La EPA (Encuesta de Población Activa) del cuarto trimestre (4T) del año pasado, publicada el jueves, ha dado una alegría a los gestores económicos del Gobierno. 840.000 puestos de trabajo creados en 2021 y un desempleo del 13,3% son buenos números. La ministra Calviño ha salido rápidamente a “venderlos”. Está en su derecho.
Además, ha aumentado la población activa. Lo que indica que aumenta la propensión a incorporarse al mercado de trabajo con un total de empleados que suman 20,2 millones de personas. Otra buena noticia.
De todas formas, estos resultados son coyunturales. En el primer trimestre de 2022, volverá a subir el desempleo porque la agricultura estará en el parón invernal, las rebajas del comercio ya se habrán acabado y el turismo está en temporada baja.
Por otra parte, el aumento del PIB no parece reflejar el buen comportamiento del empleo. Las horas trabajadas por empleado disminuyen. Datos que reflejan la pérdida de productividad de la economía española. Si la subida del empleo es más rápida que la del PIB es porque los nuevos contratados parece que producen menos.
¿Por qué aumenta el número de empleados a mayor velocidad que el PIB? La única explicación posible es que los nuevos contratados cobran menos de lo que ingresaban por su trabajo antes de ser despedidos en la crisis. En ese caso, el empleador puede contratar personas para producir unidades de productos o servicios de menor valor añadido que antes.
O dicho de otra forma: los nuevos contratados probablemente lo hacen por menos salario. Entran en puestos de trabajo que añaden menor valor añadido. En consecuencia, se empobrecen respecto a la situación anterior.
Otro factor es el aumento de los empleados del sector público en el 2021. En este caso, los trabajadores cambian renta salarial por seguridad. La seguridad que crea la estabilidad en el empleo es buena para la calidad de vida. Por el contrario, esa preferencia por la seguridad indica una menor propensión al riesgo y, en consecuencia, menor innovación. Innovación que Schumpeter consideraba el origen del capitalismo productivo.
Los nuevos contratados probablemente lo hacen por menos salario. Entran en puestos de trabajo que añaden menor valor añadido
Eso se constata también en los datos de la contabilidad nacional del viernes. Según el INE, el incremento del PIB en 2021 en España ha sido sobre el 5%. Punto y medio menos de lo previsto por el Gobierno. No acabo de estar seguro de que esta cifra sea definitiva. Pero lo que indica es que las proyecciones económicas del Gobierno Sánchez no son fiables. Hasta hace poco menos de un mes, el ministerio de Economía seguía aferrado a un crecimiento este año superior al 6,5%, como mínimo. Ahora sigue pronosticando un 7% de crecimiento del PIB para 2022. Tampoco es creíble.
Como ese incremento no va a conseguirse, los ingresos fiscales serán menores que los previstos para este año. Por contra, por culpa de la inflación y las subidas generales de costes, los gastos aumentarán. La suma de esos dos efectos producirá un incremento del déficit público español.
Incremento del déficit en un año en el que Bruselas y los 'Estados frugales' parece que quieren retornar a la ortodoxia fiscal. Al ver que el déficit público español se dispara, pondrán nuevas condiciones para mandar los fondos Next Generation, que vendrán en menor medida y con retrasos. Algo que influirá en un menor crecimiento del PIB agravando la tendencia de los salarios a no crecer en una coyuntura inflacionaria, con la consiguiente pérdida de capacidad adquisitiva.
No todos los empleados estarán en esa situación. Aquellos que aporten mayor valor añadido recibirán mejoras salariales y se saldrán de este círculo maligno. Lo que agravará aún mas la dispersión de rentas salariales entre los diferentes empleados por cuenta ajena.
Eso es lo que arroja la lectura conjunta de la EPA 4T2021 y las cifras de la contabilidad nacional. Las clases bajas y medias-bajas se empobrecen y su renta se aleja de los otros sectores de los trabajadores. Justo lo contrario del propósito de las medidas del Gobierno.
La economía es así. Sus leyes son tozudas. Los más perjudicados de estas políticas gubernamentales son los que, teóricamente, son sus votantes. Paradojas de la realidad.
*** J.R. Pin Arboledas es profesor del IESE.