El desafío del planeta está cada vez más claro. La temperatura global ha subido desde la industrialización y continuará repuntando si no se toman medidas. Para limitar la subida de la temperatura en 1,5 o 2 grados se requiere cambios grandes y rápidos. El mundo avanza hacia una transformación que ya es imparable.
A este respecto, las políticas gubernamentales y la regulación son cruciales. Hay importantes catalizadores que tener en cuenta y que juegan como vientos a favor. Por ejemplo, la llegada de Joe Biden como presidente de EEUU, que ha vuelto al Acuerdo de París, contempla un plan de infraestructuras para hacer la economía mucho más sostenible, y ha retomado el liderazgo frente al cambio climático.
Asimismo, en Europa el plan de recuperación verde, el plan de acción sobre las finanzas sostenibles dentro de la UE o la previsión de tener cero emisiones en 2050 son catalizadores sobre la base muy relevantes. Las potencias mundiales están avanzando en esta materia. China, también, ya que se ha comprometido a la neutralidad en emisiones de carbono para 2060.
A ello hay que sumarle que los precios de las renovables son cada vez más baratos y competitivos, no dependiendo tanto de subvenciones gubernamentales. Las regulaciones han sido muy importantes en el pasado, pero esto está cambiando muy rápidamente. La energía eólica y solar ya es más barata que la de carbón y gas.
Igualmente, los precios de las baterías están bajando muy rápidamente. Eso es fundamental porque los precios más bajos de las energías alternativas tienen que llegar sin subsidios. Solamente eso hará que el cambio se pueda producir y, de hecho, esto es algo que ya está teniendo lugar.
La energía eólica y solar ya es más barata que la procedente del carbón y del gas
La pregunta es, sabiendo que el entorno global se mueve hacia una mayor sostenibilidad en el que las renovables pueden tener un importante papel, cómo invertir para capitalizar esta nueva era que ya está en camino.
Dividimos las principales oportunidades en cuatro grandes áreas, pero con el mismo criterio para todas ellas: invertir en proveedores de soluciones sostenibles que contribuyen a mejorar el clima y el medioambiente. En primer lugar, apostamos por energía no contaminante, que son aquellas de fuentes renovables como es el caso de la solar y eólica. El segundo grupo es el de la electrificación, como es el ejemplo de coches o autobuses, para lo que es necesaria una transformación profunda.
En tercer término, nos centramos en eficiencia energética, o lo que es lo mismo, reducir la cantidad de energía requerida para proporcionar productos y servicios como es el aislamiento de una vivienda, o la instalación de iluminación LED. Y, por último, otra temática sería la economía circular. Una persona genera aproximadamente un kilo de residuos al día en el mundo. Los recursos han de utilizarse mejor. El concepto de usar y tirar no es sostenible.
Dentro de este espacio hay interesantes ideas que tener en cartera como es Enel, multinacional productora y distribuidora de energía eléctrica y de gas, First Solar que es un fabricante estadounidense de paneles solares y líder en su área. Pero también Wärtsila o Vestas, que pertenecen al sector de energías renovables. Son ejemplos de compañías que están bien situadas para beneficiarse de estos vientos de cola en el espacio de las energías renovables.
Los objetivos son muy ambiciosos: en 30 años hay que cambiar completamente el modo de generar energía
En todo caso, en las próximas décadas se necesitará una inversión anual mayor al 2% del PIB mundial, que ronda actualmente los 90 billones de dólares. Al mismo tiempo, según datos de la Agencia Internacional de la Energía (IEA, por sus siglas en inglés), para alcanzar las emisiones netas cero en 2050, la inversión anual en energías limpias a nivel mundial tendrá que triplicarse con creces de aquí a 2030, hasta alcanzar unos 4 billones de dólares.
La pandemia del coronavirus ha generado la mayor caída en las emisiones de CO2 de la historia del mundo, pero si pensamos en el precio que tenemos que pagar, no es una manera de reducir la huella de carbono. Hay cálculos que estiman que las emisiones se han disminuido en torno al 4% en 2020. Sin embargo, debemos implementar soluciones más sostenibles y estables.
Hasta ahora, el avance es significativo y los objetivos son muy ambiciosos: en 30 años hay que cambiar completamente el modo de generar energía. La transformación tiene que ir desde un esquema en el que, en la actualidad, los combustibles fósiles suponen aproximadamente el 80% del consumo de energía a un modelo en el que en el 2050 la electricidad (renovables) suponga el 80% del consumo de energía.
Es más, la IEA apunta que para conseguir ceros emisiones netas, casi el 90% de la generación mundial de electricidad en 2050 debería proceder de fuentes renovables, con la energía solar fotovoltaica y la eólica juntas representando casi el 70%. Es el verdadero reto de la electrificación para ser más sostenible.
A modo de conclusión, vivimos una época en la que la necesidad de soluciones ambientalmente sostenibles no tiene precedentes. Ya que seguimos en las primeras etapas de la transición energética, vemos que las perspectivas de crecimiento del sector de energías renovables son todavía sustanciales.
***Mikko Ripatti es responsable de ventas para España y Portugal en DNB Asset Management