Muerte al efectivo
Cuando vuelvo a leer este texto me doy cuenta de que el titular quizás es un tanto agresivo, pero si lo estás leyendo es que ha cumplido con su objetivo. En los últimos días han salido distintas noticias en las que se señalaba que el Gobierno va a limitar los pagos en efectivo a 1.000 euros. Una medida que, por supuesto, tendrá sus detractores pero que en el fondo pone en relieve un problema del que todos somos conscientes: el dinero físico antes o después va a desaparecer.
Aunque nos hagamos los tontos, todos lo sabemos: el efectivo es peligroso, más lento y opaco y ya es hora de que desaparezca de nuestra vidas. Tanto los clientes como los comercios tienen múltiples opciones más rápidas, ágiles y por supuesto más seguras. Desde el clásico pago con tarjeta, donde hasta ciertas cantidades no es necesario ni poner el código pin, hasta códigos QR con los que pagar a través de Bizum u otros métodos.
Además de las ventajas obvias que presentan los pagos digitales, hay muchas más que quizás venga bien recordar. Desde el punto de vista legal, los pagos electrónicos son más fáciles de rastrear, lo que facilita la lucha contra el fraude. Para los comercios también tiene sus ventajas, ahorran tiempo al evitar tener que contar la caja cada noche y ganan seguridad, ya que nadie les puede robar.
Por último, los clientes también salen beneficiados, el pago es mucho más rápido y te olvidas de tener que llevar billetes y monedas en tu bolsillo que luego pierdes con enorme facilidad.
Por ello, acabar con el efectivo debe ser una prioridad de políticos y ciudadanos, pero tiene que hacerse bien. Lideremos una evolución, no una revolución. Soy consciente de que todavía queda mucho por hacer. En España, muchas personas utilizan el efectivo a diario, especialmente las personas más mayores. Como todo avance, para que sea un éxito debe hacerse con decisión y sin medias tintas.
Mientras la mayoría de la población nos olvidamos del efectivo, las generaciones más mayores continuarán adaptándose
Aprovecho para lanzar una propuesta a nuestros políticos: ¿Por qué no prohibir el pago en efectivo para los menores de 70 años? Con esta medida conseguiríamos no perjudicar a las personas más habituadas al pago con efectivo mientras que damos pasos de gigante hacia una completa digitalización de la economía.
Así, mientras la mayoría de la población nos olvidamos del efectivo, las generaciones más mayores continuarán adaptándose a los pagos digitales. Una evolución que les simplificará la vida. Al final, ¿es más fácil buscar monedas y billetes en un monedero o pagar con una tarjeta con la que para compras de hasta 50 euros no tienes ni que saberte el código pin?
Esta evolución conseguirá que el dinero físico sea algo del pasado: nos podremos olvidar de llevar monedas y billetes sueltos y, tendremos todo lo que necesitamos al salir a la calle en un único bolsillo. Los que tengáis hijos ya sabéis de lo que os hablo. Para el resto, si esta idea os parece una idea revolucionaria, la próxima vez que vayáis a un bar fijaos cuántos chavales pagan con efectivo. Os digo ya la respuesta: uno o ninguno.
***Alex Saiz Verdaguer es consejero delegado y fundador de Monei