La aplicación de trading, que debutará próximamente en la bolsa americana, nos deja una reflexión ambigua sobre el actual momento de mercado que pondera a partes iguales pros y contras de su modelo de negocio.
Robinhood ha transformado el mundo del corretaje al ser un modelo pionero por la ausencia de comisiones. No solo ha plantado cara a gigantes de la industria como Fidelity o Charles Schwab, sino que les ha llevado a seguir su estela a pesar de las enormes diferencias. Según Business of Apps, el tamaño medio de la cuenta es de unos 3.500 dólares en comparación con los 100.000 dólares de E-Trade y los 240.000 dólares de Schwab.
No en vano, la propia compañía afirma que cerca del 50% de todas las nuevas cuentas de trading minoristas abiertas en los EE.UU. en los últimos cinco años se han realizado en su plataforma.
Robinhood no solo ha sido una plataforma barata y accesible con la que operar. Su fama saltó a nivel mundial con la negociación de los famosos meme stocks, cuyo mayor exponente fue y sigue siendo GameStop, aflorando no pocos fallos en su operativa que le ha llevado recientemente a tener que desembolsar 70 millones de dólares entre multas y compensaciones a inversores, en base a un acuerdo con el regulador (FINRA), que decía que la aplicación de inversión distribuía información falsa y engañosa a sus clientes, permitía a demasiadas personas participar en operaciones de riesgo y, por si fuera poco, no supervisaba adecuadamente la tecnología que respalda su aplicación.
La compañía se enfrenta además a posibles sanciones por no revelar cómo gana dinero y por no obtener el mejor precio para sus clientes. También está siendo acusada de elevar su factura de impuestos en 2020 para así "inflar" el crecimiento en su salida a bolsa. Y todavía tiene pendientes al menos 15 demandas colectivas. Todo ello llevó a que su CEO, Vladimir Tenev, tuvo que comparecer ante el propio Congreso de los Estados Unidos por petición popular.
Lo que es innegable es que detrás de Robinhood hay una espectacular historia de crecimiento
Sea como sea, lo que es innegable es que detrás de Robinhood hay una espectacular historia de crecimiento. Desde su fundación, en 2013, hasta finales de 2020, la plataforma ha ganado 13 millones de usuarios. Solo en los primeros dos meses de 2021 ha ganado otros 6 millones. No en vano, es la cuarta aplicación financiera más descargada en Estados Unidos. La mitad de sus usuarios usa la aplicación a diario, lo cual lleva a pensar si su valoración es más la de una red social que la de una empresa de intermediación financiera.
El mantra publicitario de Robinhood es que su objetivo es "democratizar las finanzas". Un mensaje que caló especialmente durante la pandemia. Los analistas han asumido que el aburrimiento generado durante el confinamiento, las posteriores restricciones y los estímulos monetarios del gobierno han ayudado a atraer a una gran cantidad de nuevos usuarios a la aplicación durante el último año. Esto, por muy positivo que parezca, tiene sus peligros, pues una gran porción de sus usuarios reconoce no tener experiencia en finanzas y otro no menos representativo afirma no tener conocimiento real de qué está haciendo.
¿Es Robinhood una app para inversores inconscientes?
Un artículo reciente del profesor de finanzas de la Universidad de UCLA Ivo Welch, del que se hizo eco el semanario Forbes, analizó el comportamiento de miles de usuarios de Robinhood durante el mercado bajista de marzo de 2020 así como durante los últimos tres años. Una de las conclusiones es que los inversores tendían a tomar medidas sensatas. Según Welch, entre 2018 y 2020 los usuarios obtuvieron sólidos rendimientos, lo que sugiere que los novatos no habían sido un objetivo fácil para los profesionales sofisticados.
Sin embargo, no tiene muchos defensores entre la comunidad inversora profesional. El mismísimo Charlie Munger, socio inversor de Warren Buffett, abordó la polémica de Robinhood en la reunión anual de Berkshire Hathaway.
Robinhood incita a los usuarios a comerciar con frecuencia y, potencialmente, a asumir más riesgos de los que pueden soportar, lo que a veces conduce a resultados desastrosos
Cuando se le preguntó acerca de los excesos del sistema financiero, Munger calificó la actividad especulativa de Robinhood como de "lamentable", llegando a afirmar que "a la civilización le iría mejor sin él" o que "es una forma sucia de ganar dinero".
Y es que Robinhood incita a los usuarios a comerciar con frecuencia y, potencialmente, a asumir más riesgos de los que pueden soportar, lo que a veces conduce a resultados desastrosos. A Robinhood le interesa aumentar el volumen de operaciones porque obtiene parte de sus ingresos vendiendo el flujo de pedidos. Y especulando. La mitad de sus ingresos proviene de la actividad con opciones sobre acciones.
Esta estrategia comercial algo oscura implica que una plataforma de corretaje como Robinhood subaste las órdenes de mercado de sus clientes a operadores de alta frecuencia, que pagan para cumplir con esas órdenes. Una práctica totalmente legal que, después de la polvareda que ha levantado, ha llevado a que la propia SEC está revisando esta práctica.
Compañía de crecimiento, modelo sobrevalorado
La compañía fue valorada en 12 mil millones de dólares en septiembre de 2020, cifra que aumentó a casi 20 mil millones a finales de año. A semanas de su debut en bolsa, la valoración casi se ha triplicado hasta 35 mil millones de dólares. Eso valoraría a Robinhood hasta en un tercio de la capitalización de mercado de Charles Schwab, a pesar de tener solo una pequeña fracción de los activos gestionados.
Los ingresos de Robinhood fueron de 959 millones de dólares lo que le da una valoración en el rango medio de 36,5x Ventas. Una barbaridad. Si se valora la compañía como una red social o como una empresa de gaming o apuestas deportivas, es posible que la valoración pueda aparentar ser menos exagerada. Personalmente creo que con esta valoración los inversores pueden tener mejores probabilidades de ganar dinero negociando acciones de memes riesgosas utilizando la plataforma que comprando las acciones sobrevaloradas de Robinhood. En otras palabras, es parte de la locura de la que se ha contagiado el mercado de acciones en general.