds” (fondos de inversión libre) que habían invertido en lo que después se llamarían productos (hipotecarios) tóxicos, aquel movimiento del 14-M se lo llevó también la trampa.
Y así hasta que, tras rescatar a buena parte de los bancos creados por las cajas de ahorros, y en medio de la segunda recesión europea consecutiva, surgió el más celebrado 15-M, con su correlato político, hoy parcialmente en vías de extinción, y su cohorte generacional (cada generación tiene la suya) de lo que en Argentina llaman hinchapelotas, que palidece ante la llegada del gran hinchapelotas planetario que está volviendo loco al universo financiero, y que marca un 14-M y un 15-M tan diferentes de aquéllos: Elon Musk.
Elon Musk es un producto refinado de este nuevo establishment global y de “esta burbuja que todo el mundo ama odiar”
¿Por qué Elon Musk? Porque es un producto refinado de este nuevo establishment global y de “esta burbuja que todo el mundo ama odiar”. Un genio tecnológico y empresarial que ha conseguido lo que todo Baudelaire o Rimbaud que se precie hubiera ambicionado: ser un genio; “épater le bourgeois” (dejar patidifusos a los burgueses); ser el hombre más rico del globo con una empresa que no da beneficios ni así la aspen, y, además, volver loco a cualquiera que preste atención, con una ocurrencia hoy y, pocos días después, con la ocurrencia contraria.
No se puede pedir más. Todo ello bajo la mirada complaciente de la SEC (la CNMV de EEUU) que lo reprende como al niño travieso que es, pero que no toma ninguna medida de gran rigor, ni la tomará hasta que sea demasiado tarde.
Elon Musk nos ha “deleitado” en los cincos meses escasos que van transcurridos de 2021 con:
1) La sorpresa, en febrero, de decir que su empresa, Tesla, había invertido 1.500 millones de dólares en bitcoins y que, además, aceptaría esa criptomoneda en pago de sus coches, provocando así una carrera alcista que llevó la cotización del Bitcoin de 37.900 a 64.400 dólares (un 70% en solo dos meses);
2) Su aparición hace nueve días en un afamado programa de TV en EEUU, diciendo que el Dogecoin (recuérdese, la criptomoneda que nació como broma en Internet y que ahora es la estrella ascendente de ese firmamento) es un timo;
3) El anuncio, tres días más tarde, de que Tesla ya no aceptará el Bitcoin como medio de pago de los coches que fabrica (nadie sabe si llegó a pagarse de verdad ni una sola compra de un coche Tesla con bitcoins) y criticando su descomunal consumo de energía;
4) Una encuesta en Twitter, al día siguiente, preguntando si Tesla debería aceptar el Dogecoin en pago por sus vehículos (un 80% de los 4 millones que respondieron opinaron que sí) y
5) El anuncio, ya en el fin de semana, por una de sus empresas asociadas, de que el proyecto de colocar un cohete en la luna que tiene el grupo de empresas de Elon Musk (que sería el primer proyecto espacial privado de ese tipo) se financiará con Dogecoins (la criptomoneda de broma de nuevo) y que el Dogecoin será la criptomoneda que se usará como unidad de cuenta para el proyecto.
¡Uf! Parece como si Elon Musk estuviera poniendo a prueba (conscientemente, y por el gusto de experimentar) la paciencia y la tolerancia del género humano para con él, por lo que no sería muy raro verle hacer este tipo de afirmaciones y sus contrarias de manera cada vez más acelerada.
Esta combinación de criptomonedas y magnates que juegan con la credulidad y el papanatismo que llevan asociados es uno de los síntomas más alarmantes de que estamos en vísperas de otro 2000 y en vísperas de otro 2007-2008
Esta combinación de criptomonedas y magnates que juegan con la credulidad y el papanatismo que llevan asociados es uno de los síntomas más alarmantes de que estamos en vísperas de otro 2000 (pinchazo de la burbuja tecnológica) y en vísperas de otro 2007-2008 (pinchazo de la burbuja hipotecaria).
Por eso, esta semana pasada (con la caída del precio del Bitcoin y de las bolsas) algunos creyeron que el momento de la verdad había llegado de nuevo. Podría ser que fuera así, aunque más parecía una aplicación del conocido aforismo bursátil anglosajón de “En mayo vende y vete a casa”. En mayo ya hay quien ha tenido que irse a casa. Y no solo en bolsa. Está feo señalar. Mayo es un mes para hacer caja. Es un mes para Vender. Con V de vendetta.