El Iban y el SWIFT son esos signos que te piden cuando tienes que hacer o vas a recibir una transferencia internacional. El Iban identifica tu cuenta corriente y el SWIFT localiza el país y la entidad bancaria. Con su utilización se realizan cerca de 42 millones de transacciones al día, lo que da una idea de su importancia. Fue creado en 1973, por innumerables entidades financieras y bancos centrales.
El ministro de finanzas del Gobierno ucraniano ha pedido que se expulse a Rusia de este sistema que radica físicamente en la Unión Europea. El objetivo es dificultar sus transacciones bancarias y producir un caos en su comercio internacional. La salida del SWIFT le dificultaría comprar y vender mercancías. Teniendo en cuenta que las exportaciones son el 20% de su PIB, sería un desastre para su economía.
Pero, de momento, la entidad que maneja el SWIFT no lo ha hecho, ni se lo han pedido los gobiernos. Hay varias razones para ello.
Por un lado, el SWIFT no es el único sistema que facilita los pagos internacionales. China tiene otro y, como se sabe, una de las razones por las que Putin ha realizado su ataque es que el presidente Xi Jinping no se opuso a ella. Es más, parece que la está financiando vía créditos y promesa de compras de materias primas. Rusia podría utilizar la red china.
En segundo lugar, las transacciones bancarias tampoco son el único sistema de pagos internacionales. Históricamente tardó en aparecer. Aún quedan otros como el traslado de billetes o monedas por otros procesos (correos, otros transportes, …). De hecho, Rusia tiene un sistema de pagos bancarios propio interno para evitar que el colapso se produzca dentro de él mismo.
Y, por último, la salida de Rusia del SWIFT le dificultaría su comercio exterior, pero también el de aquellos países que exportan sus bienes a Rusia e importan de ella. Ese cálculo es urgente hacerlo y Alemania, por ejemplo, sabe que sufrirá.
El ministro de finanzas del Gobierno ucraniano ha pedido que se expulse a Rusia de este sistema.
Pero hay un factor que no existía hasta hace poco y es importante en el comercio: las criptomonedas.
Las criptomonedas han roto un monopolio. El de la emisión de dinero de los Bancos Centrales (Reserva federal americana, BCE, Banco de Inglaterra, …). Un monopolio que, hasta ahora, ha sido clave en el manejo de las economías de los estados a través de su política monetaria.
Si se expulsa a Rusia del SWIFT los jerarcas rusos podrían iniciar un comercio importante en criptomonedas, sus empresas también. El comercio exterior de Rusia cuantitativamente es importante, pero no vital para el mundo. Rusia es el 14 exportador y el 21 importador. Hay muchos por delante de él. Pero cualitativamente, ahora, es clave. Si se estrangula su comercio de energía y minerales se puede mantener la inflación y la escasez de materias primas en el mundo occidental.
Y cómo cuando las “necesidades aprietan, ni a bancos, ni a políticos se respeta” (parafraseando una frase española un poco soez), las transacciones se producirían, aunque fuese en criptomonedas.
Ya hay países que las aceptan como sistema de pagos (unos diez lo hacen con el Bitcoin y su número están creciendo) y empresas de todo el mundo que hacen lo mismo.
De manera qué si Rusia entrase en tromba en el mercado del Bitcoin, por ejemplo, ésta moneda recibiría un espaldarazo aún mayor. La masa monetaria internacional crecería. Si esta criptomoneda resultase insuficiente, otras entrarían en el juego. Con el tiempo los bancos centrales empezarían a perder el control del mercado. El sofisticado sistema de la economía moderna cambiaría de manera drástica y nadie sabe a dónde conduciría eso.
Por tanto, recordando la máxima de San Ignacio “en tiempos de tribulación no hacer mudanzas”, hay que ser prudentes.
La expulsión de Rusia del SWIFT en la guerra comercial es comparable con el uso de armas nucleares en la guerra militar. Puede que sea un arma definitiva, pero sus consecuencias son imprevisibles.
Lo mismo que hay un consenso de no utilizar armas nucleares en la guerra militar ¿debería haberlo en la comercial? Su uso perjudica más al pueblo llano que a los líderes.
*** J. R. Pin es profesor del IESE.