"El talento gana partidos. El equipo gana campeonatos". (Michael Jordan).
El nombre euro fue adoptado oficialmente el 16-12-1995 en Madrid. Hoy es el vigésimo cumpleaños de nuestro país en el euro físico. Las monedas y billetes entraron en circulación el 1 de enero de 2002 en doce Estados de la UE: Alemania, Austria, Bélgica, España, Finlandia, Francia, Grecia, Irlanda, Italia, Luxemburgo, Países Bajos y Portugal.
En la columna de hoy, daremos un repaso breve y didáctico a la eurozona centrándonos en quiénes somos, qué suponemos en el mundo y qué hemos conseguido.
Para resumir quiénes somos, usaré este mapa de PolGeoNow. De los 27 países de la UE, 19 estamos en el área euro (azul oscuro). De los ocho que no están, tres pueden optar (celeste) y cinco están fuera (gris) por incumplir criterios de convergencia.
Dinamarca puede entrar cuando quiera, pero por ahora mantiene su corona. Suecia ya era miembro cuando el euro entró en vigor, pero no lo ha adoptado porque su población no apoya el cambio. Para no incumplir la normativa europea, el país elude a propósito algunas condiciones de ingreso.
Además, cuatro micro-Estados tienen acuerdos con la UE para el uso del euro como moneda: Andorra, Ciudad del Vaticano, Mónaco y San Marino. Por otra parte, el euro fue adoptado de manera unilateral por Montenegro y Kosovo:
El PIB global es de 94 billones de dólares. Como podemos ver en esta infografía de Visual Capitalist, Estados Unidos supone casi el 25% de la economía mundial, mientras que China genera el 18% del PIB mundial. Si de Europa nos quedamos estrictamente con la eurozona, representamos casi el 16% de la producción del planeta:
¿Y qué hemos conseguido en tantos años de integración? España ingresó en la Unión Europea en 1986. Por aquel entonces, el PIB de nuestro país era de unos 250.000 millones de dólares. En este gráfico de WawamuStats, podemos observar que, cuando comenzó la andadura del euro hace 20 años exactos, producíamos unos 630.000 millones de dólares y éramos la décima potencia mundial. De 2003 a 2008, fuimos la octava potencia con algún leve cambio en el camino:
En esta tabla actualizada de Trading Economics (medida en miles de millones de euros), vemos que hoy somos la decimocuarta potencia mundial:
Alguien podría pensar que, si llegamos a ser la octava potencia y hemos perdido seis puestos con los años, entonces nos ha ido mal. No precisamente. Es cierto que nuestra excesiva dependencia del turismo y de la construcción combinada con poca innovación tecnológica nos ha impedido prosperar aún más, pero, en términos generales, la aventura europea nos ha aportado mucho.
De hecho, todos los países que nos han superado tienen más población que nosotros (y más que nos superarán) con la excepción de Australia. Canadá también tiene menos población, pero ya estaba por delante de España en 2002.
En la universidad, estudié los modelos de expectativas racionales que demostraban cómo nuestro país experimentó un auge increíble en los años previos a la entrada en la UE. Nos contagiamos de euforia ante la gran expectativa que causaba entrar en el gran club. Y así sucede siempre en economía: si casi todos nos lo creemos, lo creamos.
Luego dimos otro gran paso al entrar en el euro. Ya compartíamos un mercado común con los principales destinatarios de nuestras exportaciones, ahora tocaba no tener ni siquiera diferencias de cambio con la mayoría de ellos y estar aún más unidos. Y funcionó hasta que llegó la Gran Crisis Financiera en 2008. Se puso de manifiesto que el euro se parió con un defecto: cedimos la política monetaria, pero no unimos las deudas públicas, es decir, no se crearon los eurobonos. Los tipos los manejaba el BCE, pero las deudas soberanas cotizaban por separado. La crisis nos comió y tuvimos que asumir la dura devaluación interna que suponía la bajada de los salarios.
Aun así, se supo reaccionar. La eurozona ha establecido y utilizado disposiciones para otorgar préstamos de emergencia a los Estados miembros a cambio de reformas económicas. Toda la expansión monetaria y las compras masivas de bonos que hemos asumido sólo se pueden acometer cuando el emisor es plenamente creíble para el mercado, es decir, cuando se tiene una moneda fuerte, de lo contrario, habríamos creado una inflación galopante. Si hubiéramos conservado la peseta, no habría sido posible.
Ya lo dijo Ray Kroc, fundador de McDonald’s: "Ninguno de nosotros es tan bueno como todos nosotros juntos".