Sánchez cree en la teoría de la conspiración. Según sus declaraciones del sábado, 25 de junio, los poderes económicos y sus extensiones mediáticas quieren quebrar su fortaleza.
Contra esos dos frentes, el económico y el mediático, resiste, siguiendo el título de su libro. El primer frente, según él, tendría como objetivo dificultar el crecimiento de la economía para evitar la recuperación que vendría bien a sus intereses electorales. El segundo, deteriorar la imagen del Gobierno en la población.
¿Cómo dificultan la economía esos perversos y poderosos poderes financieros? En parte con la maldita inflación. La que Sanchez quiere combatir con su Decreto-ley para el que pide el apoyo de la oposición.
La inflación por tanto, según Sanchez, respondería a una conjura del capitalismo dispuesto a acabar con él. El capitalismo feroz ha inspirado a Putin y su guerra con el objetivo, entre otros, de deteriorar al presidente de España. Un gobernante tan importante que se ha desatado toda una conjura internacional en su contra.
La inflación por tanto, según Sanchez, respondería a una conjura del capitalismo dispuesto a acabar con él
¡Hasta dónde puede llegar el miedo al fracaso y el convencimiento de la propia valía!
Sus afirmaciones merecerían una carcajada. Pero son tan patéticas que hay que tenerlas en cuenta porque pueden llevar al Gobierno a tomar decisiones. Decisiones peligrosas para la población en esa huida hacia adelante en la que se ha instalado. Este Gobierno empieza a sufrir de esquizofrenia paranoide persecutoria.
Les persigue el capitalismo ayudado por las terminales mediáticas. Por eso es posible que en la Moncloa tengan una lista de medios y periodistas afines y contrarios. Esa debe ser la razón por la que los medios afines o "aliados" se empeñan en presentar la cara populista de manera amable, incluso heroica, del Gobierno Sánchez ¿Será para compensar la perfidia de los contrarios? Falta poco para que la teoría de la conspiración se instale como explicación oficial del deterioro del Gobierno.
Mónica Oltra ya lo ha ensayado. Su imputación se debe, según ella, a una trama de la "extrema derecha". Extrema derecha que sería uno de los terminales políticos de las fuerzas reaccionarias empeñadas en atacar a todos los líderes "progresistas" y sus organizaciones.
Porque, según parece, lo último que piensan hacer estos "progresistas" es analizar sus errores para ver si han tenido la culpa del deterioro en su reputación pública.
¿No será que el empeño de presentarse como poseedores de la verdad absoluta pueda hacer que a muchos votantes se les atraganten sus líderes y organizaciones? ¿Que algunos retrocesos sobre sus decisiones se tomen como mentiras?
¿No será que su política económica, empeñada en ampliar el gasto público hasta lo indecible, ayude a que la inflación española sea mayor?
¿No será que su política económica, empeñada en ampliar el gasto público hasta lo indecible, ayude a que la inflación española sea mayor que la de otros países europeos?
¿No será que el aumento indiscriminado de la deuda pública debilita nuestra economía y la subida de los tipos de interés del BCE pueden quebrar nuestra hacienda pública?
¿No será que la reforma laboral del 2022, que ha modificado las estadísticas, es una modificación superficial que en octubre mostrará su verdadera cara cuando miles de "fijos discontinuos" estén cobrando la prestación o el subsidio de desempleo sin figurar como parados?
¿No será que las medidas de subsidiar precios, como los 20 céntimos por litro de combustible parezca una broma cuando se supera el precio de 2 euros en gasolina y gasoil? ¿O la subida del 15% del IMV y los 200 euros por una sola vez no son sino pan para hoy y hambre para mañana?
¿No será que afirmar que se lucha contra la inflación no es creíble cuando el KWh supera los 200 euros? ¿O cuando la cesta de la compra es cada vez más cara?
Supongo que esta semana nuestro presidente explicará a los líderes de la OTAN su teoría sobre la conspiración económico-mediática en su contra. También que por educación, esos líderes contendrán su risa. Al fin y al cabo, la Alianza del Atlántico Norte debería ser una de sus terminales: la militar.
¿Qué hace Sánchez agasajando a los conspiradores en su contra? Los ministros de Unidas Podemos son más coherentes en ese caso.
No queda más remedio que enviar al Gobierno a un psicólogo o un psiquiatra para que lo trate de manía persecutoria.