Hablar de posible "séptima ola" en España tiene poco sentido. Hay muy pocos datos diarios. Buena parte de los que existen, no son publicados. Pero, en lo que se refiere al número de contagios, el problema no es que no se publiquen. Es que ni siquiera existen. Se han dejado de hacer test, excepto para la población de más de 60 años o con factores de riesgo. Y aquellos ciudadanos que, en pleno uso de su libertad y responsabilidad, deciden hacerse una prueba por su cuenta, pagándosela, no ven reflejado su resultado en caso de ser positivo en ninguna estadística ni en ningún recuento. Tampoco se les obliga a confinarse y se deja la decisión al laxo criterio personal de "presentar síntomas".
Es la negación total de la pandemia. Es muy posible que estemos técnicamente en una 7ª ola, definida ésta como un aumento sostenido de los casos y de las incidencias tras haberse alcanzado el 10 de marzo un mínimo en el descenso de la 6ª ola. Según mis cálculos, con los escasos datos publicados y el hándicap de la ausencia de test, la IA14 del total de la población habría subido en al menos 100 puntos desde ese mínimo. Lo que parece coherente con el inicio de una "séptima ola" para el conjunto de la población, y no sólo para los mayores de 60 años. En este caso, los datos sí son públicos. Aunque con una frecuencia absurda, y se percibe un aumento de la IA14.
Otra forma de validar está hipótesis es compararse con Portugal, país que ha ido de la mano de España en esta pandemia y sí ha seguido publicando datos diarios, sin renunciar a la calidad. Como se decía en mi época de estudiante universitario tras la Revolución de los Claveles, "menos mal que nos queda Portugal". Precisamente allí, el número de casos ha aumentado en un 18% en el último mes, mientras que en España se ha reducido en un 17%. En estas circunstancias de penumbra estadística, resulta casi una broma escuchar que la 7ª ola "será suave, sin apenas incidencia hospitalaria y con un nivel de fallecimientos bajo". Es decir, volver a repetir el mismo argumento una y otra vez, como se hizo en las últimas olas. Sobre todo en las dos últimas.
El argumento es que tenemos un nivel de vacunación muy elevado, lo cual es cierto, y un importante nivel de inmunidad "natural", producido por el elevado número de contagios en los últimos meses, causados por las variantes Delta y Ómicron. Esta parte del argumentario es más discutible. Oficialmente, sólo tenemos 11,9 millones de casos registrados, que es exactamente la cuarta parte de la población española. ¿Por qué no se hace un análisis serológico, como el realizado en junio de 2020, para conocer el nivel de inmunización de la población? Y, en el otro argumento fuerza, el nivel de vacunación lleva prácticamente estancado desde el mes de febrero. ¿En qué fecha empezará a perder su efectividad la 3ª dosis inoculada a final de año? ¿Habrá que suministrar una cuarta dosis a los mayores y a los vulnerables?
Lo cierto es que vuelve a anunciarse una ola suave y sin consecuencias graves. Ojalá acierten esta vez, a la séptima iría la vencida, porque el número de fallecimientos en España ha sido insoportable en todas las olas, tal y como recoge la Tabla 1.
Pese a los niveles de vacunación y de inmunidad por contagio, la 6ª ola, la que iba a ser "leve", se ha saldado con más de 17.000 fallecimientos. Por lo que ha superado a la 2ª, la 4ª y la 5ª. Y en el mes de abril, en el que las mascarillas dejaron de ser obligatorias en los espacios cerrados, salvo excepciones, se han registrado casi 2.000 defunciones, superando incluso los decesos del mes de diciembre, cuando explotó la variante Delta en nuestro país.
En el conjunto del mundo, en abril continuó la polarización en lo que se refiere a las estrategias de final de la pandemia. Es decir, entre el modelo "Covid cero", que consiste en tratar de contener el número de contagios cueste lo que cueste, mantener un estricto control de fronteras exteriores, confinar a núcleos urbanos si se pierde el control de la transmisión comunitaria y continuar con el rastreo y testeo masivo en caso de no mantener dicho control. Y, por otro lado, el modelo "Covid infinito" en el que los países han optado por alcanzar la "inmunidad de rebaño" lo más rápido posible, levantando prácticamente todas las restricciones. Y no sólo no evitando, sino incluso favoreciendo, el contagio masivo de la población. Aunque con alguna precaución para los llamados grupos de riesgo, que pronto dispondrán de un tratamiento de antivirales que permitirá evitar los casos graves y fallecimientos.
La situación mundial ha mejorado significativamente, tal y como recogen los gráficos 1 y 2. El número de nuevos casos descendió notablemente. A finales de marzo, en media móvil de 7 días, se registraban 1,5 millones de casos nuevos diarios. Y en abril se ha reducido a menos de la mitad, unos 600.000 nuevos contagios cada día. Pese a ser la mejor cifra desde noviembre, sigue estando muy por encima de la media de la pandemia. Y no se ha producido la anunciada "caída a plomo" en el número de casos. Además, como veremos a continuación, se trata de un descenso relativamente ficticio, consecuencia del menor testeo de la población.
En lo que se refiere al número de muertes, tal y como se ilustra el gráfico 2, la mejora no ha sido tan significativa. Hemos pasado de 4.000 muertos al día a finales de marzo, en media móvil de 7 días, a 2.300 decesos al día al terminar abril. Aunque sigue por debajo de lo registrado en buena parte de la pandemia, en concreto, desde abril de 2020, tal y como recoge el gráfico 2, el número de fallecidos continúa siendo muy elevado. Además, la "tasa de letalidad", es decir, el porcentaje de personas infectadas que termina falleciendo, ha subido en el mes de abril, pasando de 0,27% el mes anterior a 0,38% en el que acaba de terminar. Dado que la gravedad de las variantes es la misma, la única explicación a esta paradoja es que el denominador, el número de casos, está infraestimado. En efecto, tal y como señala la OMS, la caída en el número de test realizados está haciendo que se pierda el control estadístico de la pandemia.
En lo que concierne a la vacunación, los avances en el mes de abril han sido muy modestos, algo que se refleja en el gráfico 3.
El porcentaje de vacunados con pauta completa en el total mundial apenas ha subido un punto, hasta el 59%. El mes anterior lo había hecho en dos puntos y en febrero en 4 puntos. Con este ritmo no se conseguiría alcanzar el objetivo del 70% hasta 2023.
Con esta tripleta de datos: nuevos casos diarios, nuevas muertes por día y porcentaje de vacunación con pauta completa, seguimos sin poder afirmar que la "pandemia ha terminado".
La incidencia mundial en abril
Como ya es habitual en estos informes mensuales, presento para un conjunto de países seleccionados la evolución de los nuevos casos registrados en abril y los comparo con los meses anteriores. Como siempre, utilizo un código de color en el que el verde indica que el país ha mejorado con respecto al mes anterior. El rojo, que ha empeorado, y el negro, que prácticamente se mantiene estable. Los datos se presentan en la Tabla 2. Incluso corrigiendo por el hecho de que abril cuenta con un día menos que marzo, algo que no se hace en la tabla, el color verde ha sido de nuevo dominante, en coherencia con la caída en el número de contagios globales en marzo. Pero ha habido algunas excepciones interesantes.
El total de nuevos casos en el mundo se ha reducido a la mitad con respecto a marzo. Pero sigue siendo muy elevado: 25 millones de contagios, más o menos como en diciembre de 2021, una vez corregimos por calendario. Europa, excluyendo Rusia y Turquía, vuelve a ser uno de los continentes más afectados, con cerca del 50% de las infecciones globales. Posteriormente analizamos con más detalle la evolución de los principales países europeos. Pero conviene destacar que, con sólo 3 países, Alemania, Francia e Italia, se explica la tercera parte de los casos mundiales. Por el contrario, Polonia y Noruega han liquidado prácticamente la pandemia durante abril. También ha habido avances en Finlandia, Grecia y, muy especialmente, en Rusia y Turquía.
En el lado opuesto es llamativo el empeoramiento de EE UU, con un 12% de aumento de casos en el mes, sin contar con el efecto calendario de abril y la caída del número de test. Su nivel de vacunación, muy bajo, y el levantamiento de todas las restricciones explica el deterioro de la incidencia. En el resto de las Américas domina el color verde. Sobre todo, en Chile, Argentina y Colombia, que prácticamente se encuentran en una situación de "Covid cero". Brasil y México también han recortado su número de casos, aunque continúan con incidencias elevadas.
En Asia destaca la mejoría generalizada, salvo China. India ha registrado la mejor cifra desde el inicio de la pandemia y también se acerca al estadio de "Covid cero". Corea del Sur, pese a que ha reducido su número de casos a menos de la mitad, sigue siendo el país del mundo con más infectados, seguido por Alemania y Francia. Japón ha mejorado marginalmente su situación, pero continúa con un número de casos superior al de EE UU. China vuelve a ser el país con mayor aumento porcentual de casos, un 66% mensual, pero sus números absolutos siguen siendo ridículos. Y no digamos si se expresan en términos de su población.
Los medios de comunicación españoles y de otros países hablan de la "explosión de casos de Covid en China". Con 66.000 casos y 384 muertos en abril, ¿cómo comparar sus registros con los 374.000 casos y casi 2.000 muertes en España, un país que se considera a sí mismo como un ejemplo de "éxito mundial"? En Oceanía, una de cal y otra de arena. Mientras Australia parece no haber controlado la explosión de Ómicron y supera en número de casos a EE UU y Japón, Nueva Zelanda ha recortado su incidencia a la mitad, aunque sigue lejos de su exitosa etapa de Covid cero.
En Europa, como decíamos antes, ha habido disparidad. Aunque las incidencias a 14 días no han bajado de 400, un nivel considerado "extremo" hasta hace bien poco. En el gráfico 4, como es habitual, presento la evolución del número de casos de los 5 grandes países europeos en abril.
Francia ha sido el único país de los cinco grandes europeos que ha empeorado en abril con respecto al mes anterior. Es cierto que lo ha hecho marginalmente, apenas un 4% mensual. Pero más de 3 millones de casos al mes es una barbaridad, que ha llevado a nuestros vecinos a situarse como el cuarto peor país del mundo en número de casos, superando al Reino Unido, Alemania y Rusia.
Las mejorías de España y Reino Unido, como ya hemos comentado, están muy determinadas por la escasez en el número de pruebas diagnósticas. Por ejemplo, en el caso español, la "positividad" para los mayores de 60 años se sitúa en el 28% de media nacional. Pero en algunas regiones, como Galicia, alcanza el 38%. Es decir, de cada 100 test, 38 salen positivos. Esta cifra es realmente abultada, pues uno de los objetivos de control de la pandemia es situarla en el 5% o por debajo. Sin duda, la positividad viene sesgada por el denominador, el número de test realizados, que claramente es muy poco razonable.
Miguel Sebastián - Universidad Complutense e ICAE