Uno de los elementos claves para invertir con éxito en Bolsa es acertar con las tendencias. Identificada la misma, se admite el debate del alfa que se puede generar con la selección de compañías o el asset allocation utilizado para la consecución de un rendimiento objetivo. Pero si se identifica bien la tendencia sin duda que hay garantía de éxito.
Si nada se tuerce en estas dos sesiones que quedan de agosto, el S&P500 habrá acumulado seis meses consecutivos al alza. En la larga trayectoria del índice norteamericano solo ha ocurrido el 4,9% del tiempo.
Es cierto que ha llegado a acumular períodos más largos, de hasta 17 meses seguidos de subidas en una ocasión, pero las rachas superiores a 6 meses solo se dieron en 12 ocasiones. En total, se han dado 40 períodos de 245 con al menos dos meses positivos en los que el mercado funcionó durante 6 meses o más sin una corrección.
Lo interesante por tanto de este análisis estadístico es que desde que tenemos datos (1871) sabemos dos cosas: que en el largo plazo las bolsas son alcistas y que lo más frecuente son rachas de 2 o 3 meses, algo que ha ocurrido las dos terceras partes de las veces que el mercado se ha movido al alza. Pero también es cierta una cosa, que todas las rachas acaban terminando cuando se alzan las banderas rojas.
En esta tendencia actual, los inversores serios sienten cada vez más vértigo. Saben que sumar un mes más en positivo, como sucedería en septiembre, y alargar la racha a siete meses solo ha ocurrido en 10 ocasiones en toda la historia. Y para justificar ese nuevo hito, muchos se agarran a la marcha de la economía.
Los vientos del crecimiento soplan a toda vela, y prueba de ello es que la inflación está descontrolada, perdón, “temporalizada”. Los consumidores, que para la Fed no parecen sujetos racionales pues no les atemorizan los crecientes precios de los bienes y servicios de consumo, siguen ávidos por mantener el gasto. Al igual que las empresas.
La situación general es tan boyante que hasta hay gente que prefiere quedarse en casa cobrando subsidios y jugando a la bolsa, antes que volver a madrugar para pasar ocho horas en un puesto de trabajo.
El caso de Holanda o de EEUU es paradigmático, hay más vacantes que desempleados. Y los niveles de empleo superan o igualan los niveles prepandémicos.
Mientras, los bancos centrales mantienen el grifo abierto y siguen imprimiendo dinero y estimulando la economía. El keynesianismo elevado a la máxima potencia.
Qué causará la corrección es algo que además de desconocido es impredecible. La razón es que si el mercado se da cuenta de un problema, los participantes cotizan ese riesgo de forma inmediata. Pero el concepto de riesgo se ha banalizado hasta extremos insospechados. Se compra en las subidas, faltaría más, pero también en los descensos. En economía el símil sería: lo bueno es bueno y lo malo… también. Como en botica, hay explicaciones para todos.
Y es que hace tiempo que la bolsa es como jugar a la oca. No importa las veces que caigamos en la casilla de retroceder, siempre tenemos dados para seguir tirando. El único inconveniente es esperar al turno porque sabemos que más “temprano que tarde” todos finalizan el juego. Al fin y al cabo, el riesgo para los inversores hoy en día solo es el de ganar menos que los demás. Apunten el dato: 51 máximos históricos lleva el S&P en 2021 y quedan cuatro meses por delante para aplastar todos los récords.