Y Sánchez se fue a DAVOS.
Allí la 'élite' mundial se reúne para comentar su percepción del presente y sus predicciones del futuro. Hasta el presidente de Ucrania apareció pidiendo ayuda para su país y repulsa para Rusia. Daba la impresión que se dirigía a un 'Gobierno global' con capacidad de tomar decisiones.
Davos es el sueño de la élite del WEF (Foro Económico Mundial o World Economic Forum). Políticos en activo, jubilados, líderes sociales, académicos, empresariales, culturales, miembros de ONG's e incluso espirituales, acuden para dar a conocer sus opiniones e indagar las de los otros.
Es como el sueño de un Gobierno global en el que los "ilustrados" decidieran sobre el futuro de la humanidad. Su credo: la Agenda 'sostenible' 2030, el mercado global de base capitalista como sistema económico y el liberalismo político.
Los asistentes han sido 'invitados' o han conseguido 'ser invitados'. Algunos consiguen tribuna, como nuestro presidente Sánchez.
Allí Sánchez se siente en su mundo. Alejado de las querellas pueblerinas de la política nacional, puede mirar con mirada altanera a los pobres políticos que ha dejado, por el momento, en España.
Esa España mía, esa España nuestra, que cantaba Cecilia. Una canción que tenía una letra secreta: Esta España viva, esta España muerta, de tu santa siesta, ahora te despiertan versos de poetas…
Pero quien despierta a España en el año 2022 no son los poetas. Es algo menos romántico. Es la prosa de la economía. La Unión Europea vuelve a destacar que nuestro endeudamiento es excesivo, que la inflación hará insostenibles las pensiones, que nuestro desempleo sigue siendo alto y que en la juventud, el paro es el doble de la media europea.
Quien despierta a España en el año 2022 no son los poetas. Es algo menos romántico. Es la prosa de la economía.
¡Ah! Pero eso no se lo ha dicho Sánchez a los plutócratas de Davos. Lo que les ha dicho es que Rusia ataca los valores europeos (situándose en paladín de los mismos) y que somos un gran país para invertir. En microchips con un PERTE de 12.000 millones de inversión de la UE. También ha dicho que es verdad que tenemos paro, pero se va corrigiendo (ya veremos en otoño cuando acabe la campaña del turismo).
Sánchez no ha mencionado nuestra deuda pública, 1,4 billones de euros, el 119% del PIB. Tampoco les ha dicho que si suben los intereses (¡que subirán!) el servicio de la deuda será insoportable y la prima de riesgo del Reino de España ya está creciendo.
¡Qué sensación más maravillosa debe sentirse en el estrado viendo bajo tus pies a los que se consideran los poderosos del mundo!
¿Y al bajar de esa tribuna? Sentir los parabienes de 'otros' poderosos, recoger las miradas de admiración de algunos, las palmaditas en la espalda de muchos y el desencanto de algunos. Al fin y al cabo, no se puede agradar a todo el mundo (piensa el líder y la corte que le acompaña).
Es el pináculo del mundo ilustrado. Un lugar en el que, según las viperinas lenguas del Madrid villa y corte, querrían estar el binomio Sánchez-Begoña cuando dejen la Moncloa. Porque, además de tribuna, Davos ofrece relaciones y notoriedad. Relaciones y notoriedad que pueden ser utilizadas en el futuro. Un futuro de roles internacionales con lo que ello lleva aparejado: posición económica, social…
Davos es un sueño. El mejor que puede tener un político con aspiraciones internacionales. Un sueño del que conviene no despertar.
Porque despertar supone ver que suben los precios de los combustibles, de la electricidad y los alimentos, de la vivienda en alquiler y del resto de bienes básicos de los españoles; que la capacidad de compra de los salarios continua bajando día tras día; que la Reforma Laboral ha sido la Reforma de la Estadística laboral (como decía hace poco en este medio mi admirado Bernardo de Quirós); que las pensiones amenazan con romper el equilibrio presupuestario y hacer crecer el déficit, lo mismo que la deuda pública, etc.
Pero no se engañe nadie. Sánchez no puede despertarse ahora. ¡Ahora no! Porque estamos en campaña para las elecciones andaluzas. Tiene que seguir soñando para poder desmentir los desastres que anuncian la derecha, los economistas y los expertos de la UE.
Mejor seguir en el sueño de Davos.