En breve tendremos un sistema y un ecosistema de relaciones laborales en jaque mate. Y con muy pocos movimientos. Esto que en ajedrez sería notable, en materia de empleo es un verdadero desastre. Está claro que este Ministerio nos está acostumbrando a asumir que después de una mala noticia viene otra peor.
En esta espiral terrorífica que supone quererle dar la vuelta a todo a golpe de dogma, desatendiendo los efectos, consecuencias y pragmatismos en juego, nos encontramos en el horizonte cercano la pretensión del Gobierno para eliminar el contrato de obra o servicio.
Es cierto, y eso nadie puede cuestionarlo, que el Estatuto de los Trabajadores estableció el contrato indefinido como regla general y la contratación temporal como la excepción. Y es igualmente cierto que la excepción se convirtió en habitualidad y la habitualidad, en su gran mayoría, en excepción.
Quizás sea que desde los años ochenta hasta ahora no se ha sabido adaptar el esquema de relaciones laborales a un entorno de negocio cada vez más evolucionado y alejado de esquemas que, incluso, traen su origen de tiempos preconstitucionales.
Pues en esa línea tan habitual en este Gobierno de primar la dogmática sobre la pragmática se aproxima otro de esos golpes de efecto que tanto le gustan y que generarán un nuevo impacto en la línea de flotación del desarrollo económico y de la creación de empleo: la eliminación del contrato de obra o servicio.
Dentro de ese proyecto legislativo, parece que se creará un contrato temporal que ya aventuran que estará sujeto al cumplimiento de unas rigurosas causas. Como si hasta la fecha, la causalidad temporal hubiera sido una bicoca.
Cuando tuve conocimiento de esta realidad que se avecina con paso firme, fueron dos cuestiones las que rápidamente me asaltaron. Seguro que hay más y de mayor notabilidad. Pero a mí me asaltaron las que a continuación comento.
En primer lugar, ¿cuál será el despropósito transitorio que regule los contratos de obra o servicio en vigor? ¿En qué situación se encontrarán todos esos trabajadores y empresas con contratos vigentes? Porque no nos olvidemos de una cosa, se habla insistentemente en el fraude y abuso de esta contratación (que, en casos, sí), pero existen infinidad de situaciones que responden a realidades temporales o no estables.
¿Cuál será el despropósito transitorio que regule los contratos de obra o servicio en vigor?
En segundo lugar, se perpetúa esa sensación de frustración e impotencia. De ver cómo se legisla alejado completamente de la realidad. Resultará muy complejo ser competitivos en un entorno donde infinidad de sectores empiezan a regirse por proyectos.
Y, además, lo hacen a nivel transnacional. Es decir, donde no hay unas cargas de trabajo estables, por un lado, y donde corremos el riesgo de que muchos proyectos se ejecuten en otros países en vez de en España, por otro lado.
No se qué tendrá en mente la ministra (si es que tuviéramos la suerte de que, aunque malo, algo hubiese), pero va a resultar tremendamente difícil para las empresas adecuar las plantillas para afrontar modelos sectoriales que se rigen por la indeterminación e incertidumbre que tiene trabajar por proyectos.
Desgraciadamente, la apuesta del Gobierno pasa por encorsetar aún más el modelo de relaciones laborales, sin reparar en la destrucción de empleo que puede suponer una medida como esta. Pero ya hace mucho tiempo que quedó claro que prefieren que unos pocos empleos tengan unas mejores condiciones (toque o no toque) y que una multitud de personas se encuentren ante una situación de difícil inserción laboral. Este segundo titular se entierra y el primero se exalta y sobrevende. Desgraciadamente, un clásico en los últimos tiempos.
Y aquí nos encontramos con esquemas cada vez más proteccionistas y propios de regímenes políticos antagónicos a lo que dicen defender desde el Gobierno. Lean un poco y entiendan bajo qué paraguas suelen producirse sistemas proteccionistas. Tal cual lo oyen.
Nos encontramos con esquemas cada vez más proteccionistas y propios de regímenes políticos antagónicos a lo que dicen defender desde el Gobierno
La eliminación del contrato por obra o servicio determinado nos lleva a plantearnos por qué ese afán de potenciar e intentar crear una genética de un espíritu funcionarial donde lo que prima es la fijeza.
Miro con envida a otros países y observo cómo las propias personas son las que buscan cambios, nuevos retos, etc. Cómo se mueven en entornos flexibles. Aquí no. Aquí prima el afán de encorsetar e impedir adaptar las relaciones laborales a un entorno cada vez más alejado de la estanqueidad.
Pues nada. Compliquemos más las cosas que como venimos de tiempos “sencillos”, ¿verdad? Y mientras tanto, seguirán cayendo negocios, otros se irán fuera de España y muchas personas se encontrarán en una situación de dificultad en materia de inserción laboral. Pero qué más da, lo importante es que tenemos otro golpe de efecto mediático. Nos hemos cargado el contrato por obra o servicio. Ea, ya estamos contentos. En fin...
*** Ignacio Moratilla es socio Laboral de Lexpal Abogados.
O gestiona tu suscripción con Google
¿Qué incluye tu suscripción?
- +Acceso limitado a todo el contenido
- +Navega sin publicidad intrusiva
- +La Primera del Domingo
- +Newsletters informativas
- +Revistas Spain media
- +Zona Ñ
- +La Edición
- +Eventos