Cada vez hay mayor consenso acerca de la recesión que tenemos a la vuelta de la esquina, a pesar de que el Gobierno ha vuelto a recortar, por enésima vez y las que queden, la cifra de crecimiento esperado para 2022 hasta el 4,3% cuando hace apenas 4 meses estaba en el 7% y además nos dicen que se avecina un escenario complicado.
Muchos expertos vaticinan que nuestro PIB crecerá este año en el entorno del 3% dependiendo de la velocidad a la que se aproxime la recesión que ya es incuestionable, no sólo porque nuestros datos macro se encuentran entre los peores de los países de nuestro entorno sino porque los indicadores adelantados de la economía muestran un tortuoso camino a ninguna parte.
Y al igual que los maestros del tarot, vamos a ir viendo las cartas que nos han salido por el momento para que podamos adivinar cuál es el futuro de nuestra economía. Hace poco, el índice PMI (índice de gestores de compra) de julio se ha situado en 48,6 puntos, por debajo de lo esperado, y anuncia nuevas caídas del mismo en meses venideros y anticipa que llega una recesión.
Las empresas están recibiendo menos pedidos y reducen sus existencias ante la expectativa de una caída en la demanda que, consecuentemente, conllevará ajustes de sus plantillas.
La cifra de actividad y paro del mes de julio, un mes tradicionalmente explosivo para nuestro mercado de trabajo por el turismo, han sido decepcionantes, pues ha cerrado con 3.230 personas más desempleadas e incluso con una ligera caída en el número de altas a la Seguridad Social.
El aumento real del paro podría ser terrible y anuncia lo que está por llegar tras el verano
Si comparamos con el mismo mes de años pasados, la caída ha sido elevada, pero si consideramos que ahora no se contabilizan como parados a los trabajadores fijos discontinuos, el aumento real del paro podría ser terrible y anuncia lo que está por llegar tras el verano. Además, el número de horas promedio trabajadas muestra una tendencia a la baja lo que es, junto a la menor duración de los contratos, una señal de mayor precariedad laboral.
Los desahucios de viviendas están creciendo a la vista de las estadísticas de ejecuciones hipotecarias que en el primer trimestre han crecido un 5,4% para personas físicas y un 12,8% para las jurídicas.
Una situación derivada del empeoramiento de la economía y que se agudizará en los próximos meses como consecuencia de la subida de un Euríbor que se encuentra cerca del 1% y que podría escalar al doble el año que viene. A este factor, le añadimos el aumento de los precios de alquiler de dos dígitos, superando el 20% en algunas ciudades, lo que traerá más lanzamientos y menos renta disponible para consumo de los inquilinos.
La inflación del 10,8% que ya nadie duda que sea duradera en el tiempo y que podría seguir creciendo a la vista de la ineficacia de las medidas tomadas. Esta inflación está vaciando silenciosamente el bolsillo de los ciudadanos que dejan de consumir extras.
[La inflación cierra julio en el 10,8% por la subida de la energía y de los alimentos]
Añadimos la paridad del euro frente al dólar lo que encarece nuestras importaciones y que alimenta nuestra inflación pues las principales materias primas se compran en dólares.
La caída en la matriculación de vehículos en el mes de julio históricamente bueno para el sector de la automoción, sin embargo, han caído un 12,8% respecto del año anterior, que fue un año flojo tras la salida de la pandemia.
En términos interanuales, las matriculaciones han caído un 17% y apenas llegan a los 940.000 vehículos, una cifra cercana a la del año 2012. Hay que decir que esta variable está altamente correlacionada con el PIB y adelanta el descenso que vamos a sufrir en los próximos meses. De hecho, el número de vehículos matriculados por cada 1.000 habitantes, es un indicador de prosperidad y riqueza que muestra que en julio de 2019 se vendía anualmente 32,07 vehículos por cada mil habitantes y ahora sólo son 19,81.
El aumento de la morosidad bancaria, los problemas de oferta de alimentos y materias primas, así como las restricciones que se quieren imponer a los negocios para el consumo de energía, que traerá menos ingresos, junto a muchas otras, no son más que diferentes piezas de un rompecabezas de la recesión al que vamos dando forma conforme ponemos una pieza más y que muestra la imagen de nuestro país con negros nubarrones en el horizonte.
*** Juan Carlos Higueras, analista económico y profesor de EAE Business School.