Niksen es un vocablo holandés que significa literalmente no hacer nada o estar ocioso. También se trata de un método que enseña a parar para disfrutar de ese momento en el que no hacer nada se usa como vía para encontrar la felicidad. Eso más o menos lo que lleva haciendo el BCE desde que hace una década decidiera adoptar el modo piloto automático en su política monetaria.
Apenas una semana después de la comparecencia oficial de Christine Lagarde el pasado 15 de junio, el BCE anunció una convocatoria de urgencia que nos puso a todos en alerta. Sobre todo porque no hay muchos precedentes en los que al margen de una situación realmente de emergencia el BCE coincida con una comparecencia de la Fed, específicamente una que venía ya marcada en rojo en el calendario. Qué será tan importante para reunirse de forma extraordinaria justo siete días después de la reunión ordinaria de junio, nos preguntamos todos.
Lagarde, quizás preocupada por la fragmentación de su política monetaria, vio cómo en las cuatro sesiones que intermediaron entre ambas comparecencias la prima de riesgo española e italiana se disparó, pues la tardía reacción en alterar el curso de la política monetaria está llevando a que los inversores crean que entre estanflación y recesión no hay apenas diferencia.
Si el BCE va a subir los tipos ahora que el crecimiento nominal empieza a ser cuestionable no sorprende que la deuda de los países con mayor sensibilidad a una subida del coste del dinero reaccione de forma negativa.
Eso quizás provocó un cierto remordimiento de conciencia y por eso convocó una reunión para hacer ver que se hace algo cuando en realidad no se hará nada. Porque ese es el neto resultante de decir que igual que va a ser "contundente" en su objetivo de atenuar la inflación lo será para evitar que esa fragmentación se lleve por delante dos economías apalancadas con niveles de deuda pública entre el 118% y el 150%, respectivamente. Vamos, sorber y soplar al mismo tiempo.
Ese juego de palabras lo que viene a decir es que el BCE no puede ser agresivo, porque sabe que si adopta el agresivo discurso de la Fed en menos de un año tenemos una ampliación de spreads de 200/400 puntos básicos desde los niveles actuales. Sabemos el enorme coste que cada punto básico de subida de tipos genera en la deuda y en el déficit. Se huele la sangre, en otras palabras.
La tardía reacción en alterar el curso de la política monetaria está llevando a que los inversores crean que entre estanflación y recesión no hay apenas diferencia
Lagarde sabe que está en una ratonera de la que no puede salir. Europa es la región del mundo más sensible a la inflación de precios más volátiles y lo peor está por llegar. Es posible que ahora que veremos cómo el precio de las materias primas se repliega (con bastante probabilidad vamos a ver precios del crudo por debajo de 100 $ boe de forma inminente y una caída en los del gas) las cosas se puedan ver de forma más optimista. Clásico error del que funciona con visión cortoplacista.
El BCE va a subir tipos en julio, sí. Al igual que lo hará en septiembre y en otra reunión más antes de fin de año. Ya veremos la cuantía. Pero es claro que los tipos negativos son historia. Pero eso no supone que la inflación desaparezca porque se ha incrustado de tal manera en los presupuestos familiares y en los proyectos empresariales que subir tipos va a romper el mecanismo de transmisión monetaria. Eso es la fragmentación.
Solo hay que mirar los bancos. Desde el miércoles suben porque hay una parte del mercado que se frota las manos sabiendo que de aquí en adelante las revisiones de préstamos variables ya se están revisando al alza. Ganar dinero sin hacer nada. ¿Es el mejor entorno posible? Viendo las subidas se diría que sí, pero lo que no se contempla es que hay una mora dormida que ya está despertando.
Pronto vamos a ver cuántos de esos viajes comprados a plazos o esas tarjetas quemadas en vacaciones se empiezan a impagar, por poner un ejemplo. Pero lo que es seguro es que normalizar tipos en esta situación aflorará un enorme agujero en los balances de muchos bancos. Balances que ya no crecen porque todo el que esté en el sector sabe que los bancos han cortado el grifo. Literalmente.
Por eso los bancos suben, porque tienen el peor timing posible y lo tienen que hacer todo deprisa, ya que llevan diez años destruyendo valor. Lo mismo que pasa con el BCE, que nada a contracorriente. El problema de todo es que la procrastinación de la que somos testigos es un mal que acecha lentamente en el ámbito financiero. Ya lo dice niksen, hacer una pausa para no hacer nada.
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