Hace unas semanas se celebró un evento de economistas que trabajan en sociedades relacionadas con la inversión. El primero inició su intervención con esta frase: “¿de qué tenemos que preocuparnos hoy?”. La misma frase que, dicha literalmente o no, impera en casi todas las intervenciones de economistas jefe de sociedades de valores en los últimos diez años. Y la responsable de que tantos inversores se hayan perdido la gran subida bursátil de estos diez años.
No me interpreten mal: cuando se trabaja en los mercados hay que plantearse constantemente dónde están las amenazas. Pero eso no significa que no haya que pensar también donde están las oportunidades.
La obsesión de muchos economistas e “influencers” por “la burbuja, “la crisis” o la “represión financiera” han mantenido a muchos inversores en una posición ultraconservadora, y ahora se encuentran con gran parte de su dinero en cuentas y depósitos dónde pierden un 5 % anual. Porque la inflación será “transitoria”, pero es real. Y, aunque más adelante baje al 2 %, seguirán perdiendo dinero.
Otros siguen en fondos de renta fija, que han funcionado muy bien estos años – bendita “represión financiera” - pero que según va desapareciendo la “represión” – bajada de tipos - empiezan a generar pérdidas. Y cuyo porvenir es más bien negro, porque El BCE se va a quedar sin excusas para seguir comprando bonos. Y sin munición, ya que ha adquirido bonos por un equivalente al 80 % del PIB de la Eurozona.
Este posicionamiento de muchos economistas e “influencers” en relación con la renta variable de mirar solo una cara de la moneda, tiene un peligro adicional: el efecto "Pedro y el lobo".
Tras tantos años anunciando la explosión de la burbuja o la próxima crisis financiera – la única que hemos tenido ha sido sanitaria y lógicamente ninguno de ellos pudo anunciarla -, muchos inversores han perdido la confianza en estos economistas. El problema es que, cuando realmente acierten, nadie les hará caso. Y “acertarán”, porque está en la naturaleza de los mercados que se produzcan crisis y que exploten burbujas. Pero sus avisos caerán en saco roto porque habrán perdido toda credibilidad.
A mí me recuerdan a esas noticias del mediodía de una cadena de televisión que más que “Las noticias” se tendría que llamar “Las desgracias”. Todo el programa trata de desgracias de todo tipo. Pero la realidad es más amplia y más variada y todos los días ocurren cosas buenas y cosas malas. Pues en los mercados pasa lo mismo.
Las enseñanzas de todo lo anterior están muy claras. La primera sería la de escuchar la opinión de analistas o economistas que vean las dos caras de la moneda y “se mojen” en establecer los escenarios con más probabilidades de producirse. Como he dicho al principio, me parece muy sano tener siempre un ojo puesto en los problemas, o, en términos automovilísticos, que si vamos a adelantar – invertir - sería una locura no mirar antes por el espejo retrovisor y mirar a ver si viene un coche por el carril contrario. Pero eso no significa tener que quedarse detrás de un camión durante cientos de kilómetros.
Es más: entre los enormes avances que ha tenido la industria de la inversión colectiva - fondos inversión y ETF - está también el facilitar el acceso a productos que se benefician tanto de una subida de un activo - los “clásicos” - como a productos que se benefician de la “caída” de un activo. Podemos aprovechar las oportunidades que da el mercado tanto al alza como a la baja. Y quiero insistir en esta cuestión porque, por ejemplo, ahora mismo es tan fácil invertir en un producto que se beneficia de la caída del precio de los bonos o de las acciones como en uno que se beneficia de la subida.
Protegerse de la subida del tipo de interés de los bonos no es ninguna locura. Lo que es una locura es dejarse llevar por la caída en el valor de los fondos de renta fija que genera una subida de los tipos de interés en el mercado. Tampoco es una locura invertir en una divisa distinta de la europea si el BCE decide olvidarse del riesgo de inflación. De hecho, salvo que el euro esté muy fuerte, es bueno diversificar en otras divisas, al igual que es bueno diversificar entre renta variable e inversión inmobiliaria.
Al final, es como la vida misma: quien solo ve lo negativo acaba con una depresión de caballo. En los mercados, quien se levanta todos los días escuchando a alguien que transmite algo negativo y que su manera de trabajar es preguntarse únicamente de qué se tiene que preocupar no es una buena forma de invertir. Los últimos 10 años son una buena prueba de ello, crisis del coronavirus incluida. Y me refiero a renta variable global, no a renta variable española. Nuestro país lleva muchos años en un proceso de decadencia económica que lo hace poco atractivo para invertir en renta variable.
Finalmente, la moraleja: cuando Pedro deje de anunciar que viene el lobo estaremos ante una de las señales de que ha llegado el momento de plantearse la retirada. El día que vea al economista mencionado al inicio empezar su presentación sin la famosa frase - u otra similar -, revisaré números, tendencias y riesgos. Por si se me ha pasado algo por alto.
*** Víctor Alvargonzález es asesor financiero independiente y socio fundador de Nextep Finance.