Materias primas y comercio tras el conflicto en Ucrania
Por mucho que Rusia quiera fundamentar su intervención militar en motivos históricos, el nuevo frente de guerra que se le plantea a Europa por el flanco del Este hunde sus raíces en la geopolítica de las materias primas y el comercio, cuyo control en manos de Putin permite continuar la huída hacia delante de Rusia como país cada día más desestructurado y económicamente fallido.
Pero en un escenario como el actual tras pasar lo peor de la pandemia, en plena reconfiguración de las cadenas globales de valor, con un encarecimiento y escasez de materias primas y bienes industriales intermedios, una inflación galopante en los precios finales al consumidor y con claros síntomas de estancamiento económico, el conflicto Rusia-Ucrania era el último ingrediente que faltaba para que la actual crisis estructural de oferta sea plenamente comparable, mutatis mutandis, a la crisis de los setenta, mal llamada y recurrentemente recordada como 'crisis del petróleo'. Concretamente, la similitud la guarda especialmente con el inicio en 1973 del embargo del cártel petrolero de la OPEP contra Estados Unidos por su apoyo a Israel en la guerra árabe-israelí.
Lo que hace medio siglo fue el petróleo, hoy es el gas natural, pero no sólo el gas. Por lo que podría ser en próximas semanas el frente de guerra circula una parte sustancial del tráfico de granos en el mundo, ya que Rusia y Ucrania suman la mayor potencia exportadora mundial de trigo (20% de la producción mundial) y, lo que es aún más importante, circula por ellos el tránsito de prácticamente el 30% de los cereales panificables a nivel global. Existen otras materias primas clave como el paladio y el platino para la industria del automóvil, el aluminio o el fósforo para la producción de fertilizantes, entre otras.
El gas como 'nuevo petróleo' en el siglo XXI, erigido como combustible fundamental de transición por parte de la UE en la nueva taxonomía de finanzas sostenibles, es la pieza con la que juega Rusia con sus enemigos geopolíticos. De manera preventiva, ante lo que era bastante probable como era la paralización del nuevo gasoducto Nord Stream 2 hacia Alemania, el Kremlin está allanando de nuevo sus relaciones con China y retomando proyectos de infraestructuras para incrementar la canalización de gas hacia el gigante asiático que se abandonaron en 2014 antes de que se produjera el desplome de los precios del gas que se prolongó hasta hace unos pocos meses.
El Kremlin está allanando sus relaciones con China y retomando proyectos para incrementar la canalización de gas hacia el gigante asiático
No sólo con eso Rusia busca fortalecerse con un cliente como China que demanda gas de forma masiva, sino también afianzar su posición de dominio en el mercado global del gas natural, del cual es su segundo mayor productor global (17% del mercado mundial) y el principal exportador global (35% de su producción) hasta ahora fundamentalmente dirigidas hacia Europa (el 83% del gas se canaliza mediante gasoductos cuya mayor parte pasan por Ucrania). Tampoco es menor el peso de las exportaciones de petróleo ruso hacia Europa, un 53% de lo que Rusia exporta, siendo el segundo mayor exportador por detrás de Arabia Saudí.
En plena celebración en Londres de la Semana Internacional de la Energía, no ha podido celebrarse en un momento más propicio, con un tema casi único de discusión como es el efecto que el conflicto tiene sobre los precios de las materias primas, en especial de los productos energéticos. Éste es, sin duda, el flanco más débil para una Europa que está mostrando amplias fragilidades geopolíticas y cuyas estructuras productivas pueden sufrir importantes daños por la prolongación de una inflación persistentemente alta en los próximos meses.
A diferencia de la pasada década, Rusia tiene capacidad de resistencia con precios altos de la energía, lo cual ahonda más aún la posición de debilidad de Occidente y es la razón última que permite a Putin rescatar viejos fantasmas pasados atacando a Ucrania.
En suma, cuando los principales actores de la geopolítica global activan el retrovisor de la Historia y pretenden resucitar viejas batallas para recuperar territorios que consideran 'suyos', el efecto desestabilizador en la economía global es el equivalente a un tsunami.
Tanto Rusia como China han activado su retrovisor, haciendo caso omiso a discursos consistentes como el del embajador de Kenia ante el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, mensaje destacado hace unas horas por Fernando Navarro en redes sociales: "Si tras la independencia hubiéramos pretendido formar Estados racial, étnico o religiosamente homogéneos, aún estaríamos enfrentados en sangrientas guerras. En cambio, aceptamos las fronteras heredadas y buscamos la integración política y económica del continente. En vez de formar naciones mirando continuamente atrás con peligrosa nostalgia, escogimos mirar hacia adelante".
*** Javier Santacruz es economista.