Siempre se dice que cuando aumenta la inflación, en una primera fase Hacienda recauda más (al subir el precio de los productos, sube la base imponible sobre la que se paga el IVA). Después, ese impacto se disipa. La pérdida de poder adquisitivo de los ciudadanos acaba traduciéndose en un consumo menor.
Los últimos datos de la Agencia Tributaria muestran cómo este punto de inflexión se acerca con un agravante muy serio: lo que los españoles están dejando de consumir en menor medida -porque no pueden prescindir de ello- es la energía, que viene de fuera. Así que, además de ser más pobres, estamos enviando riqueza al exterior.
El último Informe mensual de recaudación tributaria muestra cómo la recaudación del Impuesto sobre el Valor Añadido (IVA) volvió a crecer en marzo un 24,9%. Sin embargo, al desglosar ese dato, se ve cómo el IVA de las operaciones interiores sólo creció un 1,9%, lo que muestra un agotamiento del consumo de los españoles. Mientras, la recaudación del IVA sobre las importaciones aumentó un 56,5%.
Detrás de las importaciones está la energía. El gas y el petróleo que compramos al exterior. Este dato es anterior a la bonificación a los carburantes que aprobó el Ejecutivo a finales de marzo en el Plan de choque contra la crisis derivada de la guerra de Ucrania que convalidó hace dos semanas con el apoyo de Bildu. Pero ilustra bien cómo esa medida para ayudar a las familias y profesionales a pagar la gasolina o el diésel lo que hace es utilizar dinero del contribuyente español para financiar la compra de un producto que genera riqueza en el exterior.
Trasladar este mensaje a la población española es complicado, ya que son muchas las familias y, sobre todo, los profesionales del transporte que sufrieron en marzo la subida de los carburantes. De hecho, no son pocos quienes ponen el foco en el aumento de la recaudación por IVA de la energía para pedir más ayudas fiscales centradas en pagar la luz y los carburantes.
Además de ser más pobres, estamos enviando riqueza al exterior
Sin embargo, es necesario poner sobre la mesa si tiene sentido este esfuerzo fiscal para trasferir recursos al resto del mundo. En especial, cuando, como ya ha reconocido la vicepresidenta, Nadia Calviño, existe el riesgo de que la bonificación a los precios del combustible acabe anulada por una subida de precios por parte de los operadores energéticos.
Aunque todavía no se han publicado los datos del IVA de abril, el avance de la inflación que anunció el INE muestra cómo el Plan de choque del Gobierno ha ayudado a contener algo el constante alza de los precios de la luz y la gasolina. Pero la subida del resto de los precios (los que se miden por la inflación subyacente) cada vez está más desbordada.
Así que las familias y las empresas están optando por apretarse el cinturón. Según los datos de Red Eléctrica Española (REE), el consumo de luz ha caído un 2,9% en lo que va de año y, el de gas natural, un 5,4%. Es una reacción lógica ante la subida de precios. Pero donde más se nota el freno de la demanda es en otras compras y servicios que son los que de verdad dejan ingresos en España.
El empobrecimiento que va a suponer para España la inflación viene por varias vías. Y si, como se ha visto con los fondos europeos, repartir riqueza es fácil, distribuir la pérdida del poder adquisitivo no lo es tanto.
Los agentes sociales ya lo han demostrado al renunciar al acuerdo para el alza de los salarios y reconocer que, como mucho, se formulará un documento con recomendaciones para la negociación colectiva. De ahí que Calviño vaya a intentar este lunes "encauzar" ese acuerdo con Antonio Garamendi, Unai Sordo y Pepe Álvarez, pese a que los protagonistas de la negociación ya advirtieron que no querían una mediación del Gobierno.
Mientras, José Luis Escrivá está intentando buscar un mecanismo alternativo para el cálculo de las subidas de las pensiones consciente de la bomba de relojería que supone para las cuentas públicas -o para los votos- la reforma incompleta con la que se volvió a vincular la subida de las pensiones al IPC.
Pese al aumento de recaudación, a María Jesús Montero no le salen los números para continuar con esta política económica y, ante el previsible susto que dará Christine Lagarde con la inminente subida de tipos, el horizonte no es prometedor para un Gobierno con cada vez menos recursos para repartir y menos apoyo en el Parlamento.
ATENTOS A...
¿Vuelve la prima de riesgo? No solo para España. Italia es, en realidad, el país que más se ha visto afectado por el aviso que ha dado la Reserva Federal al mercado con la subida de tipos y el acelerón a la retirada de estímulos anunciado la pasada semana.
Tanto España como Italia celebran elecciones en 2023 y, a la vista de los datos, la economía va a volver a ser clave en las urnas. La cuestión es hasta qué punto el BCE está dispuesto a seguir ayudando a estos Gobiernos o se va a poner las pilas para frenar una inflación descontrolada que no beneficia a ningún país europeo, pero que preocupa especialmente, a las economías del norte.