No es solo el crecimiento del patrimonio en lo que llevamos de año sino la confianza que los inversores han vuelto a mostrar en este vehículo de inversión. Con datos de la patronal a 30 de junio, el patrimonio total gestionado por fondos de inversión y Sicav alcanzó la redonda cifra de 340.000 millones de euros (310.000 millones excluyendo Sicav), o lo que es lo mismo, el peso del ahorro sobre el PIB nacional alcanzó un histórico 31% (28,7% ex Sicav).
Para responder a la pregunta no basta con fijarse en el patrimonio gestionado. De entrada, porque el PIB todavía está un 10% por debajo del nivel alcanzado en 2018. Si tomamos una perspectiva histórica, es aplastante el peso que ha ido ganando en el tiempo esta forma de inversión colectiva. En 2011, con el PIB un 16% por encima del nivel de 2020, el peso de los fondos de inversión apenas llegaba al 12%. En otras palabras, en una década casi se ha triplicado su tamaño en términos absolutos y relativos mientras la economía no ha superado su valor a precios de mercado.
Pueden parecer cifras mayúsculas pero en realidad estamos muy lejos de nuestros vecinos europeos. España reúne apenas el 2% del total de los net assets gestionados en Europa, muy lejos del Reino Unido (37% de cuota de mercado) o incluso de países más comparables como Francia (18%) o Italia (6%). Dinamarca, aunque por poco, tiene un peso total mayor que el de España.
España reúne apenas el 2% del total de los net assets gestionados en Europa, muy lejos de UK o Francia.
Lo que es indudable es que los fondos de inversión son la forma preferida por los españoles de gestionar su ahorro. Y aquí es donde está el principal problema que presenta la industria: la excesiva bancarización.
Hoy, los bancos controlan el 74,71% de los fondos de inversión. Si sumamos a las entidades aseguradoras, cuya asimilación es prácticamente a la de un banco en términos de oferta y comercialización, el control se eleva prácticamente al 79%.
Lo que adolece a la gestión colectiva en España es de más independencia. Precisamente las gestoras sin vinculación alguna a socios financieros y que no pertenezcan a grandes grupos internacionales, apenas llega al 9%. Salvo alguna ocasión puntual, esa es la gran barrera a la que se enfrenta la gestión independiente.
¿Por qué es un problema la excesiva cuota bancaria?
Los bancos, a través de sus gestoras y de los acuerdos con grandes grupos internacionales, buscan ofrecer producto pero no especialización. Un banco da soluciones de ahorro que no tienen por qué ser las mejores sino simplemente garantiza una gama de producto que se complementa con sus servicios financieros de intermediación y crédito. Es por tanto un comisionista. Algo perfectamente legítimo y que además es una solución absolutamente válida.
Es ahí precisamente donde la industria independiente tiene que ganarse el pan. Ofreciendo un producto alternativo, diferencial, y que tenga el foco exclusivamente en ser mejor en el tiempo.
Los bancos tratan de ofrecer producto pero no especialización.
Si comparamos el producto propio de los bancos, la historia demuestra que, en términos generales, los fondos de inversión independientes suelen ser mejor que los de las entidades bancarias. Pero insisto en que esto no tiene que ser una comparativa de superioridad de uno frente a otro. Muy posiblemente el ahorrador de un banco no necesita estar en el mejor fondo de una categoría simplemente porque su objetivo no es alcanzar la mayor rentabilidad sino una suficiente. Otra cosa es cuando comparamos los costes, pero eso es otra historia que algún día desarrollaré con calma.
La separación de tamaño y rentabilidad se hace visible cuando vemos la contribución de cada factor a la evolución del patrimonio. De los 31.000 millones de crecimiento que han tenido los fondos en el primer semestre de 2021, el 55% se explica por captaciones. Si miramos la diferencia en esa variable entre bancos y entidades independientes vemos que las captaciones en los bancos explican el 60%, mientras que en las gestoras no bancarias lo que explica la evolución de su patrimonio fue la rentabilidad (un 74%).
Esto es lo que ayuda a entender la diferenciación entre los dos grupos y por qué una mayor cuota de la gestión independiente sería beneficiosa para nuestra industria. El problema es que cuando los bancos dominan de manera tan abrumadora la distribución, es muy difícil crecer en nuevas captaciones ya que además la regulación no facilita las cosas puesto que son muchas las trabas para que un producto de gestión independiente pueda ser adquirido, aunque se pueda, en una entidad bancaria. Los motivos son obvios.
Por tanto, las cifras y la evolución se pueden catalogar de brillantes si tenemos en cuenta de dónde venimos. No olvidemos que en un año el crecimiento ha sido de más del 16%. Pero también que en ese mismo período la gestión independiente ha perdido nada menos que 60 puntos básicos de cuota. Ese es el gran reto de nuestro sector, impulsar y promocionar la gestión independiente para que la competencia entre los dos sea beneficiosa para una única figura: el partícipe.