La inflación que nos deja la pandemia es asimétrica
España está sufriendo más que otras economías europeas el aumento de la inflación.
En una Europa que tiene moneda única, además de unos mercados muy integrados, la inflación española es superior a la de nuestros socios comunitarios. Nuestro nivel de inflación es del 6,5% %, muy por encima de Alemania, Francia o Portugal, y por supuesto de la media de la zona euro, que es del 5%. En Europa, como en buena parte del mundo desarrollado hay un problema de inflación, que como explicábamos hace unos días, se está demostrando más persistente de lo que querríamos todos, empezando por los Bancos Centrales.
Pero ¿por qué es más elevada la inflación en España? En primer término, lo que se puede observar es que la inflación subyacente, la que excluye la energía y los alimentos frescos, no es más elevada en España que en el resto de la Eurozona. Por tanto, nuestro problema diferencial podría estar más en la energía que en otras cuestiones.
Una parte de la explicación es que el Instituto Nacional de Estadística (INE) sólo mide en el Índice de Precios al Consumo (IPC) el comportamiento de la tarifa regulada. Sin embargo, hay muchos españoles que tienen contratada una tarifa de libre mercado, mucho más estable. Por otra parte, en la mayor parte de Europa, las tarifas al consumidor no reflejan directa y rápidamente el precio diario mayorista como sí lo hace la tarifa española. Está previsto que en este 2022, el INE tenga en cuenta las tarifas de libre mercado para el cálculo del IPC.
Ahora bien, en cualquier mercado si los comercializadores no repercuten todos los costes a sus clientes, simplemente quiebran. Esto significa que si las comercializadoras, en toda Europa, no repercuten los aumentos de precio de los mercados mayoristas, lo que cuesta producir la electricidad, entonces, simplemente quebrarán. Si no lo han hecho tan rápido como en la tarifa regulada en España, eso sólo implica que todavía no lo han hecho. Esto quiere decir que, todavía quedan aumentos de precio pendientes de repercusión en las tarifas eléctricas de buena parte de Europa. Y algo similar se puede decir de las tarifas comerciales de libre mercado en España.
Todavía quedan aumentos de precio pendientes de repercusión en las tarifas eléctricas de buena parte de Europa
Por eso, sería interesante que, dada la reciente volatilidad del precio de la electricidad, y su importancia, el INE desglosase el cálculo teniendo en cuenta sólo la tarifa regulada y teniéndolas en cuenta todas (que hubiese sido lo deseable desde el principio). Probablemente, no haya tanta diferencia entre nuestra inflación y la media de la zona Euro. Pero, a cambio, la inflación energética en Europa podría ser más persistente aún de lo que parece a primera vista.
Otra cuestión relevante es que el aumento del IPC a impuestos constantes fue en 2021 del 7,3%, superior al 6,5% de aumento del IPC. Esto quiere decir que la reducción del IVA de la electricidad, así como la suspensión del impuesto de generación eléctrico, y por último la reducción al 0,5% del impuesto especial de la electricidad, sí que se han notado, reduciendo el aumento de la inflación en 2021.
Tengamos en cuenta, no obstante, que esto ha supuesto menor recaudación fiscal, y por tanto mayor déficit público. Por otra parte, también tenemos más déficit de tarifa, tanto porque se han repercutido menos costes regulados, como también porque la recaudación del impuesto de generación se dedica precisamente a pagar estos costes.
Esto quiere decir, que en el futuro tendrá que haber incrementos del precio de la electricidad para pagar estos costes ya incurridos (fundamentalmente los incentivos de las renovables de la primera década del pasado siglo). Que los costes no se repercutan al consumidor no significa que dejen de existir, sólo significa que todavía no se han repercutido y habrá que hacerlo en el futuro.
En el futuro tendrá que haber incrementos del precio de la electricidad para pagar estos costes ya incurridos
Además de la cuestión de la electricidad, probablemente hay otras razones detrás del aumento diferencial del IPC en España. Por una parte, probablemente seamos más intensivos en energía que otros países de la Unión Europea, especialmente en hidrocarburos que son más baratos en España por tener una menor carga fiscal.
Sin embargo, donde no parece estar el problema es en los salarios, que están creciendo muy por debajo de la inflación. Con una inflación media en España del 3,2%, los salarios de convenio se incrementaron un 1,5%. Pero, según el INE, el coste laboral unitario se incrementó en el tercer trimestre del pasado año a un ritmo del 2,3%, mientras caía la remuneración media por asalariado un 0,3%.
Esto significa que hay más personas empleadas, lo que es una buena noticia. Pero también significa que los están empleados cobran de media menos, incluso en términos nominales, sin tener en cuenta la inflación. Pero, además, también parece haber una caída de la productividad, que sigue reflejando los últimos datos del INE tras reestimar el PIB. Esta última cuestión podría ser particularmente preocupante. Que esté cayendo la productividad por empleado, supone productos y servicios más caros, y menor crecimiento económico, aunque no haya aumentos salariales significativos. Esperemos que este último efecto sea temporal y derivado de las restricciones de la Pandemia.
Parece que empieza a haber efectos de segunda ronda con el incremento de precios. Y esto significa, dado que los salarios no aumentan, ni mucho menos, a este ritmo, que, además de los precios energéticos, hay aumento de los márgenes empresariales y las rentas de la propiedad (alquileres fundamentalmente). Y eso, también podría indicar que hay más problemas de competencia en los mercados españoles que en buena parte de Europa, lo que se acabaría traduciendo en más costes para las empresas y mayores precios para los consumidores. De todas formas, es pronto para saberlo, porque todos los datos son muy provisionales y sometidos a continuas revisiones.
Pero con independencia de todo esto, los datos de una mayor inflación y menor crecimiento del PIB en España revelan la necesidad de reformas estructurales para dejar atrás, a nivel económico también, la crisis de la pandemia. Tenemos que incrementar la productividad, la competitividad, y la competencia en los mercados. Ésta debería ser la principal meta del empleo de los fondos europeos. No vale sólo con recuperar el empleo perdido con la pandemia de la Covid-19, lo que efectivamente es un éxito, para asegurar el crecimiento económico futuro.
*** Francisco de la Torre Díaz es economista e inspector de Hacienda.