Estas semanas estamos en el diálogo social. Gobierno, CEOE-Cepyme, UGT y CCOO negocian: el SMI (Salario Mínimo Interprofesional); hasta cuándo mantener los ERTE por Covid; la contrareforma Laboral; y la viabilidad de las pensiones.
Los cuatro temas, pueden ser clasificados en dos dimensiones: urgencia e importancia.
En relación a la importancia no cabe duda que, para esta sociedad gerontocrática, conseguir la viabilidad de las pensiones es importante. Atañe a casi 9 millones de pensionistas, más los que se jubilarán en los próximos 10 años (¡La tira!).
Para más de 270.000 trabajadores y sus empresas, el mantenimiento de los ERTEs es también importante.
El SMI importa a Gobierno y sindicatos como gancho electoral. Ambos han acordado subirlo 15 euros, el 1,58% sobre los 950 euros/mes, hasta los 965; suena 'prudente'. Por eso, en la población la importancia será menor. Cuando la inflación se espera que suba entre el 3 y el 4% el SMI perderá capacidad adquisitiva.
La CEOE se ha descolgado del acuerdo. Su argumento es que con este salto se inicia una escalada hasta los cerca de 1.100 euros/mes que el Gobierno quiere para 2024. Con estas subidas habrá unos miles de empleados que incrementarán sus ingresos un poco cada año.
Por el contrario, otros tantos irán al desempleo o la economía sumergida y muchas pymes dejarán de contratar, despedirán o cerrarán. Con una tasa actual del paro registrado del 16%, más los ERTE y autónomos en cese de actividad, los desempleados reales suman casi cuatro millones. Con esa cifra ha sido improcedente mover el SMI.
Habrá unos miles de empleados que incrementarán sus ingresos un poco cada año, otros tantos irán al desempleo o la economía sumergida
Si la tasa de desempleo registrado en el SEPE fuera la mitad, esta subida del SMI sería inane. Ni influiría en los salarios (presionados al alza por la falta de oferta de trabajadores), ni en el paro. Su importancia sería simbólica. Propaganda electoral del Gobierno.
Por tanto, en estos momentos, hubiera sido mejor no tocar el SMI. Ni era importante, ni era urgente.
La contrareforma laboral que quiere la ministra Díaz y sus equipos, no sólo no es importante, sino que es contraproducente e inconveniente. Va contra la creación de empleo y el crecimiento del PIB. Ni Bruselas, ni la economía la consideran razonable.
En relación a la urgencia, solo hay uno de los cuatro temas que no permite demoras: el mantenimiento, o no, de los ERTE.
No es muy importante en gasto, ni en número. En algunas provincias ya representan menos de 1% de los afiliados a la Seguridad Social (en Castellón el 0,81%). Pero, son personas concretas con la incertidumbre de acabar en el paro si su empresa no sobrevive (se estima que la mitad cerrarán y habrá 150.000 los trabajadores en ERTE a final de año).
Combinando lo urgente y lo importante, aprobada ya la subida del SMI, lo que debería hacer el "diálogo social" es acordar el mantenimiento de los ERTEs, que es lo urgente. Mejor si la contrareforma laboral la dejan a "calendas griegas" o, como diría un castellano viejo, "hasta que las ranas críen pelos".
Respecto a la viabilidad de las pensiones públicas puede que macroeconómicamente sea importante, pero políticamente no es urgente y no se puede abordar de verdad. Ningún Gobierno en plena batalla electoral -y el de Sánchez nunca deja de estar en campaña- va a tomar la decisión que solucionaría su viabilidad: alargar la edad oficial y efectiva de la jubilación (¿70 años, salvo casos específicos?).
Conforme se acerquen las elecciones (no olvidemos las locales y autonómicas) esa impopular medida será cada vez más difícil de tomar. Por tanto: mejor marear la perdiz.
En pensiones, ya se ha hecho un parche que se puede "vender" a Bruselas con medidas que incentivan jubilarse más tarde y castigan hacerlo anticipadamente de la edad actual de retiro (66 años y meses). Una medida impopular que ha pasado suficientemente desapercibida tapada por la indexación de la subida de pensiones al IPC (que va contra su viabilidad).
Conclusión: si de verdad quiere ser un diálogo social sensato, que alargue la permanencia de los ERTEs hasta final de año (por lo menos) y se reúna, de tarde en tarde, para que parezca que trabajan. Entre lo no urgente y lo no importante, cuanto menos hagan mejor.
*** José Ramón Pin es profesor del IESE.