La UE no puede protagonizar la deforestación importada
El Pacto Verde Europeo es un documento clave y la Comisión debe mostrar su compromiso con la deforestación para no defraudar a los ciudadanos
“La atmósfera se está calentando, y el clima cambia de año en año. De los ocho millones de especies del planeta, un millón está en riesgo de extinción. Estamos contaminando y destruyendo los bosques y los océanos”. Así de rotundo empieza el Pacto Verde Europeo, documento base de la política ambiental y climática de la Comisión Europea.
En efecto, la Unión Europea está destruyendo los bosques. Especialmente, los de las zonas tropicales. Debido a sus importaciones de productos agrícolas y ganaderos, la UE es uno de los mayores impulsores de la deforestación tropical en el mundo, sólo superado por China.
La propia Comisión Europea lo reconoce: “La UE es responsable del 7-10% del consumo mundial de cultivos y productos ganaderos que están asociados a la deforestación en sus países de origen. También se encuentra entre los principales importadores de productos básicos relacionados con la deforestación, como el aceite de palma, la soja, el caucho, la carne de vacuno, el maíz, el cacao y el café". Von der Leyen lo reiteró en Glasgow durante la COP26.
Es lo que se conoce como "deforestación importada".
La Comisión Europea (CE) probablemente se quede corta en sus estimaciones. La organización internacional WWF calcula que la UE contribuyó en 2017 al 16% de la deforestación tropical importada a nivel mundial y denuncia que España es el tercer país europeo con mayor impacto en este asunto.
La Comisión Europea (CE) probablemente se quede corta en sus estimaciones
Según ese informe de WWF, basado en un análisis de imágenes vía satélite y de estadísticas agrícolas y comerciales, a causa de sus importaciones de soja, de aceite de palma, de carne de vacuno, de productos de madera, de cacao y de café, la UE contribuyó indirectamente en 2017 a la desaparición de 203.000 hectáreas de bosques tropicales, que pasaron a convertirse en tierras agrícolas. Estamos hablando de una superficie deforestada igual a dos veces Asturias, en un solo año.
La CE se propone en el Pacto Verde mejorar la superficie forestal europea, tanto en calidad como en cantidad, para que la UE alcance la neutralidad climática y un medioambiente sano. Así mismo, el Pacto Verde Europeo dice literalmente: “Partiendo de la Comunicación Intensificar la actuación de la UE para proteger y restaurar los bosques del mundo, la Comisión tomará medidas, tanto regulatorias como de otro tipo, para promover productos importados y cadenas de valor que no conlleven deforestación ni degradación forestal".
El 19 de octubre de 2020, la Comisión publicó su programa de trabajo para 2021, en el que se incluye la elaboración de una propuesta legislativa destinada a minimizar el riesgo de deforestación y degradación forestal asociado a los productos comercializados en la UE. Se espera que dicha propuesta, que irá acompañada de una evaluación de impacto, se dé a conocer el próximo 17 de noviembre.
Es una gran noticia que la Comisión Europea vaya a hacer una propuesta legislativa para romper el vínculo entre el consumo de productos agrícolas y ganaderos importados por Europa y la destrucción de los bosques en todo el mundo.
Sin embargo, tiene graves carencias e importantes coladeros que debilitarían sustancial e innecesariamente su impacto real, probablemente con el fin de favorecer a las grandes empresas de agricultura industrial que se verían afectadas por la ley.
Aunque la normativa propuesta por la Comisión protegería partes de la selva amazónica, permitiría a grandes empresas agrícolas como Cargill seguir impulsando la deforestación a gran escala justo al lado, en las sabanas del Cerrado de Brasil, los humedales del Pantanal y los bosques bolivianos y argentinos, y exportar los productos de esa destrucción a Europa.
Con respecto a los productos, la propuesta de la Comisión no incluye el cuero, pese a que el ganado es el mayor impulsor a nivel mundial de la deforestación y la contaminación climática dentro del sector de la agricultura. También excluye el caucho, a pesar de que los países productores de caucho, como Camboya y Vietnam, tienen una de las tasas de deforestación más altas del mundo. También obvia el derecho de los pueblos indígenas a sus tierras ancestrales.
La soja para alimentar a pollos, cerdos y vacas ha causado más deforestación que cualquier otro producto importado en la UE entre 2005 y 2017, incluso más que el aceite de palma. Alrededor del 70% de esta destrucción se concentró en un bioma crítico, la sabana del Cerrado en Brasil, una de las regiones más amenazadas del continente.
La Ecoregión del Cerrado es un ecosistema de altísimo valor. Es la mayor sabana tropical de Sudamérica y posee una biodiversidad extremadamente alta: contiene cerca del 5% de toda la biodiversidad de la Tierra y el 40% de sus especies son endémicas. Más de 12.000 especies de plantas viven en el Cerrado. En cuanto a su fauna, destacan especies amenazadas como el jaguar, el oso hormiguero gigante, el lobo brasileño y el ciervo de los pantanos.
El Cerrado es también un sumidero de carbono crítico. En su profundo suelo -se estima que alcanza profundidades de 25 metros o más- las plantas tienen sistemas radiculares extensos. Muchas tienen dos veces más biomasa debajo del suelo de lo que se ve en la superficie, lo que ha llevado a los científicos a describirla como un "bosque invertido". Se estima que almacena alrededor de 13.700 millones de toneladas de carbono, dos tercios de los cuales yacen bajo tierra.
Este importante ecosistema está sumamente amenazado. La mitad de su superficie ya ha desaparecido para dar paso a la soja y al ganado, una superficie tan grande como Francia, Alemania, Bélgica y los Países Bajos juntos. Cada año, unas 140.000 hectáreas de vegetación autóctona del Cerrado se convierten en soja. Y no hay señales de que la tendencia se invierta: la deforestación en el Cerrado en los primeros ocho meses de 2021 fue un 25% mayor que en 2020.
Por ello, la Comisión no puede perder más tiempo: debe incluir la protección del Cerrado y demás sabanas y humedales en su propuesta de reglamento. Si no lo hace, la UE estaría dejando la puerta abierta a la mayor causa de deforestación importada: la soja para producir piensos procedentes de Brasil.
La Comisión no puede perder más tiempo: debe incluir la protección del Cerrado y demás sabanas y humedales en su propuesta de reglamento
Los consumidores europeos no saben que una importante cantidad de productos agrícolas y ganaderos que importa la Unión Europea están vinculados a la destrucción de bosques, sabanas y humedales tropicales. El año pasado, más de un millón de personas participaron en la consulta pública organizada por la Comisión para pedir una legislación ambiciosa que ponga fin a la destrucción de la naturaleza o al abuso de los derechos humanos. La Comisión no puede defraudar a sus ciudadanos.
Muchas empresas, conscientes de que sus clientes quieren productos libres de la transformación de ecosistemas naturales en campos agrícolas o en zonas de pastos para el ganado, también apoyan que la Comisión plantee una normativa ambiciosa. En mayo de 2021, más de 70 grandes empresas como las cadenas de supermercados Carrefour y Lidl, los fabricantes de alimentos Danone y Ferrero, las marcas de cosméticos L'Oreal y The Body Shop, entre otras, instaron a la UE a proteger las sabanas.
Por su parte, el Parlamento Europeo, en su resolución de 9 de junio de 2021 sobre la estrategia de la UE en materia de biodiversidad para 2030, pidió a la Comisión que presentara urgentemente una propuesta de marco jurídico de la UE basado en la diligencia debida obligatoria que garantice que las cadenas de valor sean sostenibles y que los productos o las materias primas que se comercializan en la UE no resulten o se deriven de la deforestación, la degradación de los bosques, la conversión o la degradación de los ecosistemas o las violaciones de los derechos humanos.
En resumen, es fundamental que la Comisión Europea, mediante su propuesta legislativa, establezca un marco obligatorio que exija a las empresas comercializadoras -y a las instituciones financieras en las que aquellas se apoyan- que garanticen que sus productos cumplen con estrictos requisitos de sostenibilidad, como los ya mencionados por el Parlamento Europeo.
El reglamento debe aplicarse a una lista exhaustiva de productos básicos de riesgo para los bosques y los ecosistemas, que inicialmente debería incluir, como mínimo, los productos ganaderos (como la carne de vacuno y el cuero), la soja, el aceite de palma, la madera, el cacao, el café y el caucho.
Esta normativa debe establecer requisitos de transparencia y trazabilidad de la cadena de suministro, así como un régimen de sanciones suficientemente estrictas como para disuadir del incumplimiento y un sistema eficaz de comprobaciones y controles, entre otras medidas de control, revisión y reclamación.
El Pacto Verde Europeo es un documento clave con el que la Comisión Europea pretende recuperar su compromiso con la ciudadanía de que la UE responderá a los desafíos del clima y el medioambiente, lo que, según el documento, “constituye la tarea definitoria de esta generación”.
Sería un pésimo mensaje a los ciudadanos que la Unión Europea aprobara una normativa legal con grandes coladeros para que lamentables personajes como Bolsonaro junto con los grandes terratenientes de Brasil, en alianza con el lobby del agronegocio en el país (principalmente Abiove, con la complicidad de Cargill y Bunge, las mayores comercializadoras de soja del mundo) sigan destruyendo ecosistemas de gran valor, agravando el problema del cambio climático.
*** Carlos Bravo es representante de Mighty Earth en España.