En la teoría económica hay dos soluciones contra la recesión: la keynesiana y la neoclásica.
La primera propone aumentar la inversión del Estado con la esperanza de que el déficit público generado se cubra en las siguientes épocas de crecimiento porque la economía tiene ciclos. Ya lo anunció la Biblia con aquello de los siete años de vacas gordas y siete años de vacas flacas del sueño del faraón que interpretó José. Según Keynes el Estado debe invertir en obras públicas en las recesiones. Eso creará riqueza posterior en el sector privado, lo que a la larga aumentará los ingresos por impuestos, recuperando en ese momento las arcas públicas.
La solución neoclásica es bajar los impuestos en recesión para que los recursos monetarios queden en manos de familias y empresas. Entonces las familias aumentarán el gasto tirando de la demanda. Las empresas tendrán más beneficios e invertirán. Ambos efectos aumentarán el PIB e, incluso, los ingresos de las Administraciones públicas con crecimiento de los gastos públicos sin necesidad de incrementar el déficit.
En España ambas posturas se encuentran encarnadas en el Gobierno (la keynesiana) y en la oposición de centro-derecha (la neoclásica).
La solución sería la combinación de ambas: crecimiento inversión pública ahora y, a la vez, rebaja de impuestos.
Las ayudas europeas (hasta 140.000 millones de euros en unos años) lo hubieran permitido si la deuda española no estuviera en el 120% del PIB y el déficit descontrolado por el derroche del Gobierno.
Como España está endeudada hasta las cejas y se avecina una subida del tipo básico de interés y una reducción del tapering (compra de deuda pública por el BCE), hay una amenaza cierta de que en 2023 el 'servicio de la deuda', los intereses, aumenten el déficit público.
Además, Bruselas también ha anunciado que se acaban las vacaciones fiscales y va a volver a la vigilancia del déficit. Eso puede dificultar la llegada de fondos europeos si el déficit español se desboca en 2022/23.
Hay una amenaza cierta de que en 2023 el 'servicio de la deuda', los intereses, aumenten el déficit público
Eso amenazaría la recuperación que el Gobierno de Sánchez esperaba para el último año de su legislatura (2023). Año que acaba con unas elecciones generales después de las municipales y autonómicas.
Por eso Sánchez no quiere bajar los impuestos: no tiene capacidad de maniobra por derrochador. Está demasiado endeudado y encima cada vez gasta más (16.000 millones de euros más en las últimas medidas). Gastos corrientes, de ayuda, no de inversión. Gastos que no crean puestos de trabajo. Gastos que en realidad intentan que se destruyan menos empleos y que las estadísticas den una sensación ilusoria de que es así, cuando no lo es. El trabajador en ERTE es un parado real, aunque no figure en la estadística como tal.
Por último, el Gobierno en lugar de animar al sector privado a crear empleo, le obliga a no despedir, engañándose y engañando.
Por estas razones Sánchez no puede hacer caso a la oposición de centro-derecha que le pide bajar impuestos para animar la economía. Ha derrochado tanto antes, que ahora está prisionero de su política económica anterior.
Sánchez ha derrochado tanto antes, que ahora está prisionero de su política económica anterior
Encima, está en manos de unos ideólogos de izquierda radical incompetentes en materia económica: Unidas Podemos. Un colectivo que odia el mercado. En consecuencia, opta por topar el alquiler al 2%, absurdo. Al final ha tenido que decir que si se trata de pequeños propietarios, y están de acuerdo propietario e inquilino, el tope no tendría efecto. ¿Qué inquilino va a estar de acuerdo? Una rectificación que indica lo absurdo de la decisión.
El IPC de marzo ha crecido el 9,8%, según el dato avanzado por el INE. ¿Para qué sirven las medidas de Sánchez? Rebaja un 2% el alquiler y sube un 10% la bolsa de la compra; rebaja en 20 céntimos el litro de gasolina, que previamente ha subido hasta 2 euros. Tendrá que pagar las pensiones revalorizadas (más de 10.000 millones de euros más) y quiere reducir el déficit. Es la cuadratura del círculo.
La clase media está viendo deteriorada en su capacidad adquisitiva ¿Cómo ayudarla? Reduciéndole lo que se lleva el Estado de sus ingresos. Bajando impuestos. Pero Sánchez no lo puede hacer porque ha derrochado antes.