Resulta de lo más natural enfrentarse a un mes de mayo marcado por comportamientos volátiles, sobre todo cuando detrás queda un semestre particularmente positivo en las bolsas. La realidad es que, llegados a este punto, existen motivos sobrados para asistir a una corrección del mercado… Aunque también podemos encontrar motivos poderosos para inferir que, tras tomar algo de aire, los inversores van a seguir enchufados a la fiesta.
Decantarse entre uno y otro escenario va a ser la disyuntiva esencial en los próximos días y semanas. En buena medida, esta decisión va a depender de los datos de inflación que se vayan publicando. Y es que la inflación, una variable casi desaparecida en la última década, comienza a abrirse paso en la mente de muchos analistas financieros.
Es evidente que la puesta en marcha de casi todas las economías, una vez asumido que el impacto de la pandemia va a ser decreciente en el futuro próximo sobre la actividad económica, genera cuellos de botella, teniendo en cuenta el punto de partida del año pasado, van a provocar -mejor dicho, están provocando- niveles no vistos hace tiempo de subidas de precios. La cuestión es qué efecto pueden tener estas subidas de precios sobre los tipos de interés.
Los bancos centrales no nos han traído hasta aquí para luego despeñarnos a base de generar una crisis de deuda
Conviene decir que la situación que parece dibujarse en EEUU difiere en intensidad, que no en fondo, de lo que ocurre en Europa. Sin duda, Norteamérica se encuentra en una fase más avanzada del ciclo. Asimismo, su éxito en la campaña de vacunación, esto es, la capacidad que están mostrando de poner antes en marcha su economía, nos permite ver a los europeos cómo estaremos dentro de unos meses. O algo muy parecido. Y ese algo parecido, es una inflación de más del 4% y -atención- una inflación subyacente del 3%.
Antes de continuar con las implicaciones para los mercados de estos datos realmente extraterrestres, si vemos las series de precios de los últimos años, no está de más comentar el esfuerzo de los bancos centrales, y de manera particular de la Reserva Federal en los últimos días, quitando hierro al problema de las subidas de precios, que, a ojos del organismo monetario estadounidense, son un problema coyuntural.
Es posible que sea cierto y, en ese sentido, parece poco probable que veamos movimientos al alza de tipos de interés nominales, al menos durante unos meses. De hecho, antes, tal vez, sería conveniente contemplar alguna reducción de las políticas monetarias expansivas, algo válido también para el Banco Central Europeo.
En todo caso, y a pesar de este apoyo indudable de los bancos centrales (no nos han traído hasta aquí para luego despeñarnos a base de generar una crisis de deuda), comienza a existir una corriente de opinión que muestra que la inflación, aceptando este fuerte repunte como coyuntural, va a tener algo más de estructural de lo inicialmente pensado.
Parece poco probable que veamos movimientos al alza de tipos de interés nominales, al menos durante unos meses
De manera resumida, este escenario contempla una traslación a precios de las políticas fiscales y monetarias -los famosos estímulos- en un entorno de especial recuperación cíclica. Es decir, un cambio en el perfil de las economías, que exigiría posibles normalizaciones de la política monetaria. En otras palabras, menos estímulos… y tipos de interés al alza.
La realidad de los mercados actuales es que las curvas de deuda empiezan a reflejar este punto de mayores tipos: el diez años alemán está al -0,12%. Recordemos que viene del -0,7%. También las primas de riesgo periféricas se han incrementado levemente, señal clara de la mayor deuda pública generada en estos países por la crisis pandémica.
Todo ello incide en la renta variable que ve, en la parte positiva, beneficios empresariales al alza fruto del mejor ciclo, pero también, en la parte negativa, posibles reducciones en el multiplicador derivado de la inferencia de mayores tipos de interés. Es decir, tal y como comentábamos al principio, incertidumbre de hacia dónde pueden ir las bolsas.
Por todo ello, momento de prudencia inversora, sobre todo derivada del hecho de que si cerrara hoy 2021, ya sería un buen año de renta variable. Con algún amago de corrección, que el mercado ha superado (al menos momentáneamente), las espadas siguen en alto en el mes bajista por antonomasia en el ideario inversor. Y es que ha llegado mayo… pero, como los idus de marzo, aún no se ha ido.
***Pedro del Pozo es director de inversiones financieras en Mutualidad de la Abogacía