En el centro de esta problemática, se encuentra el necesario impulso de la transición energética, que requiere grandes cantidades de materias primas para electrificar la sociedad como requisito necesario para la migración a fuentes de energía más limpias. Un vehículo eléctrico precisa en su fabricación de cuatro a cinco veces más cobre que un vehículo convencional; sin olvidar las necesidades de Litio, Cobalto, y otros metales para las omnipresentes baterías. Además, la creciente informatización de nuestra vida diaria, y de todos los procesos productivos, emplea una cantidad cada vez mayor de semiconductores, "tierras raras" y otros minerales.

En nuestro país, contamos con abundantes reservas de estos materiales. Al mismo tiempo nuestra normativa ambiental está alineada con la europea, la más restrictiva del mundo. Ejemplo de ello son los países nórdicos, con una actividad minera que es clave en su éxito económico, y que da respuesta a las necesidades de responsabilidad social y medioambiental de las sociedades más avanzadas del mundo. No es casual que Irlanda, Suecia y Finlandia tengan cientos de proyectos mineros en fase de desarrollo.

En nuestro país, contamos con abundantes reservas de estos materiales. Al mismo tiempo nuestra normativa ambiental está alineada con la europea

La UE apuesta en resolución de 3 de septiembre de 2020 por la necesidad de extracción de 30 materiales estratégicos para la pervivencia de la industria europea y garantizar la resiliencia de las cadenas de valor de cara a conseguir un elevado grado de sostenibilidad de nuestros sistemas económicos. Por supuesto, se apuesta por incrementar los índices de recuperación en procesos de economía circular, pero estos no son suficientes para garantizar la demanda necesaria para alimentar los procesos industriales.

Las técnicas mineras actualmente en uso en Europa son más limpias, con diferencia, que las que se aplican en países en vías de desarrollo, que actualmente son los proveedores de estos materiales hacia Europa, ya sea en forma bruta o transformada en vehículos, electrodomésticos, material informático, bienes de equipo. Bienes, todos ellos, que se fabrican en lugares con menores requisitos éticos, medioambientales o sociales a los que nuestra sociedad se ha obligado a tener.

Como sociedad deberíamos apoyar, aquellos proyectos mineros que cumplan la normativa, a los que sea posible realizar un control en el día a día; y que aporten procesos industriales que avancen en las cadenas de valor, buscando extraer el máximo valor añadido de los recursos extraídos.

También deberíamos priorizar que se establezcan los mecanismos de control de estos proyectos, auditando tanto los indicadores ambientales como las inversiones que aseguren la repercusión positiva en las comarcas en las que se implantan, todo ello con la participación social.

Debemos aprovechar esta oportunidad siempre y cuando se cumplan los más altos estándares de excelencia técnicos, ambientales, sociales y en definitiva éticos, que son la aspiración que debemos tener para con nuestra industria.

Por ello solicitamos a la Xunta de Galicia que ejerza sus competencias con valor y criterio técnico, que analice cualquier proyecto de forma estricta y conforme a la ley en vigor y los apruebe o deniegue sin dejarse amedrentar por presiones ajenas a criterios técnicos y legales.

Finalmente, cualquier posición que se tome, debe hacerse desde criterios técnicos, científicos y pensando en el bien social global. En el caso de la minería, es importante no basarse en prejuicios o problemas heredados de actividades realizadas hace décadas para criticar proyectos industriales; cumpliendo las normas, la implantación de una industria sólo puede ser beneficiosa para las comunidades que la acogen.

Abandonemos la hipocresía que significa disfrutar de las comodidades que proporcionan los materiales extraídos en otros países, mientras cerramos los ojos a las condiciones sociales y medioambientales que se producen en la extracción simplemente porque ser algo que sucede convenientemente lejos. Esto mientras, por el contrario, consideramos insalvable cualquier molestia, real o supuesta, que se nos venga a la cabeza si se produce en nuestro entorno. Abandonemos la doble moral y aprovechemos la oportunidad, desde el rigor y la exigencia.

*** Francisco Méndez Gómez es secretario de Cambio de Modelo Productivo y Sostenibilidad de CC.OO. Galicia.