Tras inventar una de las redes sociales más relevantes del momento, dirigirla un tiempo, luego crear una de las empresas de pagos móviles de más rápido crecimiento de la historia, dirigirla, y finalmente regresar a la red social para hacerse CEO de ambas al mismo tiempo, podría decirse que Jack Dorsey es como un Ave Fénix, capaz de renacer de sus cenizas una y otra vez.
Por eso, desde que el lunes renunció al cargo de consejero delegado de Twitter, que ocupaba desde 2015, no puedo dejar de pensar en con qué nos sorprenderá en su próximo resurgimiento.
Casi todos los expertos coinciden en que se centrará en su compañía de pagos, Square, y que las criptomonedas tendrán un papel protagonista en su futuro. Desde hace tiempo, Dorsey se ha convertido en un evangelista de prácticamente cualquier cosa que funcione con blockchain y esté descentralizada.
Si esta predicción se cumple, estaría siguiendo los pasos de algunos de sus colegas magnates de la tecnología: dejar el aburrido y burocrático trabajo diario en una compañía multimillonaria problemática para centrarse en innovaciones visionarias, a las que ni los reguladores ni la sociedad han empezado a prestar atención.
Los fundadores de Google, Larry Page y Sergey Brin, dejaron su puesto en 2019 para centrarse en proyectos futuristas como coches voladores, y Jeff Bezos hizo lo mismo este año con Amazon para cumplir su sueño de viajar al espacio (algo que también hizo). Aunque, en su caso se ha asegurado un puesto muy cercano al del nuevo CEO para poder seguir dando órdenes en la sombra.
A diferencia de él, Dorsey ha hecho lo contrario: no solo deja de ser CEO, sino que su carta de renuncia parece sugerir que se desvinculará totalmente de Twitter. En ella afirma que considera "fundamental que una empresa pueda valerse por sí misma, libre de la influencia o dirección de su fundador", en lo que parece ser una pulla abierta contra uno de sus grandes homólogos y rivales, el fundador y CEO de Facebook (ahora Meta), Mark Zuckerberg.
Con este argumento, Dorsey podría estar siguiendo la visión del archiconocido experto en liderazgo Noam Wasserman. En su famosísimo libro The Founder's Dilema plantea que los fundadores que permanecen como directores ejecutivos durante demasiado tiempo tienden a "perjudicar significativamente el valor de la empresa". O puede que no. Puede que simplemente se haya cansado de discutir con todo el mundo por los problemas de su red social.
Imagino que los últimos años no han sido fáciles para él. Cuando lanzó Twitter en 2006, internet y la sociedad eran muy diferentes. Los términos 'discurso de odio', 'desinformación' y ' troles' todavía no formaban parte de nuestro léxico diario y nadie veía las redes sociales como un arma capaz de destruir democracias y provocar genocidios.
Cuando fundó Twitter, los términos 'discurso de odio', 'desinformación' y ' troles' todavía no formaban parte de nuestro léxico
Las cosas tampoco estaban tan mal cuando recuperó el cargo de CEO en 2015. Pero, desde entonces, ha sido criticado por no hacer suficiente por frenar el contenido falso y los abusos e incluso se enfrentó al mismísimo Donald Trump, a quien este año expulsó de Twitter de forma indefinida por incitar a la violencia y compartir bulos. Y, por si fuera poco, esto le ha convertido en blanco de la extrema derecha del país, que le acusa de censurar la libertad de expresión.
Yo también me habría aburrido. Y, si además tuviera una fortuna de más de 10.000 millones de euros como tiene él, seguro que también estaría deseando irme a trabajar en otras innovaciones que no me dieran tantos dolores de cabeza. El problema es que Dorsey se ha erigido a sí mismo como uno de esos tecno-optimistas que creen que la tecnología puede solucionar todos los males del mundo.
A sí que, por mucho potencial que tengan las criptomonedas, tal vez debería haber optado por conservar sus millones y su poder para intentar arreglar todos los fallos de su red social, en lugar de salir volando para resurgir de sus cenizas en busca de una nueva aventura empresarial.
Pero bueno, al menos no ha hecho como Zuckerberg y ha escondido los problemas de su compañía tras un llamativo video promocional y la promesa de un futuro inmersivo que todos sabemos que no se cumplirá.