Hacia una industria de Defensa más sostenible

Hacia una industria de Defensa más sostenible

La tribuna

Hacia una industria de Defensa más sostenible

El sector de Tecnologías de Defensa, Seguridad, Aeronáutica y Espacio ha tomado conciencia de la necesidad de involucrarse en reducir su impacto climático.

9 noviembre, 2021 07:13

No cabe duda de que el cambio climático es uno de los principales retos a los que nos enfrentamos como sociedad en las próximas décadas. La Unión Europea está liderando los esfuerzos a nivel mundial para tratar de mitigar sus efectos y adaptarse a sus consecuencias, como estamos viendo estos días durante la celebración de la COP26 en Glasgow, por ejemplo, mediante el Compromiso Mundial sobre el Metano para reducir las emisiones de este gas en un 30% en esta década. En España, estamos preparándonos para reducir nuestras emisiones globales en un 55% para 2030, como paso previo a la neutralidad climática en 2050.

Conseguir unos objetivos tan ambiciosos requiere un esfuerzo colectivo al que toda la sociedad debe contribuir. En este sentido, la industria se enfrenta al doble reto de fortalecer su aportación al crecimiento a largo plazo de la economía y al empleo de calidad; y de hacerlo a través de la fabricación de bienes que resulten competitivos en las próximas décadas. Para ello, es necesario acelerar la transformación digital de la industria e incorporar las consideraciones climáticas en la toma de decisiones para que los nuevos productos sean lo más respetuosos posibles en cuanto a su huella de carbono, su inclusión en la economía circular o el respeto a la biodiversidad.

Al mismo tiempo, la producción industrial debe reducir su impacto en el medio ambiente, aumentando su eficiencia energética, recurriendo a fuentes de energía renovables, acortando sus cadenas logísticas y haciendo un mejor uso de las materias primas. Para conseguirlo, la colaboración público-privada resulta fundamental, con el Mecanismo de Recuperación y Resiliencia como principal instrumento.

La producción industrial debe reducir su impacto en el medio ambiente, aumentando su eficiencia energética

Pero para la industria de Defensa este compromiso es doble, porque tenemos el rol esencial de proporcionar a las Fuerzas Armadas el equipamiento que necesitan para garantizar la seguridad de los ciudadanos. Unas Fuerzas Armadas que conocen de primera mano el riesgo que supone el cambio climático, ya que desde hace años las hemos visto ayudando y combatiendo los fenómenos climáticos más adversos, como incendios forestales o, más recientemente, la borrasca Filomena o el volcán en la Isla de La Palma.

Como no podría ser de otra forma, los ejércitos de todo el mundo se están preparando para adaptarse al nuevo entorno operativo. La Unión Europea lidera este proceso con su Hoja de Ruta sobre Cambio Climático y Defensa, pero también, el Departamento de Defensa estadounidense que acaba de publicar su Plan de Adaptación Climática.

Lo que podemos apreciar es, por un lado, la necesidad de operar en ambientes más extremos, así como una mayor conflictividad debido a la escasez de recursos naturales como el agua.

Para intentar evitarlo, somos conscientes de la necesidad de mitigar el impacto climático de las actividades relacionadas con la Defensa, una tarea en la que la industria tiene un rol preeminente como diseñador y fabricante de los sistemas. En este empeño estamos convencidos de que el único camino posible es el de la inversión en I+D+I.

Somos conscientes de la necesidad de mitigar el impacto climático de las actividades relacionadas con la Defensa

Según los últimos datos publicados por KPMG en su informe ‘Impacto económico y social de la Industria de Defensa, Seguridad, Aeronáutica y Espacio’, las industrias de TEDAE generan 1.900 millones de euros en I+D+I en el conjunto de la economía, entre inversión directa e indirecta, y se consolidan como unas de las principales impulsoras de innovación en España junto a otros sectores estratégicos como el de automoción y el farmacéutico.

Como parte de este proceso de incorporación de los aspectos climáticos al sector, lo que muchas de nuestras empresas están descubriendo, en estrecha colaboración con el Ministerio de Defensa, son las ventajas operativas que estas tecnologías aportan. Por ejemplo, la capacidad de generar electricidad a través de energía eólica o solar en una base avanzada reduce enormemente la huella logística de los despliegues en materia de combustible. Lo mismo ocurre con la regeneración de energía en los vehículos o la hibridación, que además permite reducir su firma acústica.

Lo que es importante no perder de vista en esta hoja de ruta hacia la descarbonización es la necesidad de contar con el necesario acompañamiento y acceso a la financiación como cualquier otro sector industrial. En el marco de la implantación de los criterios medioambientales, sociales y de buen gobierno (ESG) en la gestión empresarial, y en la búsqueda de unas finanzas más sostenibles, ninguna industria debe quedar atrás.

 *** César Ramos es director general de TEDAE.

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