Desde que Jerome Powell entonó el mea culpa el pasado 30 de noviembre, y reconoció -tras su nominación para el segundo mandato al frente de la Fed- que la palabra “temporal” no podía seguir asociándose a la inflación, los mercados han comenzado a prepararse y a digerir próximas subidas de tipos por parte de la institución.
Los futuros de tipos indican que los integrantes del mercado esperan la primera subida en la reunión del 16 de marzo, y que descuentan tres subidas más en 2022 y entre dos y tres más en 2023. Estas expectativas comienzan a filtrarse en los bonos, como el del Tesoro de EEUU a dos años, que ha superado el nivel de rentabilidad del 1%, mientras que el bono a 10 años se encamina hacia el 2%.
En función de la rapidez y el tamaño de las subidas, la curva podría aplanarse, en cierta medida y acaparar titulares negativos.
Antes de seguir, no es solo la inflación el único mandato de la Fed, también lo es el pleno empleo, y aquí también se están produciendo tensiones que parecen indicar que la economía está próxima al pleno empleo. Con una tasa de desempleo del 3,9%, comienzan a observarse presiones salariales en algunos tramos, sobre todo los más bajos y la tasa de renuncia alcanza el 3% de la masa laboral, esto sucede cuando es muy fácil encontrar trabajo en otra empresa, por un salario por hora superior. Esta “gran renuncia” como se la conoce ya en EEUU, afecta sobre todo a los trabajos de hostelería y restauración.
Por tanto, la Fed se encuentra ante un escenario de inflación en máximos de varias décadas, con el CPI en el 7%, la inflación core en el 5,5% y la tasa de desempleo en el 3,9%. Si tuviéramos que buscar una equivalencia en el tiempo, y nos fuéramos a la década de los 80… ¡los tipos de la Reserva Federal estaban en el 8%!
Cualquier movimiento de tipos debe hacerse con algo de delicadeza para no provocar fuertes movimientos del mercado de bonos
Evidentemente, ha llovido mucho desde que Paul Volcker se puso a los mandos de la Reserva Federal, y tanto la política monetaria como la fiscal han seguido caminos poco ortodoxos en este tiempo. Sin duda, no podemos esperar un endurecimiento de la política monetaria a esos niveles, y -de hecho- tanto las expectativas de la Fed como las del propio mercado plantean un escenario de tipos a largo plazo mucho más comedido.
En 2012, cuando comenzaron a dibujarse los dots, las previsiones de tipos de interés de equilibrio de largo plazo, para los miembros del Comité de la Reserva Federal eran del 4% mientras que hoy no superan el 2,5%.
No hay que perder de vista que, entonces, la deuda sobre el PIB estadounidense era cercana al 100% y la proyección para los próximos años, estímulos fiscales mediante, se sitúa cercana al 140%. Asimismo, que los programas de compras, Quantitative Easing han hecho que el balance de la Fed pase de 3.000 millones a 9.000 millones de dólares. Cualquier movimiento de tipos, o de reducción de balance, debe hacerse con algo de delicadeza para tratar de no provocar fuertes movimientos del mercado de bonos.
Y no sólo es el mercado de bonos el único afectado. Las expectativas de subidas de tipos están provocando un fuerte movimiento de rotación sectorial y factorial en las bolsas del growth hacia el value, con subidas en bancos y caídas en pequeñas empresas de crecimiento. Así, en EEUU tenemos al sector de bancos en positivo, subiendo cerca de un 4%, el sector de energía subiendo un 16% y el Nasdaq más de un 5% o el índice Russell 2000 growth, cayendo por encima del 8% en lo que llevamos de año.
Si tuviéramos que buscar una equivalencia en el tiempo… ¡los tipos de la Reserva Federal estaban en el 8%!
Y mientras todo esto sucede en EEUU, Christine Lagarde sigue, de momento, en Europa intentando anclar las expectativas y negar la mayor. Aunque su vicepresidente, Luis de Guindos, ya ha avisado esta semana de que quizá la inflación “no sea tan transitoria”.
La gran sorpresa de este año, aún no cotizada por el mercado, sería que el Banco Central Europeo (BCE) normalizara los tipos y eliminara los tipos negativos. Atentos a los despachos de Fráncfort.
***Miguel Uceda es director de inversiones de Welzia Management