Esta semana se conocerán las decisiones de política monetaria de bancos centrales que representan casi la mitad de toda la economía global. Y es probable que se hagan más patentes las diferencias entre la Reserva Federal de EEUU (Fed) y el Banco de Inglaterra frente al Banco Central Europeo (BCE) y el Banco de Japón.
Conviene centrarse en las diferencia entre la Fed y el Banco de Inglaterra frente al BCE, puesto que el Banco de Japón hace décadas que entró en el 'QE eterno' (proceso de estímulo monetario mediante la compra de bonos y otros activos en el mercado), en la misma medida en la que sus políticos han sido incapaces de reducir la burocracia y la red de intereses creados que ha llevado a la economía japonesa al estancamiento crónico. Un riesgo que no podemos descartar en Europa, vista la actitud tan parecida que tienen los políticos europeos.
Para los inversores, lo importante es que el BCE piensa que la inflación es transitoria mientras que la Fed y el Banco de Inglaterra piensan justo lo contrario. Y esto genera posibilidades de ganar dinero aprovechando el posicionamiento divergente de las tres instituciones.
En los mercados se gana con las oportunidades que crean las divergencias y las ineficiencias. Cuando algo está excesivamente barato se gana comprando a la espera de que se produzca el ajuste al alza del precio. Y lo mismo, pero a la inversa, cuando algo está muy caro. O cuando los estados se endeudan en exceso y se acaban produciendo ajustes en sus bonos o en sus divisas. Y son sólo un par de ejemplos.
El BCE parece que tiene la intención de seguir comprando bonos como si no existiera riesgo alguno de que la inflación vaya a permanecer. Inyectar liquidez ayuda a que aumente la inflación, es el motivo por el que compraba bonos antes de la pandemia.
El BCE podría verse forzado a reducir gradualmente sus compras de bonos por la presión del nuevo ministro de Finanzas alemán
En el otro lado tenemos a la Fed, mucho más preocupada por la inflación, así como el Banco de Inglaterra, que está preparándose para subir los tipos de interés (aunque probablemente se tome su tiempo a la espera de ver cómo afecta la variante ómicron). La divergencia con el BCE está servida.
En primero lugar, en este contexto lo normal sería que se ganara dinero poniéndose cortos en bonos de medio y largo plazo norteamericanos, ante la expectativa de subidas de tipos de interés, tanto de los bonos como los oficiales. Y así ha sido, pues este año han caído los bonos, pero no han caído tanto como sería lógico que cayeran en un entorno como el descrito.
Si no han caído más ha sido por la llegada de la variante ómicron, que ha generado miedo a nuevos confinamientos y restricciones – lo cual beneficia a los bonos – y la expectativa de que, finalmente, la Fed recule si se debilitan la creación de empleo y el crecimiento.
Pero si al final ómicron no resultase tan fiera como la pintan y la economía norteamericana funcionase como ha hecho hasta la fecha, lo más probable es que los precios de los bonos sigan cayendo. Aunque sería moderadamente, ya que en un mundo en el que la tensión y el miedo se palpan constantemente, es difícil que se produzca una fuerte caída de los bonos más seguros del mundo.
En Europa, el BCE pretende seguir comprando como si siguiéramos en pleno confinamiento, pero podría verse forzado a reducir gradualmente sus compras de bonos -que no a subir los tipos de interés oficiales- por la presión de los países del Norte de Europa y del nuevo ministro de Finanzas alemán.
En ese caso, además de apostando contra los bonos norteamericanos, se ganaría apostando también contra los bonos europeos, especialmente si Lagarde se equivoca y la inflación no es tan transitoria como dice.
En los mercados se gana con las oportunidades que crean las divergencias y las ineficiencias
La otra válvula de escape en el supuesto de que el BCE se equivoque son las divisas. Este año ya se ha producido una significativa revalorización del dólar y de la libra frente al euro ante la expectativa de que llegáramos a esta divergencia. No olvidemos nunca que los mercados cotizan expectativas.
Si la divergencia se reforzara, lo reflejarían de nuevo las divisas, donde la capacidad que tiene el BCE para manipular los precios es menor que en los bonos.
Luego hay otra posibilidad, y es que el BCE cambie de opinión. De hecho, últimamente a la cotización del euro le está costando perder el nivel 1,13, lo cual yo interpreto como que el mercado no se acaba de creer que el BCE vaya a seguir comprando bonos al mismo ritmo que hasta la fecha.
Finalmente, tampoco podemos descartar que el BCE acierte y la inflación vuelva donde estaba, en cuyo caso se ganará dinero comprando bonos europeos y euros. Es decir, poniéndose cortos en las otras divisas. La información actual no da muchas probabilidades a que acierte Lagarde, pero en los mercados no se debe descartar ninguna posibilidad y hay que saber cómo aprovecharlas todas.
Las divisas las carga el diablo y personalmente pienso que son el activo más difícil de manejar, pero no es menos cierto que también establecen tendencias. De lo que ocurra esta semana dependerá cuáles sean esas tendencias en el medio plazo.
***Víctor Alvargonzález es asesor financiero independiente y socio fundador de Nextep Finance