Habilidades digitales, ¡esa es la cuestión!
El experto de Cotec expone siete lecciones que deberían guiar a la política económica para evitar la exclusión digital.
Disponer de buenos equipamientos TIC (tecnologías de la información y las comunicaciones) y de unas adecuadas infraestructuras para el acceso a la red es condición necesaria pero no suficiente para aprovechar el enorme potencial que ofrece la digitalización. Para ello, es necesario que la población tenga un adecuado nivel de habilidades o competencias digitales, y que no existan colectivos excluidos de la digitalización.
El Mobile World Congress (MWC) que se acaba de celebrar en Barcelona ha sido el mejor escaparate para presentar los resultados del informe de la Fundación COTEC realizado en colaboración con el Ivie sobre Competencias digitales y colectivos en riesgo de exclusión social en España, cuyo objetivo ha sido precisamente llamar la atención sobre la enorme importancia que tiene que no existan colectivos excluidos del proceso de digitalización.
Para ello, realiza un diagnóstico de la situación de España en el contexto europeo tanto en términos de uso de internet como del nivel de habilidades digitales, poniendo el foco en la importancia que las características demográficas (como el sexo o la edad) y socioeconómicas (el nivel de estudios, de ingresos o la situación en el mercado laboral) tienen a la hora de explicar la probabilidad de que una persona alcance un determinado nivel de competencias digitales.
Los resultados del informe dejan un sabor agridulce, ya que si bien el porcentaje de la población española que alcanza un nivel de competencias digitales al menos básicas es similar a la media europea (60,2%), cuando se utiliza el bisturí para diseccionar la población por colectivos, hay grupos muy alejados de ese porcentaje.
Los colectivos más vulnerables son las personas de más de 55 años, las que presentan un nivel de educación básico (estudios hasta secundaria obligatoria), y las que están desempleadas o son inactivas.
Así, mientras que el 84,8% de las personas con estudios superiores cuenta con habilidades digitales al menos básicas, el porcentaje cae al 33,3% en las que solo tienen estudios básicos. De igual forma, mientras que el 84,1% de los jóvenes de 16 a 34 años tienen ese nivel de competencias, en las personas de más de 55 años la cifra cae al 33,3%.
Uno de los principales valores añadidos del estudio es que cuantifica el impacto de las características demográficas y socioeconómicas sobre la probabilidad de que una persona alcance un determinado nivel de habilidades digitales.
Los datos hablan por sí solos: una persona con estudios superiores tiene un 36,2% más de probabilidad de tener un nivel avanzado de competencias digitales que una persona con estudios básicos.
Ser joven supone un 25,7% más de probabilidad frente a una persona de 55 o más años, y pertenecer a un hogar con mayores ingresos supone un 23,6% más de probabilidad que pertenecer a un hogar con bajos ingresos.
En cambio, el género apenas tiene efecto sobre esa probabilidad, lo que es una buena noticia que demuestra que no existe una brecha digital por motivo del género de las personas.
El estudio también analiza las diferencias regionales en las habilidades digitales de la población y constata las importantes diferencias existentes, con una diferencia de 15 puntos entre Madrid (67,4%) y Galicia (52,1%) en el porcentaje de la población que posee habilidades digitales al menos básicas.
Las regiones que están por encima de la media (Madrid, Cataluña, Navarra y el País Vasco) son las más productivas y con un mayor nivel de PIB por habitante.
La riqueza de la información que maneja el informe de la Fundación COTEC permite extraer siete lecciones que deberían guiar la actuación de la política económica en aras a aumentar las habilidades digitales de la población, pero evitando que haya colectivos excluidos de los beneficios de la digitalización:
1. Dado que el mayor efecto sobre la probabilidad de alcanzar un determinado nivel de habilidades digitales es el nivel de estudios, la inversión en educación no solo es la más rentable desde el punto de vista del crecimiento económico, sino también la vía para facilitar la transformación digital.
2. Para reducir la brecha digital, el foco de las medidas debe dirigirse a determinados colectivos de población, especialmente los mayores de 55 años y los que tienen menor nivel educativo.
3. Las políticas de empleo necesarias para reducir el elevado paro estructural que sufre España contribuyen a reducir las desigualdades económicas tanto vía ingresos como vía reducción de la brecha digital.
4. Dado que las personas que más usan internet tienen mayores competencias digitales, es importante incentivar su uso asegurando que la población tenga acceso a la red y a los dispositivos que permiten utilizar internet.
5. En cualquier reforma educativa, debe tenerse en cuenta la importancia de las habilidades digitales, sobre todo tras la experiencia vivida en la Covid-19 donde han sido necesarias para beneficiarse del teletrabajo, el acceso al comercio online, la banca electrónica, la educación a distancia, el ocio a distancia, etc.
6. Para reducir las diferencias en PIB por habitante entre las regiones españolas, es importante que disminuyan las diferencias en habilidades digitales de la población, ya que existe una elevada correlación positiva entre la renta por habitante y el porcentaje de población con habilidades al menos básicas.
7. El objetivo de transformación digital del Gobierno de España, cuya consecución la facilita los fondos europeos de reconstrucción, exige que una parte de esos fondos se destine a mejorar las competencias digitales de la población. Pero hay que vigilar que no aumente la brecha digital entre colectivos de personas, porque de lo contrario, no se reducirán las diferencias en el nivel de vida de los ciudadanos.
*** Joaquín Maudos es catedrático de la Universidad de Valencia, director adjunto del Ivie, colaborador del CUNEF y experto de los 100 de Cotec.